Había pasado tan solo semana y media desde que firmé los papeles del divorcio pero me parecían años. Los días en los que Ethan no estuvo conmigo no me pude levantar hasta casi la hora de comer.
Mi hermana Bree había vuelto a su casa hace tres días y también hace tres días que no había visto a Ethan, pues se había ido con Alice y Jasper a la casa que los Cullen tenían en Forks. Solo la usaban para las vacaciones de primavera y alguna semana en verano. Edward y yo estuvimos la pasada primavera junto a Esme y Carlisle esquiando.
Por lo tanto podía decir oficialmente que ahora mismo mi vida no sabía por dónde regirse. Hoy tenía que ir a casa de Edward a recoger las cosas que había pedido en el juzgado. Realmente no las necesitaba había comprado ropa suficiente para esta temporada pero instintivamente buscaba una manera de volver a aquella casa en la que había sido completamente feliz durante 6 años. Era como si esperase que al cruzar la puerta volviese a sentirme feliz, completa. Que al entrar me encontrase con Ethan en el salón rodeado por todos sus juguetes los cuales estaban desparramados por toda la estancia o a Edward trabajando en su despacho rodeado de planos y mirando de vez en cuando la pantalla del ordenador.
Solo tenía la ilusión de volver a sentirme así aun que fuera por una última vez. La ‘’niñera’’ o ‘’transportadora’’ que se encargaba de llevar a Ethan de una casa a otra me informó que Edward la había dicho que podía ir hoy por su casa para recoger mis pertenencias mientras él estuviese en el trabajo. Eso fue como un tortazo en toda la cara de esos que te hacen volver el rostro y reprimir las lágrimas.
Edward no quería verme. No era como si no lo hubiese supuesto o como si Jacob no me lo hubiese dicho pero era diferente a que te lo dijera otra persona a comprobarlo con tus propios ojos.
Dando un largo suspiro me levanté de la cama por tres cosas:
*Llamar a Rose, lo hacía desde hace días para saber cómo estaba y si necesitaba algo ya que estaba en un reposo absoluto y con absoluto me refiero a moverse del sofá a la cama y viceversa.
*Hoy volvía mi pequeño bebé de sus ‘’vacaciones’’ por lo que tenía un gran motivo para levantarme.
*Hoy volvía a la casa que consideré como mi hogar desde el primer día que dormimos en ella y la consideraré mía siempre.
Me estacioné en frente de las grandes puertas correderas marrones las cuales daban al garaje y me bajé del coche viendo imágenes pasadas en una época feliz. Época que ahora parecía muy lejana pero que había sido hace tan solo cinco meses.
Recuerdos como cuando trajimos a Ethan por primera vez a casa desde el hospital. Recuerdo que Esme y mi madre venían detrás dándonos todo tipo de consejos e indicaciones…
Si llora es porque tiene frío, hambre o es necesario cambiarle el pañal. Cuando lloré no le cojas inmediatamente en brazos, estos muñecos son muy listos y si se acostumbra a estar cogido no te dejará hacer nada hasta que vaya al colegio.
Asegúrate siempre de comprobar la temperatura del biberón y cuando le bañes mete uno de los termómetros que te regalamos en el baby-shower dentro de la bañera para que la temperatura sea la adecuada.
Pon ‘’tapones’’ en los enchufes les encanta meter ahí los dedos y….
-Y mamá, Esme os lo agradezco en el alma pero jamás aprenderé si no me dejáis hacer las cosas a mí. Además vais a venir todas las mañanas no voy a tener oportunidad de equivocarme.
-Bella… es que no me creo que seas mamá.- dijo mi madre inclinando la cabeza hacía el porta bebés que tenía en mi mano.
-Pues te aseguró que esto de aquí no es ningún muñeco de plástico, me ha costado lo mío traerle a este mundo.
