miércoles, 25 de enero de 2012

capitulo 19

Capítulo 19
''Déjame sanarte''
Bella PVO

-¡Mamá!- gritó mi hijo desde el baño alargando a última ‘’a’’.
-¡Voy cielo!- contesté mientras me levantaba del sofá.
Entre al baño donde mi hijo llevaba media hora metido en la bañera. El baño estaba bañado en vapor y las paredes de azulejos lloraban, eso por no hablar del suelo. El suelo parecía un lago. Había agua por todas partes y varios de los juguetes de Ethan estaban tirados por él suelo.
Esta observación tardé en hacerla escasamente 10 segundos, los mismos segundos que mi hijo había necesitado para cargar su pequeña pistola de agua y empaparme con ella. Volví a salir al pasillo para quitarme el agua de los ojos mientras al otro lado las estruendosas carcajadas de mi hijo parecían que no tenían prisa por cesar.
Me sequé la cara con las mangas del jersey, el cual estaba empapado por la parte del pecho, y volví a entrar con paso decidido.
-Ethan…- dije en tono amenazador y en suspense.- sal del baño porque te acabas de ganar el castigo de tu vida muchachito- le dije en un fingido tono de enfado. Mi hijo me miró asustado y acto seguido se puso en pie en la bañera. Cogí una toalla  y le rodee su pequeño cuerpo con ella para finalmente llevarle cogido hasta mi habitación, ahora la habitación de los dos.