-Bueno… creo que os las apañareis, sino llamadnos y vendremos para ayudaros con lo que queráis
*
*
*
-Papá, papá- gritaba mi niño desde la ventana desde la cual se veía el garaje y Edward estacionaba el coche allí.- ¡mamá, papá ya ha llegado!
-Lo sé cariño. Corre a darle un beso a tu padre.- dije desde la cocina preparando la cena. Ethan abrió la puerta antes de que a Edward le hubiera dado tiempo a meter la llave y lo primero que hizo fue agacharse para coger a nuestro bebé en brazos.
-¡Futbolista! ¿Qué tal hoy en casa de los abuelos?- le preguntó mientras llegaba hacia a mí y me daba un suave beso en los labios.
-Ben me he comido todo.- bajó a Ethan y me giré para dar la bienvenida a mi marido como se merecía. Con un buen beso pero teniendo cuidado de no sobre pasar los límites ya que estaba delante nuestro pequeño.
Al mirarle bien pude observar que estaba agotado.
-¿Estás cansado?- dije acariciándole la mejilla.
-No lo suficiente como para no disfrutar de mi familia.
*
*
*
Edward siempre había tenido tiempo para nosotros aunque hubiese tenido que ir de un lado al otro de la ciudad varias veces al día o hubiese tenido todo el día lleno de juntas.
A esta hora sabía de sobra que Edward no estaba en casa. En todo caso estaría Lauren y tampoco sería muy probable ya que solía llegar a las 3 de la tarde para ordenar la casa y hacer la cena, Ethan me lo había dicho.
Abrí la puerta de la que siempre iba a ser para mí mi único hogar con la llave que aún poseía colgada en un llavero que me regaló Edward cuando todavía éramos novios. Se trataba de una herradura de caballo pequeña y dorada.
Después del característico sonido de la última vuelta a la cerradura abrí la puerta para ser dada de lleno con el característico olor de madera, mezclado con lavanda y colonia para bebés que caracterizaba nuestro hogar. Abrí los ojos y me encontré con la casa tal cual la recordaba, juraría que hasta las revistas que estaban en la mesa junto al teléfono eran las mismas.
El vestíbulo pintado de color blanco impoluto me daba la bienvenida.A mi izquierda un arco me invitaba a adentrarme en el salón en el que tantas cosas buenas habíamos pasado, en el que si los sofás hablasen contarían una gran cantidad de historias y la mayoría felices, aunque también habían vivido alguna discursión.
A la izquierda estaba la cocina de madera tan grande que se podía bailar en ella.
Me ponía terriblemente melancólica el pensar que otra persona estuviera usando esa cocina que solo yo había utilizado.Cuando todavía vivía aquí, por las mañanas venía una joven chica a limpiar el polvo y el suelo o lo que hiciese falta pero de cocinar siempre me encargaba yo. Edward me lo pedía, pues le encantaba la comida casera y Ethan no comía otra comida que no hubiese sido preparada por mí.
Me ponía terriblemente melancólica el pensar que otra persona estuviera usando esa cocina que solo yo había utilizado.Cuando todavía vivía aquí, por las mañanas venía una joven chica a limpiar el polvo y el suelo o lo que hiciese falta pero de cocinar siempre me encargaba yo. Edward me lo pedía, pues le encantaba la comida casera y Ethan no comía otra comida que no hubiese sido preparada por mí.
Aún no me había movido del hall y tenía un gran nudo en la garganta. Las escaleras se erguían negras y altas al piso de arriba. Detrás de las escaleras había una puerta francesa de cristal que daba al jardín interior en el cual estaban los columpios y el tobogán para Ethan.
Al lado de las puertas francesas y totalmente oculto por las escaleras se encontraba el despacho de Edward tras una puerta corredera de madera. Sabía que no debería entrar, que después de los dormitorios el despacho era la parte más privada de la casa, sabía que me iba a matar la impresión pero la curiosidad por ver si también seguía igual me pudo más y la abrí.