Lo tumbé en la cama sobre la toalla mientras le repartía crema hidratante por el cuerpo y un poco de colonia de Nenuco. Un incómodo silencio se había interpuesto entre nosotros y Ethan me miraba expectante, esperando ese castigo.
-Mami lo chiento- me dijo en voz pequeña y poniendo una de sus manitas en mi mejilla.
¿Y cómo no iba a pasar por alto ese castigo que en ningún momento había pensado en ponerle cuando me miraba así? En estos momentos era cuando más me recordaba a Edward y sus maneras de convencerme de algo.
Acto seguido comencé a hacerle cosquillas y ambos caímos en la cama con dolor abdominal por las risas.
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Ya en la tranquilidad de la noche, cuando Ethan llevaba dormido una hora y yo estaba tendida en el sofá viendo la tele mi mente, como cada vez que tenía un rato libre, iba hacia Edward.
No sabía nada de él desde hace una semana y a parte de preocupada estaba ansiosa. No estaba tranquila de que Edward estuviese con Nicole y ahora completamente solos. Edward veía a Ethan todos los días en el parque pero no era yo quien le llevaba si no Alice. Además ellos  habían arreglado sus diferencias y su relación volvía a ser casi como antes.
Ayer había recibido una llamada de Jacob informándome que Edward había retirado la demanda por la custodia.
¿Estaría bien Edward? ¿Le habría absorbido aún más el cerebro Nicole? ¿Habrá reflexionado sobre mi hallazgo? En estas preguntas sin respuesta estaba, cuando el sueño me venció y con mis últimas energías me dirigí a mi cama en la cual un pequeño príncipe estaba profundamente dormido a sus anchas.
Le aparté un poco, lo suficiente para meterme en la cama y pasé un brazo por sus pequeños hombros antes de quedarme dormida.
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A la mañana siguiente después de una batalla con Ethan por que se vistiera con una camiseta roja y no con una de su equipo predilecto de béisbol lo dejé en la guardería. En casa me aburría bastante. Una vez tenía la casa recogida, no sabía que más hacer por lo que hace tres días opté por salir a correr. Hacía mucho que no hacía ejercicio, concretamente nueve meses.
Cogí las llaves del coche del platillo que estaba en la cocina y me dirigí a la puerta cuando sonó el teléfono.
-¿Sí?- pregunté.
-Bella, tengo que hablar contigo. Es urgente- me pidió una persona completamente histérica al otro lado de la línea.
-¿Qué pasa Alice?- le exigí más que pregunté.
-Es Edward. No sabemos dónde está. No ha venido a trabajar desde hace una semana, no contesta al teléfono y en su casa no está.- me informó  a una velocidad que se me hizo difícil entenderla.
-Calma Alice. ¿Ayer no viste a Edward cuando fuiste con Ethan al parque?- le pregunté intentando calmarla a ella y calmarme a mí.
-Lleva sin ir al parque exactamente eso Bella, una semana.
-¡¿Qué?! ¡¿Y por qué no me lo has dicho?!- le reclamé enfadada.
-Pues no sé porque no te lo he dicho. Bella por favor piensa en algún lugar donde pueda estar, por favor… todos estamos al borde de un ataque de nervios. Pensamos que Nicole se lo ha llevado a alguna parte… bueno da igual ayúdanos por favor.- me pidió desesperada.
-No tienes que pedirlo Alice. Haremos esto, tú vete a buscar a Ethan a la guardería cuando salga, a las dos. Y yo iré a buscar a Edward a todos los sitios posibles donde pueda estar.
-Gracias Bella. Llámame en cuanto sepas algo, mantenme informada  porque estoy de los nervios.
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Antes de terminar de hablar con Alice ya tenía un destino donde ir. La consulta de Nicole.
Busque la dirección en google y ahora me dirigía hacia allí, si Nicole no estaba en la consulta porque se había ido de vacaciones con Edward, habría dejado algún tipo de aviso, ¿no?
Pero en la puerta no ponía absolutamente nada. La consulta de Nicole estaba en un edificio de pisos dedicados solamente para trabajar aunque bien se podía vivir allí también. Si Nicole no estaba trabajando podía estar en su casa pero si Edward tampoco está trabajando lo más seguro es que estuviesen juntos en casa, en nuestra casa.
Volví al coche en dirección a la que fue nuestra casa y al llegar me fijé en que no había ningún coche en la puerta. Si por lo menos estuviese Edward habría un coche aparcado en la calle, pero la calle estaba vacía. Traspasé la puerta que daba al jardín delantero y avancé por el pasillo de piedra hasta la puerta de madera. Pensé en abrir con mi llave pero no quería encontrarme con ninguna escena subida de tono, así que llamé al timbre. Esperé al menos cinco minutos llamando varias veces pero ninguna me dio respuesta por lo que opté a abrir con mi llave.
Estaba intentando prepararme mentalmente para encontrarme con una escena poco agradable para mi corazón pero no estaba preparada para lo que vi en realidad. No vi nada y a la vez vi demasiado. El recibidor no estaba tal cual lo conocía, todo estaba igual pero diferente. El suelo estaba lleno de papeles y objetos rotos como marcos de fotos y algún jarrón. Entré en el salón para encontrarme con la misma escena solo que los papeles habían sido sustituidos por las películas y cd’s que guardábamos en la estantería al lado de la tele.
El miedo llenó mi cuerpo de forma alarmante al ponerme en lo peor. Sería que habían entrado a robar, Edward había sorprendido a los ladrones y estos le habían hecho daño.
La respiración se me cortó por varios segundos al imaginarme la escena. Corrí lo más rápido que pude por las escaleras hasta llegar al segundo piso. Caminé hacia nuestra habitación mientras las lágrimas corrían por mi cara y mis piernas parecían más incapacitadas para soportar mi cuerpo. Abrí las puertas de nuestro dormitorio preparada para lo peor pero allí la situación era la misma. Los marcos de las fotos rotos en el suelo, la cama deshecha y en el baño todos los botes de gel y champú estaban tirados. Algunos se habían abierto y se había derramado el líquido por el suelo.
Había recorrido toda la casa y no había rastro de Edward por ningún lado, mucho menos de Nicole. Bajé las escaleras y me senté en el último escalón presa del miedo y de los nervios.
Rodee las rodillas con los brazos y hundí la cabeza en ese espacio para comenzar a llorar. Lloré por la frustración de no saber nada, por el miedo que tenía de que a Edward le hubiese pasado algo malo, por la culpa. Porque si no hubiese sido por mi error estaríamos juntos y nada de esto habría pasado. No sé si pasaron minutos u horas pero cuando me calmé un poco y paré de llorar me fijé realmente en todas las cosas esparcidas por el suelo. No eran simples papeles. Eran fotos, fotos nuestras. Y todas estaban rotas, pero rotas por el mismo lado, por mi cara. ¿Tanto me odiaba Edward?, ¿tanto daño le había hecho?
Me agaché a recoger una foto al azar que estaba dada la vuelta. Mi cara estaba recortada pero mi cuerpo no y Edward estaba con el guapo subido ese día en Forks…
¡Forks! Pues claro como no se me había ocurrido antes. Edward siempre iba allí para pensar, casi siempre solo. Yo lo había acompañado varias veces pero cuando íbamos de vacaciones, para esquiar.
En ese instante las preguntas sobre Edward y sus sentimientos hacia a mí quedaron a un lado. Me volví  a montar en el coche en dirección a mi casa. Cogería algo de ropa y me iría hoy mismo a Forks. Con suerte llegaría antes de la cena y la noche no se me echaría encima  por el camino.
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Una hora más tarde estaba conduciendo a 140 kilómetros por hora en la autovía que llevaba a la Península Olympic y luego de allí me tendría que desviar a una carretera secundaria hasta llegar a Forks, al centro de Forks. Después buscar la carretera hacia Oregón y meterme por un camino de grava a los 10 kilómetros para llegar a la casa.
Miré la hora y eran las dos, Alice debería estar yendo a recoger a Ethan al colegio. Recodé la petición de Alice y sin más dilatación la llamé. Me daba igual en ese momento estar incumpliendo una ley, estaba desesperada y eso para mí era suficiente para justificar mis actos.
Al tercer timbrazo Alice respondió el teléfono me dijo que estaba con Ethan en el coche y que ahora se lo llevaba a su casa a comer. La dije lo que ya sabía que Edward no estaba en casa pero que en la consulta de Nicole tampoco había ningún aviso de que iba a ausentarse. Puso el grito en el cielo cuando la informé de que estaba de camino a Forks. Me exigió que volviera en ese mismo instante a Seattle y que fuéramos toda la familia. Me costó bastante convencerla de que no fuesen a Forks argumentando que quizás Edward no estuviese allí. Tan solo era un pálpito, una idea de dónde podría estar  pero en algún lugar de mi cabeza sabía que era allí donde se encontraba.
Paré dos veces antes de llegar a Forks, una para repostar y otra para comprar un café. Tuve que preguntar a uno de los residentes del pueblo por donde se salía a la carretera de Oregón y una vez comencé a adentrarme en el camino de grava las manos me empezaron a sudar y el corazón se me aceleró. Todo lo rápido que me iba el corazón no era nada comparado con la velocidad  a la que latía cuando llegué a la casa y vi el volvo. El volvo plateado de Edward. Por primera vez en dos semanas respire tranquila y profundamente. En ese momento una pregunta se me pasó por la cabeza, ¿estaría con Nicole? Bueno realmente no me importaba, necesitaba saber que estaba bien y si estaba con Nicole me iría inmediatamente.
Con pasos vacilantes me acerqué a la puerta y llamé con los nudillos, pues no había timbre, pero al igual que en Seattle nadie abrió por mucho que espere intente abrir la puerta pero estaba cerrada. Lo mismo había salido a dar un paseo, pensé mirando hacia el bosque. Esa opción quedó descartada en cuanto vi que el cielo se tornaba en colores rosáceos y morados y que en cualquier instante la oscuridad cubriría el cielo, por lo tanto no sería muy inteligente por parte de Edward irse por el bosque a estas horas.
Entonces pensé en el jardín. El motivo por el que habían comprado esta casa era en gran parte por el jardín. A Esme la encantaba el que no hubiese muros que limitasen el jardín y el bosque, la única complicación era llegar hasta la parte de atrás, pues había una gran colina cubierta de arbustos y helechos, además el hielo, tan común en Washington, no ayudaba mucho.
Decidida comencé a  subir. Me raspé las manos, me llené las botas de barro y me manché los vaqueros de verdín pero conseguí subir. No paré a recuperar la respiración, ni si quiera a valorar mi triunfo por poder subir fui directamente al jardín. Esquivando helechos y saltando ramas llegué hasta los bordes del jardín donde comenzaba la hierba sembrada artificialmente y terminaba la maleza.
Miré hacia las ventanas de los dormitorios que al no tener cortinas ofrecían una amplia vista del interior de la casa. No vi ninguna persona, ni si quiera una sombra. Avancé hasta la puerta francesa que conducía directamente a la cocina pero no llegué a entrar.
Entre las macetas de Esme estaba Edward. Un Edward desconocido.
Estaba arrodillado en posición fetal, con la cabeza metida entre los brazos y desnudo. No me fijé mucho pero si pude apreciar que sus músculos habían aumentado.
La razón llegó a mí y lo primero que despertó fue el instinto protector. Estaba desnudo tirado en el frío suelo de piedra deshace dios sabe cuánto tiempo y la temperatura era glacial.
Me acerqué a él rápidamente y me puse a su altura.
-¡Edward! ¡Edward!- le llamé zarandeándole los brazos. Estaba entrando en un estado de ansiedad al no obtener ninguna respuesta por su parte, ni siquiera levanto la cabeza.
-¡Edward!- grité desesperada y ya con lágrimas en los ojos.
Parece que mi grito lo devolvió a la realidad y levanto la cabeza pero no hacía mi dirección si no hacia el frente. Lo abracé aliviada y dándole el calor corporal que había perdido.
Sus brazos fueron correspondiéndome poco a poco y de forma débil.
-¿Bella?- preguntó en tono incrédulo y fascinado-¿Bella?- repitió en el mismo tono pero con una sonrisa.
-Sí Edward. Vamos te estás congelando- intente levantarle pero por muy débil que estuviese no podía con su peso. Tardó un poco en responder pero al final terminó levantándose él solo.
A pesar de su desnudez no parecía estar cohibido y realmente no tendría por qué estarlo, conocíamos los cuerpos del otro mejor que el nuestro pero aun así había pasado tanto tiempo… caminaba detrás de mí hasta que abría la puerta de la cocina y se colocó delante de mí.
Tenía el ceño fruncido y sus ojos se paseaban ansiosamente por todo mi cuerpo. Una de sus manos fue a mi brazo y la otra me acarició la mejilla suavemente, casi con temor. Su mirada sin embargo era tan extraña… había incredibilidad, miedo, dolor…
-¿Estás aquí?- me preguntó en un susurro. Como respuesta le toque la mano que tenía e mi mejilla. -¿por qué?
-Porque todos estábamos preocupados. Desapareciste…- le expliqué con dolor.
-Bella yo lo siento, debí creerte sobre Nicole. Vivía con una psicópata en casa y lo peor obligué a mi hijo a hacerlo y si hubiese llegado a pasar algo yo….- le corté poniendo un dedo en su boca.
-Hablaremos luego. Vete a dar un baño caliente, estás helado. Yo mientras prepararé la cena.
Edward se limitó a asentir y me quito las manos de encima con una expresión de ¿pesar?
Comencé a hacer la cena con los pocos alimentos que había allí. O sea arroz blanco cocido y tomate frito en conserva. Para beber no teníamos agua embotellada y a del grifo no era portable pero en el salón había una gran vitrina llena de vinos. Cogí uno al azar de la cosecha del 2005. Solo pensé que no fuese uno de los vinos que Carlisle tiene reservados para él.
Estaba descorchando la botella cuando Edward llegó a la cocina. Le eché un rápido vistazo. Llevaba pantalones de chándal que imitaban al plástico y un jersey de lana bastante grueso que era ideal para el frío de Forks.
Se acercó hasta mí y me quitó el saca-corchos de las manos para continuar haciéndolo él.
-Huele bien. ¿Había comida en la despensa?- preguntó como si fuésemos la pareja que éramos antes.
Yo me sonrojé, algo que llevaba sin hacerlo bastante, y bajé la mirada mientras asentía. Volví a estar consciente de la situación cuando nos fuimos a sentar en la mesa y vi un rastro de sonrisa en su rostro.
-¿Ya es luego? –preguntó mientras esperaba a que el arroz que había cogido en el tenedor se enfriase.
-Supongo- me limité a contestar.
-Bien…- comenzó suspirando y dejando el tenedor en el plato- yo… siento mucho el no haberte creído hace dos semanas cuando fuiste a casa para abrirme los ojos. Pero Nicole nunca demostró ser una mala persona frete a mí.- hizo una pausa por si quería añadir algo pero continuó rápidamente- pero el otro día sin querer me encontré con la carpeta azul que traías ese día y no pude evitar leerlo. Y dios… no sabes cómo me arrepentí en aquel momento de no haberte creído, de haber puesto los celos como la causa de que te comportaras así, pero sobre todo me arrepentí de haber hecho convivir a nuestro hijo con una persona como ella y de que por su culpa me comporté así contigo las últimas veces que nos vimos.
-¿Por su culpa?- pregunté de forma ahogada quitándome una lágrima de la mejilla.
-Sí, por su culpa.- me contestó mientras se inclinaba más hacia la mesa quedando así nuestras caras más cerca- ella me llevaba a… ‘’castigarte’’ por tu… engaño- soltó la última palabra como si fuera un insulto.- y yo fui un imbécil, por dejarme llevar y manipular y todo es mi culpa.- agachó la mirada impidiéndome verle el rostro. Mi instinto me llevó a su lado arrodillándome junto a él y levantándole la cabeza para poder verle. Él también estaba llorando. Solo una mirada bastó para que las lágrimas que habíamos derramado se convirtieran en ríos que recorrían nuestros rostros. Y de un momento a otro los dos llorábamos sin consuelo en suelo, abrazados y apoyados contra el lavavajillas. Había algo bueno en nuestras lágrimas y es que sin darnos cuenta habíamos comenzado a hacer lo que tanto hemos deseado estos meses, sanar.
No sé el tiempo que transcurrió pero cuando dejamos de llorar me aparté de su agarre para ponerme en frente suyo. Era hora de que hablase yo.
-Bella no sabes cuánto siento haberte provocado el ataque de ansiedad y…- le callé de nuevo poniendo un dedo en los labios.
-Tú no fuiste fue Nicole. Ella fue la que amañó todo para que pareciera que tú querías quitarme a Ethan y así yo pudiese odiarte.
-Pero no te odio Bella- me confesó exasperado- y sobre lo que pasó en el restaurante… sabes que no me das… que no… eso. No me hagas repetirlo me cuesta volver a pensar en ello. Sabes que no podrías, tú me has dado lo más importante en la vida a Ethan. Y volvería a pasar por todos los malos ratos y todo el dolor- baje la cara al saberme responsable de ese dolor, pero él me la levantó poniéndome dos dedos en la mandíbula- si al final de todo estuviese Ethan…- le callé levantando la mano.
-Ahora me toca hablar a mí- anuncié-  todo. Todo esto que ha sucedido, ese día en tu oficina, en el juzgado, el día que viniste a mi casa, luego Nicole y todo lo que acarreo, todo es mi culpa.- Edward intentó protestar pero se lo impedí volviendo a taparle la boca con mi mano- porque fui yo la que te fallé a ti. Porque no supe ver lo que tenía ni… iba a decir conformarme pero esa no es la palabra adecuada. Porque conformarte es cuando quieres más y no lo puedes conseguir y por tanto te resignas pero yo no puedo hacerlo porque tenía todo Edward. Todo. Y lo perdí por ser una inmadura. Y es mi culpa; tu dolor, tus momentos depresivos y en los que no veías la luz al final del túnel, hasta que Nicole haya llegado a tu vida. De eso también soy culpable.
-Sé que te lo he dicho un millón de veces pero creo que hasta este momento no he sabido lo que significaba, ni la fuerza que albergaba esa palabra pero lo siento, de verdad que lo siento. Estoy arrepentida y quizás tú no me tienes asco porque eres un hombre maravilloso pero yo a mi misma sí.- le confesé mientras él no apartaba la mirada de mí. – y necesito tu perdón aunque no lo merezca. Necesito que me perdones, me encantaría poder borrártelo de la memoria pero no puedo. Y me siento culpable porque mi error nunca te va a dejar ser como eras antes, siempre vas a desconfiar y cuando encuentres a la mujer indicada para ti, también vas a desconfiar de ella aunque ella no se lo merezca y…
-Tú ya has hablado suficiente y ahora de nuevo es mi turno.- puso ambas manos sobre mis mejillas para que no perdiese ningún detalle de su futura confesión. – puede que tenga ese problema con la mujer indicada para mí, pero si ella se perdona a si misma todo será más fácil- no podía verme en un espejo pero estaba segura de que mis ojos estaban completamente abiertos.- Bella si de alguna manera lo de Nicole fuese culpa tuya, cosa que no es, al menos sabemos que ha servido para algo.
-¿P-Para qué?- pregunté.
-Para hacerme ver una cosa. Y es que no puedo llenar tu lugar con otra mujer, solo puedes ser tú, solo debes ser tú, solo te quiero a ti.- Edward esbozó una tímida sonrisa que contrastaba con los ríos secos de sus lágrimas en sus mejillas. Me quede tan perdida en el recuerdo de sus últimas palabras que no me había dado cuenta de que la sonrisa de Edward se había borrado, y que sus manos ya no estaban en contacto con mis mejillas.
-¿Qué haces Edward?- pregunté cuando vi que se levantó del suelo y caminaba en dirección al salón.
-Bella te acabo de confesar algo que me lleva matando toda la semana y te has quedado callada. Si no querías darme falsas esperanzas no deberías haber venido a buscarme. – confesó mientras se volvía a dar la vuelta. Mis piernas, que estaban dormidas debo añadir, se despertaron y comenzaron a correr hacia Edward chocándose contra su espalda.
-No es eso Edward, es solo que no lo esperaba. Estaba convencida de que me odiabas cuando he llegado a Forks y créeme que estar contigo es lo que más deseo.- No vi el movimiento de su cuerpo al darse la vuelta pero de un momento a otro sus brazos me rodeaban y estaba entre la encimera y su cuerpo y su boca junto a la mía.
Su beso fue igual a como los recordaba. Dulcemente exigente, parecía que intentaba llegar hasta el fondo de mi garganta peor sus movimientos eran dulces. Sus labios y los míos se acariciaban tiernamente reconociéndose y nuestras lenguas se enroscaban juntas con la misma sincronización que hace meses.
Mis manos bajaron desde sus hombros hasta sus nalgas tocando todo lo que se ponía en el camino. Las apreté contra mí suavemente y Edward soltó un gemido que nos hizo separarnos y así volver a respirar. Apoyé mi frente contra la suya mientras respirábamos agitadamente y él me subió a la encimera pegándonos más si cabe.