Y frente a mí se extendía el imponente despacho con el sillón blanco detrás del gran escritorio. Habían sido muchas las veces que había tenido que venir a buscar a Edward aquí para que viniese a dormir o a cenar y todas las veces que entré me encontraba con la misma imagen. Con Edward sentado en el sillón, rodeado de planos y con las gafas puestas. Este despacho era de Edward pero le usábamos todos, yo muchas veces me venía aquí a traducir mis libros o Ethan a hacer un dibujo a su padre el cual lo dejaba en el escritorio para que la siguiente vez que Edward entrara se llevase una sorpresa.
Salí rápidamente del despacho y subí corriendo las escaleras. El pasillo era luminoso y ancho. Al final del pasillo había una pequeña sala de estar redonda con una mesa de café redonda y dos sillones de una sola plaza color crema.
Había una puerta doble que daba a nuestro dormitorio y en frente estaba el balcón que daba a la parte frontal de la casa. Tardé más de un minuto en poder abrir la puerta y meterme en él.
Todo estaba tal cual lo recordaba incluso la ropa de cama que era demasiado ligera para esta época, las almohadas colocadas como yo lo hacía. Primero las rectangulares y luego las redondas. Se podía ver el vestidor ya que la puerta que conducía a éste estaba abierta. Y el techo del vestidor era de cristal.
Entré al vestidor reservando el dormitorio para el final. El sueño de toda mujer era tener un vestidor como el de Carrie Bradshaw, lleno de zapatos.
Yo no tenía tantos zapatos como ella pero a cambio tenía la ropa de mi marido. Salí del vestidor sin cerrar la puerta ya que volvería a entrar para recoger mi ropa. El dormitorio… hay tantas noches aquí, la mayoría dormidos los dos abrazados, otras yo sola, a veces con Ethan en medio, con la cuna en mi lado de la cama, Edward solo…
En el dormitorio se escondían grandes historias, más grandes que las del salón si cabe.
En frente de la cama estaba el baño y a su izquierda un tocador el cual me pertenecía solo a mí. Abrí uno de los cojones y me encontré con el estuche azul marino el cual sabía perfectamente lo que contenía, un reloj. Un reloj con diamantes en cada hora bañado en oro blanco que Edward me había regalado el pasado verano por nuestro aniversario. En el cajón de abajo se encontraba todo mi maquillaje y en el del otro lado bajo contraseña estaban mis joyas.
La mayoría regalos de Edward eran porque sí, porque le apetecían. Las primeras veces que me regaló algo lo deje pasar, le agradecía pasando la noche despiertos pero cuando se empezó en convertir en rutina le empecé a regañar. Me sentía extraña recibiendo cosas tan costosas además de que yo nunca le regalaba nada porque sí, siempre era por algún motivo especial. En ese cajón, el cual era más grande que los dos anteriores, mi joya favorita era una cadena de plata con un anillo de oro grabado por dentro. Era de Edward por supuesto y era el anillo de compromiso.
Recuerdo que al día siguiente de que me lo diera no me lo puse en la mano como sería habitual si no que me lo colgué del cuello. Esa noche fuimos a cenar a casa de sus padres para darles la noticia y Edward estaba en una actitud extraña hasta que de mala leche me preguntó porque no me había puesto el anillo, si no quería que lo supiese nadie o si no me había gustado. Su mal humor se esfumó en cuanto me saqué la larga cadena de por dentro de la camiseta y se lo enseñe. Desde ese día prefirió que lo llevase de esa forma porque según él, estaba más cerca de mi corazón.
La siguiente estancia a la que entré fue el baño.El baño era grande, luminoso, en tonos crema y chocolate. En el centro estaba la gran bañera en la que Edward y yo habíamos compartido grandes momentos y también frustraciones. Como cuando tuvo que repetir todos los planos para uno de los puentes más importantes de Seattle.