-¿Cómo te sientes?- me preguntó.
-Como si hubiera retrocedido nueve meses y a la vez hubiesen pasado años desde la última vez que te bese.- confesé. Él esbozó una sonrisa y me dio un suave beso en los labios, tan solo un roce.- pero Edward tengo que aclararte varias cosas- su mirada se apagó levemente y se apartó unos simples centímetros de mí pero que se me hicieron hectáreas.
-No, Edward. No es nada de eso es sobre Ethan.
-¿Está bien?, ¿le ha pasado algo? Dios llevo tanto sin verle.- me dijo mirándome fijamente.
-Está perfectamente pero esto- dije señalándonos- me gustaría que nos lo tomáramos con calma. Ser amigos, confidentes, volver a la relación que teníamos antes en el terreno emocional, volver a confiar. Tú me has hecho daño y yo te he hecho daño. Va ser duro, ¿lo sabes verdad?- él sintió con gesto serio- por eso prefiero que lo guardemos solo para nosotros de momento. Sobre todo que Ethan no se entere, él estaría feliz de ver a papá y a mamá juntos de nuevo pero, ¿y si falla? Le destrozaría y es muy pequeño.- le expliqué mi punto de vista con el máximo tacto posible.
-Lo entiendo y comparto tú decisión pero hay una cláusula del contrato que no has comentado y me es de vital importancia saberlo.- me dijo subiendo y bajando la mano por mi brazo.
-¿Cuál?- le pregunté en tono alegre.
-¿Puedo besarte mientras la prueba sale a flote?
-Siempre que quieras- le dije pasando la punta de mi lengua sobre su labio inferior- tan solo que delante de Ethan, ni de la familia no podemos hacerlo. Y por favor, sé que has dicho que me perdone a mí misma, pero no puedo. Déjame enmendar mi error ayudándote, déjame ganarme tu confianza, déjame ayudarte a sanar y cuando vuelvas a estar completo, ese será mi perdón.
-Uhummm- dijo antes de volver a besarme.
-Edward un momento hay otra cosa que no te he dicho.- le dije separándole de mi cuerpo un poco.
-¿Qué pasa ahora?- me preguntó en tono cansado y divertido.
-Tienes que llamar a tu hermana y a tu hijo. Todos están muy preocupados por ti- le dije dándole con el dedo índice en el pecho.
-Oh de acuerdo- dijo como si se acabase de acordar de que tenía familia y realmente creo que fue así.- pero después- dijo antes de volver a besarme.
Edward llamó a Alice y de paso habló con Ethan, yo también tuve que ponerme al teléfono porque no se creía que estuviese con su padre. Luego llamó a sus padres y finalmente pudimos cenar poniéndonos al día en nuestras vidas para poner el broche de oro, aquella noche volví a dormir rodeada por el calor de mis brazos favoritos, pegados como lapas y felices hasta límites insospechados. Esa noche no hicimos el amor, ni siquiera hubo leves roces pero sin embargo, entrará dentro de mis noches predilectas.


miércoles, 18 de enero de 2012

capitulo 18

Capítulo 18


Bella PVO

Sentía paz, tranquilidad y a la vez nerviosismo. Era imposible sentir una cosa si sentías la otra, pero yo lo hacía. No veía nada, todo era negro y por más que intenté abrir los ojos e incluso varias veces pensé que los tenía abiertos, todo seguía siendo negro.

Conté segundos, o el tiempo que yo pensaba que se correspondía a un segundo, conté más de 500 y finalmente por fin un nuevo sentimiento se instauró en mí. La impaciencia mezclada con el nerviosismo.

Abrí los ojos poco a poco, esta vez de verdad, solo vislumbré sombras. Una sombra clara se aproximó hacia mí.

-Señorita Swan- me llamó una voz desconocida- ¿señorita Swan?

Intenté contestar pero me fue imposible por lo que me limité a asentir. La sombra clara era la bata de una enfermera que estaba revisando los goteros del suero.

Poco a poco la realidad y la obviedad cayeron sobre mí como si de una leve lluvia se tratase.

-¿Estoy en un hospital?- pregunté aturdida.

-Sí, lo estás- me respondió una voz que conocía bien.

-Alice, ¿qué pasa… que ha….?- en ese momento recordé todo. Estaba en Seattle, la demanda por la custodia de Ethan, el viaje inesperado, las oficinas de Edward, Edward enfadado… y nada más.

En ese momento unos pitidos de los que antes no había sido consciente inundaron la habitación. Alice fue sacada a rastras de ella por la enfermera, mientras que un doctor intentaba tranquilizarme.

Diez minutos después la calma había vuelto y Alice volvió a mi lado.


-Bella…- me llamó tranquila.

-Alice, Alice trae me a Ethan trae a mi niño conmigo, por favor Alice…- dije a la velocidad del ave.

-Respira Bella. Tranquilízate.- Alice me daba suaves golpes en la frente- Ethan está bien. Está en la guardería como todas las mañanas. Y tú tienes que calmarte, has tenido un ataque de ansiedad mezclado a que estas semanas no te has alimentado precisamente bien has perdido el conocimiento durante dos horas. Así que clámate o no verás a Ethan.

-Pero Alice…- intenté convencerla de que solo me tranquilizaría si estaba junto a mi hijo.- tú no sabes lo que pasa.

-Edward me lo ha contado… o lo ha intentado. Él tampoco lo entiende-

-Edward miente. Él lo hizo, él lo sabe todo- los pitidos comenzaron a sonar cada vez más seguidos y Alice se levantó de la silla que estaba a mi lado para apoyar las palmas de sus manos en mis hombros, obligándome a apoyar la espalda en el colchón y a la vez a tranquilizarme.

-No sé qué es lo que pasa Bella, pero Edward está muy nervioso y a la vez cabreado.- como no iba a estarlo. Sus planes se habían visto arruinados y había incumplido la ley al falsificar datos en mi contra. Yo también lo estaría- Seguro de que quiere entrar para ver como sigues.-
-Pues yo no quiero verle- contesté tajante desviando la mirada hacia la ventana.
-Como quieras Bella- me dijo Alice con un gran suspiro- pero si lo dices por alguna de las chorradas como las que me ha dicho Edward de que ha intentado tener la custodia completa de Ethan, te adelanto que te equivocas de una forma terrible y que estás juzgando sin saber la verdad…
-¡No puedes saberlo Alice!- la reproché.
-Sí que puedo hacerlo. Bien sabes tú que todas las citas de Edward pasan por mis manos y no ha tenido ninguna cita judicial en los últimos ocho meses- me dijo mirándome fijamente haciéndome llegar el mensaje que no decía en voz alta. No había vuelto a tener contacto con un abogado desde nuestro divorcio.
No me había dado cuenta de que Alice se había alejado de mí y se dirigía a la puerta.
-¿Alice dónde vas?
-A avisar a Edward- dijo como si nada- tenéis que hablar….- terminó cantando.
-No, Al. No, por favor.- supliqué.
-¿Por qué no quieres  ver a Edward?- me preguntó como si fuese algo que nunca hubiese presenciado, algo imposible. Y es que siempre que veía a Edward me albergaban muchos sentimientos. La mayoría de las veces eran buenas, pero está vez no. Tenía miedo. Miedo por cómo había sido las últimas veces que nos habíamos visto y miedo porque aunque no hubiese pruebas contra él en lo de la custodia de Ethan, tampoco las había para creer lo contrario.
-No estoy de humor, pero por favor dile de mi parte que estoy bien, que vuelva al trabajo y que no se preocupe por mi salud.- Alice asintió y salió de la habitación dejándome unos escasos minutos para volver a ponerme en situación y analizar las cosas desde una nueva perspectiva.
Si Edward no había pedido la custodia total de Ethan, ¿quién podría haber sido?
¿Esme? No ella sabe lo que es crecer sin una madre y no desearía crecer sin ella a nadie asique mucho menos iba a hacer pasar por eso a su nieto.

¿Edward a través de otra persona? Podría ser… una parte de mi cabeza me gritaba que no, que aunque Edward hubiese pensado Ethan siempre sería lo primero para ambos. Pero había otra parte muy potente que me gritaba aún más fuerte que yo ya no conocía a Edward, al menos no al Edward de ahora el cual estaba con Nicole…

¿Nicole? Una nueva posibilidad se introdujo en mi cabeza. Siempre había pensado en Nicole como una mujer fuerte que manejaba a Edward pero, ¿y si había sido Nicole quién quería quitarme a Ethan para convertirse ella en su madre? Tenía que investigar.



Edward PVO

Llevaba en la sala de espera hora y media sin saber nada de Bella. ¿Qué le había pasado?,  ¿qué tal se encontraba?, ¿quién le había mentido en lo de la custodia de nuestro hijo?

Yo nunca apartaría a mi hijo se su madre ni tampoco haría sufrir a Bella quitándola a su hijo, nunca. Me dolía el saber que ella pensaba que era capaz de eso. ¿A caso no me conocía?

De un momento a otro Alice apareció por el pasillo que conducía a las habitaciones con una sonrisa en el rostro. No habíamos solucionado nuestros problemas pero en este momento estábamos en una especie de tregua.

Me  levanté pensando que venía a darme el relevo pero cuando iba a pasar por su lado para entrar al pasillo puso una mano sobre mi hombro haciendo que me detuviese para mirarla.

-¿Qué pasa?- la pregunté con curiosidad.

-Ella no quiere verte.- dijo. Una ráfaga de aire frío llegó desde algún punto de la habitación para meterse en mi cuerpo.

-¿Qué?- pregunté sin darme cuenta.

-Qué no quiere verte- me repitió de forma sincera.

-Eso es por el efecto de la anestesia, no sabe lo que dice- la intenté convencer mientras me daba la vuelta e intentaba continuar con mi camino hacia su habitación.

-No han usado anestesia con ella- me dijo agarrándome de nuevo del brazo para hacerme retroceder los escasos pasos que había dado.- no quiere que estés con ella, es simple.

-Alice, es una tontería, una de las más grandes que haya podido oír en mi vida. Por dios es Bella…- intenté darle  un explicación pero su mirada no aminoraba la dureza dijese lo que dijese. Haciéndome ver que la realidad era que Bella no quería verme.

-No lo entiendo- dije pasándome una mano por el rostro.