Al salir del baño el cual todavía olía al gel de Edward de esa mañana me encontré con unas cajas de cartón apiladas a la derecha de la puerta. En una de ellas había una nota pegada con celo que ponía Bella con la inmaculada letra de Edward. Cogí las cajas y las metí al vestidor. En pocos minutos estuvieron llenas con mi ropa y algunas cosas más como maquillaje o el cepillo de dientes. Ver el vestidor semivacío era extraño y dolía.
Miré el reloj del despertador de Edward que marcaba la una y media de la tarde por lo que decidí ir bajando las cajas al recibidor. Subí y bajé las escaleras cuatro veces y la última me demoré más que en las anteriores haciendo una foto mental del nuestro dormitorio. Cerré la puerta ahogando un sollozo y bajé por las escaleras con una caja en mis manos mientras la puerta principal se abría. Inminentemente una sonrisa se extendió por mi cara al pensar que Ethan estaba detrás de esa puerta.
Pero tras ella estaba Edward vestido con unos vaqueros negros, una camisa gris metida por dentro del pantalón y corbata.
Me paré en medio de las escaleras y le miré a la cara, tenía una sonrisa en sus labios pero esta se quitó en cuanto me miró mejor lo que me hizo preguntarme si esperaba que yo fuese otra persona y eso hizo que mi corazón se estrujase.
-Hola Edward- dije en tono amable.
-Hola Bella, veo que has usado las cajas.
-Sí y muchas gracias.
-No ha sido nada estaban estorbando en el garaje, creo que son de cuando compramos las lámparas del salón.
Asentí sin decir nada más mientras bajaba los pocos escalones que me nos separaban y ponía la caja junto a las otras.
-Bueno… - dije con un suspiro mirando hacia arriba.- Iré al baño, ¿te importa?
-No claro, es tu ca… ya sabes dónde está.- dijo apartándome la mirada.
El baño de abajo se encontraba un poco antes de llegar a las puertas francesas y tan solo fui allí para librarme de la tensión que había en el ambiente.
Mientras estaba en el baño reponiendo fuerzas para el que sería el adiós definitivo es cuché como se abría la puerta y la voz de mi pequeño retumbaba por toda la casa contando su viaje a Forks. Abrí la puerta para verle y abrazarle después de estos tres días y me encontré con una de mis imágenes favoritas; Edward levantaba a Ethan por encima de su cabeza como cuando era un bebé a la vez que a Edward se le marcaban los músculos de sus brazos y abdomen que escondía tan bien bajo las camisas y las chaquetas.
Esa imagen me dio un tirón al corazón, sería la última vez que la viese.
-¡Mamá, mami has vuelto!, ¡has vuelto a casa!- oh dios mi hijo creía que había vuelto a casa definitivamente.- papá ya no tienes que estar triste cuando comemos porque no te gusta la comida de Lauren. Ahora mamá ya hace la comida otra vez, ¿verdad?
Edward y yo nos miramos con caras tristes al no saber cómo explicar a un niño de 4 años que sus padres se van a separar.
-Mi amor- dije todavía mirando a Edward pero refiriéndome a Ethan. Por un momento la mirada de Edward volvió a ser la mirada que me regalaba cuando todavía estábamos juntos, una mirada llena de amor y de cariño que se desbordaba por cada pupila- ven vamos al salón y hablamos- cogí a Ethan como cuando era un bebé (al estilo novia) y lo llevé al sofá sentándolo entre Edward y yo.
-Pero tengo hambre mamá, y hace mucho que no comemos en casa…
-Lo sé cariño pero es importante, solo un momentito, ¿vale?
-Campeón tu mamá y yo ya no vamos a vivir en la misma casa.
-Tú y papá viviréis aquí y yo viviré en el piso en el que dormiste la semana pasada, ¿te acuerdas?
Nuestro niño nos miró de hito en hito a su padre y a mí creando una gran tensión. Finalmente se echó a llorar desconsoladamente como nunca le habíamos visto llorar.
-Ethan cariño tranquilo, tu papá y yo vamos a seguir estando contigo como antes. Además tendrás dos camas y muchos más juguetes.
Nada de esto parecía ceder aunque solo fuese un poco su llanto.
-Cielo, no llores ¿vale?- Edward abrazó a nuestro pequeño y me dio una mirada llena de odio. No lo culpaba yo sentía el mismo odio hacia a mi misma por hacer sufrir a lo mejor de este mundo. ‘’Vete’’ vocalizó Edward sin emitir sonido alguno.
En este momento las lágrimas corrían sin descanso por mis mejillas mientras me levantaba del sofá. Cuando estaba cargando la primera caja se oyó un sonido mucho más fuerte. Ethan ya no solo lloraba sino que también gritaba.
-Mamá, mamá no te vayas, mama por favor no te vayas mami…- dijo cayéndose de rodillos a mis pies y agarrándome del pantalón. Me agaché para cogerle y consolarle, si seguía gritando así se iba a hacer daño en la garganta.
Una vez que lo tuve cogido se pegó a mí como una sanguijuela. Sus pequeñas piernas me rodeaban la cintura y sus brazos me apretaban tanto el cuello que me costaba tragar saliva.
-Ethan tranquilízate , ¿vale mi vida?- dije dándole un beso en la mejilla.
Edward estaba apoyado en el arco del salón con lágrimas en sus mejillas y la mirada fija en nuestro hijo.
-No te vayas mami, no te vayas. ¡Papá dila que no se vaya!- gritó desesperadamente a su padre.- ¡díselo!
Edward claramente no sabía qué hacer asique opte por intervenir para al menos calmarlo en este momento.
-Mi vida vamos a hacer un trato, ¿vale? Yo preparo la comida, comemos los tres y luego tú te echas la siesta sin llorar, ¿te apetece? – no dijo ninguna palabra solamente asintió pero no paró de llorar.
Edward cogió a Ethan de mis brazos y lo llevó al salón donde oí la televisión y a Edward hablando pero sin respuesta de Ethan. Después de varios minutos Edward salió del salón quedándose en frente mía.
-Espero que no te importe, no he visto otra salida.- le dije cohibida por su mirada de furia.
-No me importa mientras no haga más daño a mi hijo. ¿Ahora no hay otra salida?, ¡la salida la tuviste hace 5 meses Bella!
-Edward lo sé, lo siento, perdóname. Pagaré a un gran precio mi error de por vida. Solo te pido que no… me alejes de él.
-Eso da igual Bella el daño ya está hecho. Ethan jamás tendría que haber crecido en una familia separada, jamás. Tenía que ser un niño feliz sin más preocupaciones que elegir el juguete que llevaría a la guardería, no en que casa le toca quedarse hoy.- dijo quemándome con sus ojos- a mí me has destrozado totalmente, y no quiero que mi hijo pase por lo mismo si yo lo puedo evitar, es por eso que le seguirás viendo, por su felicidad no por la tuya.- se dio media vuelta y volvió al salón junto a Ethan.
Me tapé la boca para que Ethan no me escuchase llorar y después de varios minutos en los que me obligué a tranquilizarme me dirigí a la cocina a hacer la comida.
Me sentía extraña volviendo a cocinar ahí. Había cocinado un montón de veces pero esta sería la última.
No quise hacer nada elaborado así que de primero preparé arroz con tomate y de segundo pechuga de pollo empanada.
Una vez sentados en la mesa en los lugares correspondientes de cada uno comenzamos a comer en silencio.
-¿Y qué tal en Forks cielo?- pregunté
-Ben…. Pero hace mucho frío. Y hemos visto muchos osos.
-¿Y a qué son grandes?- le dijo Edward.
-Si…- contestó con una sonrisa pero mirando al plato.- pero a mí me gustan mucho más los peces que pesco con el yayo Charlie.