-Digamos que no has sido muy amable las últimas veces que os habéis visto. Bella no confía en ti y sigue débil. Solo con decirla que querías hablar con ella la ha aumentado el ritmo cardiaco de manera alarmante. Espera a que esta más tranquila por lo menos, no quiero verla de nuevo tumbada en el suelo sin sentido y con espasmos respiratorios.- eso me trajo de vuelta a la realidad. Es cierto que no había sido el Edward de siempre con ella últimamente pero solo era porque… no sé porque era. Reaccionaba así en su presencia y punto. No lo hacía queriendo, mi cabeza cambiaba el chip solo. En ese momento llegué al verdadero porque.

-Alice, yo no he sido. Yo nunca alejaría a Ethan se Bella. ¡Nunca!- exclamé desesperado. La situación me superaba pero me superaba mucho más el saber que la persona con la que había compartido mi vida y la había entregado el corazón desde hace siete  años, ahora no me creía.

-Ya lo sé Edward, y creo que ella también lo sabe. Pero sea quien sea esa persona que se lo dijo ha sabido lavarla el cerebro muy bien.

-Déjame pasar, por favor.- la imploré.

-No. Por favor Edward, compréndeme. Vuelve a la oficina Jasper tiene que estar de los nervios.

-No puedo volver a la oficina, estoy demasiado ansioso.- dije exasperado- déjame verla, solo un minuto será suficiente para calmarme.- la pedí.

-Edward por favor, no me lo hagas más difícil. Hagamos una cosa; tú te vas ahora y cuando Bella salga del hospital hablareis. Si ella se sigue negando la llevaré por la fuerza, pero hablareis- no me gustaba la idea de que Bella hablase conmigo a la fuerza pero si era el único método para aclararle las cosas, lo aceptaba.

-Está bien… pero no voy a ir a la oficina. Volvería locos a todos los empleados. Llamaré a Jasper para que ocupe mi lugar lo que queda de jornada.- Alice asintió y se dio media vuelta para volver junto a Bella pero yo tenía que decirla algo antes.

-Alice- llamé

-¿Sí?- se volvió con una sonrisa.

-Gracias- le devolví la sonrisa. Ella me respondió con un simple asentimiento de cabeza antes de dase la vuelta de nuevo.

Bella PVO

Alice volvió minutos después y en cuanto entró en la habitación la puse al tanto de mis sospechas. ¿Sería Nicole capaz de algo así? Alice no supo darme una respuesta exacta pero sí me prometió que investigaría sobre el tema. Dejamos de hablar de eso cuando llegó Rosalie con la pequeña Hayden, que ya no era tan pequeña. Era rubita como sus padres y con los ojos azules de Emmett. Era simplemente preciosa.

Rosalie supo del acercamiento que tuve con Alice en su momento y se alegró por mí pero en el fondo sabía que ella respiraba tranquila. Ahora podíamos quedar las tres sin problemas de horarios.

Dos horas después salí del hospital por mí misma. El doctor me había recetado unos calmantes para que los tomase antes de dormir y así prevenir un futuro ataque de ansiedad y ante todo me había ordenado que me tomase la vida más tranquilamente.

Estuvimos sentadas en un café del centro poniendo al día a Rosalie sobre el tema de Nicole.
-Sinceramente creo que eso que planteas es imposible Bella. Te lo digo yo que soy abogada familiar. Trato estos casos casi a diario y una demanda de ese estilo solo lo pueden hacer los padres o tutores legales del menor.- me informó