-Pero ¿cómo? ¿Te gusta pescar y luego no te comes el pescado?- dije haciéndole cosquillas en un costado. Ethan se empezó a reír y nos arrastró a los demás con él.
Después de haber puesto el lavavajillas fui al salón donde Edward tenía cogido a Ethan y veían la tele.
-Ethan vamos a dormir…- dije cogiéndole del regazo de su padre.
-No tengo sueño- dijo rascándose un ojo.
-Ethan si no te duermes no vas a estar despierto para cenar esta noche con Nicole.- ¿Nicole? ¿Quién demonios era Nicole?
-Vale ya me duermo- le subí a su habitación la cual seguía tal cual la recordaba. Pintada en azul celeste y con una cenefa blanca. Costó que se durmiera pero al menos no volvió a llorar como antes, cuando lo hacía así me desgarraba el pecho y más sabiendo que era mi culpa.Bajé las escaleras desde donde se podía oír la televisión del salón donde estaba Edward. Al entrar me miró un momento pero acto seguido continúo mirando la tele.
-Me voy. Ethan está dormido así que es mejor que esta noche se quede contigo además veo que tenéis planes.- me despedí dándome la vuelta.
-Bella…- nada más oir mi nombre me di la vuelta con esperanzas renovadas que terminaron en el suelo.- solo espero que todo te vaya bien.
-Gracias Edward e igualmente, te lo mereces- me di la vuelta y cogí todas las cajas de cartón para llevarlas a mi coche. Una vez las tuve metidas en el maletero me senté en el asiento del piloto mirando mi casa, mi familia la que había perdido por una estupidez mía.
Durante el camino controlé las lágrimas pero estas no tardaron en aparecer en cuanto entré en el garaje de mi edificio. Desde el portal se podía oír el teléfono sonar incesablemente al otro lado de la puerta. Entré dando un portazo y corrí a coger el teléfono.
-¿Bella dónde estabas?, llevo llamándote media hora.- era Emmett y su voz estaba seria pero no enfadada.
-He ido a recoger unas cosas a casa de Edward y he tardado más de lo que esperaba.
-Rose está de parto.
-¿Qué?, no puede ser si aún no está ni de 8 meses.
-El bebé será prematuro.
.
EDWARD PVO
Hoy estaba especialmente nervioso. Intentaba engañarme pensando en que sería porque esta noche Nicole, mi psicóloga, venía a cenar.
Había tenido la primera consulta con ella hace dos semanas. Era realmente simpática y alocada. Tenía programadas tres citas a la semana y en la del jueves pasado le había hablado sobre Ethan. Con ella me era fácil hablar y abrirle mi corazón aunque ese no fuese un sitio reconfortante en estos momentos. Le comenté que Ethan tenía pesadillas y no había podido dormir bien por lo que me dijo que si quería podría venir a cenar a casa hoy y así conocerle en su ambiente para tratar lo de sus pesadillas.
Realmente no estaba nervioso por Nicole, sabía de sobra que se iba a llevar estupendamente con Ethan. Nicole tenía una parte de niña que todavía no había muerto en su interior aunque realmente seguía siendo un niña porque solo tenía 26 años, acababa de terminar la carrera.
Estaba nervioso porque sabía que Bella en estos momentos debería de estar en casa recogiendo lo único que me quedaba de ella, llevándoselo consigo.
A las 12 no pude más en la oficina y fui a casa. No me iba a engañar quería volver a verla. La sigo amando aun con todo el daño que me haya hecho. La vi bajar las escaleras con una caja en las manos y sonriente, hacía mucho que no la veía sonreír. Fue fácil pensar que era un simple día normal en el que yo llegaba pronto del trabajo y ella estaba en casa esperándome.
Me sorprendió su manera de vestir. Estaba a acostumbrado a verla vestida de manera elegante y delicada y siempre con tacones, pero hoy llevaba unos jeans, converse y una camisa blanca de botones con un fular a juego con las converse.
Aunque tenía un nudo en el estómago pensando que sería la última vez que la viese salir por la puerta de nuestra casa no pude evitar el odio en mi interior cuando vi como lloraba Ethan. Nunca había llorado así. Así que con pesar la dije que se marchara, pero claro nuestro hijo no la iba a dejar irse y lo peor fue cuando me exigió que no la dejara irse.
‘’si por mi fuera, mi vida’’ pensé. Si por mi fuera nunca habríamos dejado de ser una familia pero ella prefirió a otro hombre que no éramos ni mi hijo ni yo y eso… eso era insoportable.
Accedí a que hiciera la comida para mí, eso era lo natural y hacía mucho que no probaba su comida. La de Lauren no era mala pero estaba sosa comparada con la de Bella.
Durante la comida el ambiente aminoró e incluso reimos por un momento. Después Bella fue a acostar a nuestro hijo para después despedirse.
-Espero que seas feliz, te lo mereces. – dijo antes de perderse de mi vista.
¿Ser feliz? No, yo creo que ya no conocía la palabra felicidad y tampoco iba a intentar encontrarla. Ella era mi felicidad pero también había sido mi tristeza, mi dolor y muchas cosas más que empañaban la felicidad y el amor. No pude evitar que saltaran algunas lágrimas cuando la vi alejarse en el coche.
Por la tarde mi madre estuvo trajinando en la cocina insistiendo en hacer ella la cena para Nicole olvidándose de que yo sé cocinar.
Ethan se pasó toda la tarde viendo la tele después de haber vuelto a llorar un poco porque Bella se había ido pero le reconforté diciéndole que la vería mañana.
A las 8 estaba saliendo de la ducha cuando mi madre me gritó desde abajo que se iba y que la cena estaba en el horno. Me vestí con un pantalón de vestir y una camiseta negra a rayas. Ethan se puso una camiseta de manga corta verde, unos pantalones vaqueros negros y una camiseta de algodón blanca por debajo.
Estaba abajo en la bodega buscando el vino cuando sonó el timbre.
-Edward. – dijo Nicole dándome un abrazo.
-Hola Nicole, espero que tengas hambre. Mi madre se ha pasado toda la tarde cocinando.
-Ummm si soy una chica con un apetito insaciable. A veces me pregunto si no tendré un hueco en el estómago por el que se me va la comida.- dijo haciéndonos reír.
-Hola- dijo un tímido y desconocido Ethan detrás de la barandilla de las escaleras.
-Vaya, tú debes de ser Ethan, ¿no?- le preguntó caminando hacia él- tu papá me había dicho que eras un niño pequeño pero tú ya eres un hombrecito- definitivamente Nicole sabía ganarse a un niño después de ver como la sonreía Ethan.
Durante la cena la conversación se centró en hablar con Ethan y por ningún motivo salió Bella en ella. Antes del postre Ethan se estaba quedando dormido encima del plato por lo que le llevé a su habitación, le puse el pijama y le metí en la cama. Cuando bajé Nicole estaba metiendo los platos de la cena en el lavavajillas y en la mesa ahora se encontraban los platos del postre.
-Nicole no es necesario- dije quitándole una copa de las manos.
-No importa de verdad además, ¿qué mínimo?, esta noche me lo he pasado en grande.
-¿Debo suponer que te encanta mi hijo?- dije una vez sentados en la mesa y con un pedazo de tarta de limón en cada plato.
-Ethan, es un niño muy alegre, risueño… tiene la capacidad de hacerte olvidar todo lo malo que te ha pasado durante el día y también de querer abrazarlo muy fuerte todo el tiempo.
-Me encanta que te guste mi hijo. Es lo más importante para mí.
-Lo sé y Edward….- se paró de repente y parecía que no tenía intenciones de retomar la conversación.