-Rose, Edward no ha sido. Pongo la mano en el fuego por él y te aseguro que no me quemo.- acotó Alice de forma cortante.
-Yo tampoco apostaría al cien por cien que ha sido Edward- les informe. Rosalie se quedó mirando la mesa concentrada en sus pensamientos y Alice me dedicó una mirada de felicidad. Si bien antes no era partidaria de que Edward volviese conmigo ahora era la presidenta del club ‘’que se reconcilien Edward y Bella’’.
-Yo te digo las cosas como son Bells, es… imposible pero de todas formas voy a hacer algo inusual. Investigaré a Nicole para ver quién es su abogado y escarbaré informes para ver si ha tenido algo que ver.
-Gracias Rose- dijimos Alice y yo al unísono.
Alice me llevó de vuelta a casa y por el camino me dijo lo difícil que había sido hacer que Edward desistiera en su idea de ir a verme. Un parte de mi se sentía alagada de que quisiera verme aunque fuese por un mísero minuto y la otra estaba aliviada de que no hubiese entrado. También me informó de la promesa que le hizo.
-No te preocupes Alice, hablare con él sin que me tengas que llevar a rastras.- le prometí.
-¿Y cuándo va a ser eso?- me preguntó con un toque de sarcasmo.
-Alice no me presiones por favor- ella me dedicó una mirada de tristeza y yo como una boba sonreí- mañana hablaré con él.
-Gracias. ¿Vas a ir a ver a Ethan?- preguntó cambiando de tema.
-Hoy no creo, estoy demasiado nerviosa. Además Edward está con él y no me apetece encontrarme con él todavía.
-Bella prométeme una cosa- me pidió Alice. Habíamos llegado a mi piso y permanecíamos en el coche con el motor apagado y la radio encendida pero a un volumen bajo. El ‘’take care’’ de Rihanna y Drake sonaba de fondo creando un ambiente relajante y envolvente.
-Claro, ya sabes píseme lo que quieras- la respondí extrañada.
-No te vuelvas a ir a Nueva York. Por favor- me imploró con una mirada triste.
-Alice en cuanto recibí esa carta allí…- inspiré profundamente mientras miraba mi regazo- supe que me necesitabais aquí y que yo os necesitaba también. Así que no voy a volver a Nueva York, aunque la mayoría de mis cosas están allí.
-Gracias- me contestó- quizás sea egoísta de mi parte pero Edward y Ethan te necesitan aquí.- la abracé para que notara que no me iba a ir y en mi cabeza respondía a su último comentario. ‘’yo también los necesito conmigo, como antes’’
Subí a mi piso. Limpié el polvo por encima y puse sábanas en mi cama. El sueño comenzó a vencerme antes de siquiera haber cenado, me dije que se debería a algún medicamento que me hubiesen dado en el hospital.
.
Agradecí haberme acostado pronto cuando a las 6 de la mañana mi teléfono empezó a sonar. Tantee la mesilla guiada por la vibración y descolgué medio dormida.
-¿Sí?- pregunté con voz soñolienta arrastrando las palabras.
-Bella he descubierto algo, ven cuanto antes por favor- era Rose.
-Muy bien- contesté aun dormida. Nada más colgar me estiré en la cama y me permití varios minutos más de sueño hasta que la realidad llegó a mí.
Rosalie había descubierto algo sobre Nicole, algo importante, algo que urgía tanta prisa como para despertarme a las seis de la mañana.
Me levanté de la cama como si me hubiese dado una descarga eléctrica y me puse lo primero que pillé en el armario. La claridad que entraba por la ventana me indicaba que algo no era normal. Me acerqué y vi el suelo manchado por una fina y mullida capa de nieve  que cubría toda la ciudad. ¡Genial!, ¡encima tendría que poner las cadenas al coche!
Llamé a Rosalie para avisarla de que llegaría dentro de un rato a su casa pero que la nieve me complicaba el camino. La pedí alguna pista sobre lo que me tenía que contar pero se negó en redondo.
Hora y media más tarde llegué a casa de Rose y esta me abrió la puerta incluso antes de que pudiera llamar al timbre haciéndome un gesto con la boca y los dedos para que guardara silencio. Supuse que Hayden seguía dormida.
Rose llevaba unos pantalones vaqueros y una sudadera. No se había peinado ni maquillado, ni si quiera se había puesto las lentillas y llevaba las gafas de pasta negra que tan bien la quedaban.
-¿Rose qué pasa?- pregunté suavemente.
-He descubierto cosas turbias contra Nicole. No sé si fue ella la que pidió la demanda, pero creo que deberías leer su expediente y saber con qué tipo de persona está viviendo tu hijo y Edward.
Eso causó mi intranquilidad y con ansias me dirigí a su sillón de piel detrás del escritorio. El escritorio estaba lleno de papeles sin orden ni concierto y el flexo continuaba dado a pesar de la abundante claridad que entraba por los ventanales.
Cogí la primera hoja y comencé a leerla pero no entendía nada. Eran notas numéricas, como cuando acabas la carrera y las cuelgan en internet.
-Rose no entiendo, ¿qué es esto?- la pregunté señalando la hoja. Mi amiga se acercó a mí con un bostezo y cogió la hoja para leerla por encima.
-Son los resultados del examen de Nicole- me dijo devolviéndome la hoja.
-¿Qué examen?, ¿y cómo sabes que son de ella si aquí no viene su nombre?- la pregunté mirando la hoja con detenimiento por si me había perdido algún detalle en el que nombrase el nombre de Nicole por alguna parte.
-No viene su nombre pero si su D.N.I- me indicó un conjunto de números en concreto los cuales marco con un rotulador fluorescente amarillo.
Seguí el rumbo del rotulador hasta llagar a la nota y me quedé helada. Su nota era  de un 3.8.
-¿Rose qué significa esto?- repetí.
-Significa que no aprobó el último examen. Vamos que esta tiene de psicóloga lo que yo de vidente. Nada. – me aclaró estirando los brazos para enfatizar sus palabras.
-¿No es psicóloga?- pregunté alucinada. Recordaba que Alice me habló de ella hace unos meses y me dijo que había ayudado a muchas personas.
-Eso no es todo.- Rose revolvió los papeles de su escritorio hasta dar con una capeta azul que permitía ver su interior y sacó varios documentos más.
-No solo no es psicóloga sino que  manda a gente al psicólogo. Llamé a un amigo que estudió esa carrera en mi misma universidad y a investigó. En sus años de universitaria se cegó tanto pensando que era la mejor en lo que hacía que lo pagaba con su novio de entonces… Brad- dijo mirando los informes para asegurarse.- cuando fracasaba en alguna materia o simplemente alguien sacaba una nota superior a la de ella. Supongo que no haberse sacado la carrera la trastornó aun más. Brad ingresó en el hospital por varios ataques de ansiedad consecutivos y ahora está bajo medicación- me narró Rose.
-Oh dios mío. Edward está viviendo con una loca, una lunática… y mi hijo también.- dije sentándome en el sillón de nuevo intentando asimilarlo todo.
-Bella…, Bella vuelve que falta una parte importante- me llamó alzando un poco la voz mi amiga- en lo referente a su familia…. ¿a que no sabes de quién es hija?- me dijo como si la respuesta fuese de dominio público.
-Pues no-
-De los Vulturi. Concretamente la hija menor. Son siete hermanos, tres chicos y cuatro chicas. Todos son abogados menos Nicole, incluso su padre Aro Vulturi.- y en ese momento varios recuerdos de Rose diciendo que ese abogado era imposible de vencer llegaron a mí.
-Nunca han perdido un caso. Se ha comentado varias veces que falsifican pruebas o que compran al juez pero no hemos podido hacer nada para demostrarlo. Los únicos que podrían hacerlo son sus clientes y ellos no van a clavarles un puñal por la espalda si les han sacado las castañas del fuego. A parte de que casi todos sus clientes son famosos.
-Pero….- dije medio ida.
-Y no se les puede denunciar ni acusar a un juez contra nada. Porque si hay un abogado capaz de defenderse a sí mismo ese es Aro Vulturi.
-No me lo creo- dije aún en shock.
-Siento que…- Rose comenzó a hablar pero el llanto de su hija comenzó a resonar por toda la casa.
-Ahora vuelvo, espera cinco minutos.
Vi como mi amiga subía las escaleras corriendo y yo no perdí oportunidad. Metí todos los documentos en la capeta azul transparente a toda prisa. Cogí todos los papeles que estaban en el escritorio de Rose y antes de que Rose bajara yo ya estaba arrancando el coche. Salí de la casa de mi amiga y antes de perder la casa de vista vi como salió a la puerta buscándome.
Llegué lo más rápido que pude a la casa donde vivía mi hijo con claras intenciones. Una era desenmascarar a Nicole y la otra sacar a mi hijo de allí.
Abrí la puerta con la llave que me pertenecía. Nunca se la había devuelto a Edward pero él tampoco me la había pedido nunca.
Subí las escaleras de dos en dos hasta llegar al cuarto de mi hijo.  Estaba dormido profundamente en su cama y tapado hasta las orejas con la colcha blanca con motivos de coches rojos.
Abrí el armario y con cuidado de no hacer ruido saqué la pequeña maleta de Bob Esponja y comencé a meter mucha ropa variada. Desde camisetas y pantalones hasta algún cuento que siempre le ayudaba a dormirse.
La capeta azul estaba en la mesilla de mi hijo, siempre visible y a mano. La sentía como un salvavidas, era el objeto que regiría mi destino a partir de ya.

La cogí y salí con ella al pasillo. Mis pasos me llevaron hacia el dormitorio pero pararon antes de abrir la puerta doble al no saber si quería ver lo que había al otro lado realmente.
Bajé hasta el primer piso y me metí en el despacho de Edward. Me senté en el imponente sillón blanco y abrí la carpeta sacando las pruebas que mandarían a Nicole a la cárcel por estar trabajando sin haber obtenido el título. Cuando estaba repartiendo los papeles encima de la mesa me fijé en la foto que adornaba el escritorio. Era la misma que había en su oficina y para mi sorpresa esta seguía allí. Intacta.
El día de nuestra boda. El segundo día más feliz de mi vida.