-Nicole puedes decir lo que quieras. Aunque nos conozcamos desde hace poco confío en ti.- ella me respondió con una gran sonrisa y mirándome de un modo realmente especial que me hizo apartar la mirada.
Me levanté y con un gesto la insté a que me siguiese hasta el salón. Se paró en el aparador de al lado de la puerta donde había una gran cantidad de fotos.
-¿Es Isabella?- dijo inclinando la cabeza hacia una foto en la que estábamos en la boda de Tanya.
-Sí, es ella.
-Mmmm… es… muy guapa.
-Sí… -dije perdido en los recuerdos- pero supongo que no estamos aquí para hablar de mi ex-mujer- me costó decirlo en voz alta. Bella para mí siempre sería mi mujer, siempre- ¿qué era lo que me ibas a decir en la cocina?
-No me acuerdo…-
-Venga Nicole que eso lo haga mi hijo que tiene cuatro años lo entiendo, ¿pero tú?
-Me gustas Edward, me gustas mucho.- yo me dejé caer en el sillón que estaba detrás de mí. Esto no entraba en mis planes. No me mentía. Nicole me atraía físicamente, era preciosa y tenía unos ojos muy expresivos pero yo solo quería a Bella y ahora mismo no quería estar con nadie. Además, Nicole merecía un hombre completo, al que no le hubiesen hecho daño, que pudiera amarla sin prejuicios de relaciones anteriores y desde luego yo no era ese hombre.
-Nicole yo…
-Espera, déjame terminar por favor. Me gustas tú al completo. Me gusta tu forma de hablar intentando abarcar todos los detalles, tu manía de tocarte el pelo y mover la pierna izquierda cuando estás sentado, me gusta la manera tan cariñosa con la que tratas a tu hijo, me gusta tu olor, la forma de tus labios cuando comes…
-Nicole
-Edward sé que Isabella sigue en ti y seguirá en tu cabeza toda la vida por que fue tu primera mujer y la madre de tu hijo pero déjame ayudarte a borrarla de tu corazón aunque solo sea como tu psicóloga. Aunque siempre habrá una parte de mí que prefiera ser algo más.
-Nicole… solo te puedo ofrecer mi amistad. Yo ahora mismo estoy roto, perdido… te mereces a alguien que esté completo.
-Tú estás completo para mí. Déjame reencontrarte, deja que te ayude a olvidarte de Isabella.
-Nicole es que yo ahora mismo no quiero olvidarme de Bella. Sé que suena estúpido e incomprensible pero así es. Si empezara algo contigo sentiría que la estoy traicionando, bueno realmente no a ella, pero sí a mi amor por ella. Me mentiría a mí mismo y ya no quiero más mentiras. Pero a cambio te pido que seas mi mejor amiga. Tú me entiendes y me soportas, te necesito en mi vida pero como amiga. No me pidas más por favor.
-Claro Edward.
-¿Y por favor nuestra relación paciente- psicóloga puede ser la misma?
-No Edward nuestra relación será amigo-amiga-me respondió contra mi pecho.
-Gracias- dije abrazándola.
-No sé por qué.
Tomamos una copa de cava y después Nicole se fue a su casa dejándome totalmente confundido.
Por un lado estaba mi familia la cual no quería otra cosa que verme feliz. Sabía que Esme había venido esta tarde a casa no solo para hacer la cena sino para asegurar una velada perfecta y quizás para que pasara algo más.
Luego estaba Ethan, él no entendería el cambio en la familia aunque no se opondría a que Nicole estuviera conmigo, le había gustado.
Y luego estaba yo. Yo quería a Bella, yo no podía imaginar volver a tener una vida en pareja que no fuese con Bella. Además si quisiese podría tener a Bella de regreso con una llamada pero no quería hacerme más daño.
Me fui a la cama con una resolución; de momento no me negaría a rehacer mi vida pero no empezaría una relación con nadie.