Me quedé tan absorta mirando la foto que no me di cuenta de que las puertas se habían abierto mostrándome a un Edward vestido de traje que me miraba con el ceño fruncido.
-¿Bella?- preguntó como si estuviese hablando solo- ¿qué haces aquí… a estas horas?
-¿Querías hablar conmigo no?- le pregunté recordando la petición de Alice ayer- pues aquí estoy.- le dije cruzándome de brazos. La posición en la que nos encontrábamos me hacía a mí la dominante y a é el sumiso por decirlo de alguna manera. Era increíble el poder que tenía el cambio de posiciones. Ahora que era yo la que estaba detrás del escritorio me sentía la fuerte en este asunto.
-Bueno sí… pero no esperaba que fuese… ahora- me dijo entrando al despacho hasta situarse delante de mí, tan solo separados por la mesa.
-Ahora o nunca Edward.
-De acuerdo lo primero siento haberte tratado así las últimas veces….- comenzó mirando a la mesa.
-Eso me da igual, al grano Edward-  le pedí. Y es que no quería perder la oportunidad que estaba teniendo en estos momentos de hablar con él serenamente.
-En ese caso… yo no he pedido la completa custodia de nuestro hijo. Te dije que lo no haría y no lo haré. Por favor créeme en esto.
- De acuerdo te creo- dije sacando los documentos restantes de la carpeta.
-¿Qué? ¿Así sin más?- me preguntó alucinado mientras se apoyaba con las palmas de las manos en la mesa.
-Sí, aunque ese ‘sin más’ va con matices… ¿o es que no debo de creerte tan fácilmente Edward?- le dije mirándolo fijamente.
-Por supuesto que sí- me indicó indignado por haber dudado de su palabra.- sabes que yo nunca te mentiría respecto a Ethan…
-Cállate Edward.- su último comentario trajo a mi memoria el episodio del restaurante cuando me dijo cuanto le había costado el tener un hijo conmigo. Concretamente el asco que le dio.
-¡¿Edward, qué hace está aquí?!- gritó una voz desde el pasillo- ¿Cómo tienes la cara dura de presentarte aquí después de todo lo que le has hecho a Edward?- me dijo con una mirada de asco y menospreciándome.
-Y yo no sé como Edward es tan gilipollas de dejar que una loca como tú duerma bajo el mismo techo que su hijo…
-Bella, yo nunca pondría la seguridad de Ethan en peligro a propósito.- dijo un Edward picado.
-Entonces no sé qué haces durmiendo y viviendo común señorita que ni el título de psicóloga tiene aunque ejerza la profesión, que mandó al hospital a su  ex –novio y que su familia está compuesta por influyentes abogados que manipulan pruebas haciendo que asesinos salgan a la calle impunes con tal de conseguir prestigio.
-No te metas con mi familia hija de puta- me gritó Nicole. Intentó acercarse a mí con la mano alzada pero Edward la agarró de la cintura evitándolo- Edward mírala está celosa. Solo son celos e intenta separarnos.
-¡Bella te has pasado! ¡No puedes ir diciendo tales cosas por ahí… cualquiera pensaría que son verdad!- me gritó Edward enfadado.
-¿Qué son verdad?- pregunté asombrada- pones mi palabra en duda frente a la de una… ¡enferma mental!- le dije señalando a Nicole. Esta se revolvió en el agarré de Edward intentando llegar hacia  a mí.
-No te consiento que entres a mi casa para llenarnos de odio y blasfemias- me dijo Edward.
-Está bien Edward. Si tú no quieres creerme no lo hagas. Piensa que he dicho lo que tú quieras, pero a mi hijo me lo llevo, no voy a permitir que esta mujer le haga daño.- pasé por su lado con la cabeza alta mostrando tranquilidad y frialdad. La realidad era otra, por dentro me rompía poco a poco al pensar que Edward no creía en mis palabras, que la creía a ella frente a mí incluso aunque la vida de su hijo estuviese en peligro. Nuestro hijo que tantas veces me había repetido que era su prioridad… me tragué las ganas de llorar mientras subía las escaleras y al entrar a la habitación de mi hijo me lo encontré en la cama sentado, completamente vestido y con la maleta a su lado.
-¡Mamá!- gritó en cuanto traspasé la puerta. Sus pequeños brazos intentaron rodear mis piernas y yo bajé a su altura para darle un gran beso en la frente y abrazarlo.
-Ethan coge tu maleta cariño, ahora vas a vivir con mamá- le dije en tono comprensivo y acariciándole la cabeza. Pensaba que se pondría triste por tener que dejar su habitación y sus juguetes pero ocurrió lo contrario.
-¿Y ya nunca más amos a vover a eta casha?- me preguntó con una sonrisa. Yo sorprendida negué con la cabeza.- ¡¡¡Bien!!!
Cogí a mi hijo con una mano y en la otra llevaba su maleta mientras bajábamos las escaleras. Al llegar al último escalón vi como mi hijo se rascaba los ojos con sueño así que lo cogí y lo cargué a mi cadera para salir de la casa que tan buenos momentos me había otorgado.
Estaba abriendo la puerta cuando un Edward muy distinto al que acababa de ver salía de su despacho.
-¡Bella no! ¡No te lo lleves por favor!- me pidió al borde de un ataque de nervios.- No lo alejes de mí…- me pidió traspasándome con una mirada verde vacía. Yo miré a mi hijo que miraba atento a su padre pero no hacia intenciones de separarse de mí para ir hacia él.
-Yo no soy como tú, no voy a alejarle de ti- le contesté bajando a Ethan hasta que toco el suelo. En ningún momento aparte la mirada a Edward.
-Bella te juro que yo no he pedido…- comenzó de nuevo a explicarme.
-¿Si tú no me crees porque debería hacerlo yo? Tan solo tengo un ataque de celos ya se me pasará- dije con toda la frialdad posible que pude fingir- Ethan sale un beso a papá y despídete de él hasta mañana.
-Adiós papi- dijo mi hijo tirando de los pantalones de Edward. Este bajó hasta su altura y le abrazó fuertemente contra su pecho. Cerró los ojos mientras olía la suave fragancia de bebé que desprendía el pelo de nuestro hijo.
-Adiós cariño- dijo dándole un beso en la mejilla y revolviéndole en pelo. Mi hijo corrió hacia mí y lo volví a coger en brazos mientras salíamos de esa casa en dirección a mi coche. Por el camino me iba concentrando y convenciéndome  a mi misma que si Edward no me creía, pues él vería. Me dolía dejarlo en manos de esa arpía pero estaba emocionalmente agotada de luchar contra algo que ni siquiera estaba materializado.