martes, 29 de noviembre de 2016

Capítulo 29, parte 2

Capítulo 29, parte 2
Bella PVO
Cerré los ojos y sentí a cámara lenta como mi cabeza golpeaba la luna del coche. Los cristales me estaban produciendo cortes en toda mi cara y en el cuero cabelludo. Sentía dolor, pero no pude gritar porque estaba concentrada sintiendo como mi cuerpo salía despedido del coche, pasando por la luna del mismo. Más cortes, ahora en mis brazos, en mis manos, en mi vientre… MI BEBÉ… pensé alarmada. Antes de sentir que estaba completamente fuera del coche sentí un fuerte golpe contra mi cara. Sentía calor, el material sobre el que estaba, estaba caliente, bastante, y duro. En ese momento me atreví a abrir los ojos, los pequeños cristales continuaban cayendo a alrededor y sobre mí, incrustándose en mis brazos algunos de ellos.


Desde mi periferia pude ver que estaba sobre el capó del coche, sobre la chapa gris oscuro del volvo de Edward. Sentí como mis tobillos se trababan en el salpicadero del coche y mis rodillas caían justo en el espacio de la luna, todos los cristales puntiagudos que estaban sobre la base de la luna se incrustaron como un afilado cuchillo sobre el espacio de debajo de mis rodillas. Finalmente el momento  a cámara lenta terminó y fui consciente de todo el dolor que mi cuerpo registraba. Mi cabeza ardía, la chapa del coche estaba caliente pero este calor provenía del interior de mi cabeza. También sentí como algo me recorría desde el oído hasta mis labios, cayendo sobre el coche. El reguero era cálido al principio y a medida que se acercaba a mis labios se hacía cada vez más frio, por lo que deduje que era sangre.

Vi como todos los coches paraban en el lado izquierdo de la autovía para observar el accidente. Una señora se acercó a donde yo estaba y me tocó la espalda para ver si reaccionaba, vi como movía los labios pero no era capaz de escuchar nada. Con todo el ruido que tiene que haber fuera y yo no oía nada, eso tenía que ser mala señal. No pude responder a la señora, no pude mover ni una parte de mi cuerpo. El dolor me consumía y si hace unos minutos sentía calor, ahora comenzaba a sentir frío. Hacía casi 30 grados, era la 1 de la tarde, ¿cómo podía tener frío a pleno sol? Eso tampoco podía ser buena señal.

Intenté mover mi mano y colocarla en mi vientre, mi bebé no se movía, de hecho estaba tumbada boca abajo así que le estaba aplastando. Quería moverme y dejar de aplastar al bebé pero no podía. La desesperación comenzó a apoderarse de mí, por no poder reaccionar en este momento de vida o muerte.

¿Y Edward? ¿Dónde está mi marido? ¿Estará bien? Ojalá que sí, ojalá que venga pronto y me ayude a moverme, al bebé no le gusta cuando estoy en esta posición.

Vi como alguien con un traje de un color chillón se situaba frente a mí, era un paramédico, podía ver la cruz en su chaqueta. Sentía sus manos en mis piernas, intentaba quitarme los cristales incrustados en ellas. Después sentí como muchas manos hacían presión contra diferentes partes de mi cuerpo, deteniendo el flujo de sangre que salía sin parar.
Seguía sin poder oír nada. Mi visión poco a poco se volvió más borrosa y finalmente se volvió negra.
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No sentía nada, no oía nada, todo estaba negro. Era una sensación sumamente agobiante. No podía hacer nada, quería tocar mi vientre, quería ver que mi hijo seguía vivo dentro de mí. Oh dios… mi bebé…. Si le he perdido….

Quería ver a Edward, necesitaba saber que mi marido estaba bien. Quería que me dijera que íbamos a superar esto y que pronto estaríamos con Ethan en nuestra casa. Ethan…. Pobrecillo, doy gracias a que estaba con Alice y Jasper y no ha tenido que vivir el accidente en primera persona.

De un momento a otro, dejé de no sentir nada, para sentir todo el dolor de golpe. Abrí los ojos desesperadamente para ver un techo blanco y numerosas personas rodeándome, estaba en un hospital. Una de ellas me hablaba, pero seguía sin escuchar lo que decían. Quería gritar de dolor pero la mandíbula me dolía horrores.

Intenté reconocer alguna cara, pero ninguna me era familiar, no estaba Edward. Estaba sola. Observé mis brazos, estaban llenos de cortes y moratones, quise levantar la cabeza para poder ver mi vientre, pero una cinta sobre mi frente me lo impedía.

Olía a alcohol, era lo único que percibía. Mi piel escocía y mi cabeza parecía a punto de estallar. No iba a soportar este dolor mucho más tiempo. Justo cuando estaba a punto de rendirme al dolor, volví a esa bruma negra que me impedía ver nada pero en la que no había sitio para el dolor.

De vuelta a la paz negra, intenté concentrarme en sentir algo dentro de mí, quería sentir el movimiento del bebé dentro de mí. Pero no sentía nada, eso o que el bebé no se movía.

Comencé a alterarme ante la perspectiva de que el bebé no se moviera, eso no era bueno, era malo muy malo.
Aun no logro comprender qué nos ha pasado, y ¿por qué nos ha pasado esto a nosotros?  Veníamos del médico, de ver a nuestro bebé, que es un niño. Estábamos plenos de felicidad y ahora esto… esta situación  de mierda.

¿Edward dónde estás cariño? No puedo ni imaginar que te haya pasado algo malo, porque entonces no seré capaz de sobrevivir al dolor físico y emocional que siento en estos momentos. Te necesito aquí a mi lado, tienes que velar por que el bebé esté bien.  Tú mantienes a la familia unida.

Notaba como mi cuerpo cada vez estaba más cansado, hasta que terminé perdiendo la consciencia del todo. No sabía qué iba a pasar así que me deje llevar por la inconsciencia no sin antes desear volver a ver a mi marido y a mi hijo aunque fuera una última vez.
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Carlisle PVO
¿Cómo nos ha venido a pasar esto?

¿Qué clase de mal de ojo les habían echado a mi hijo y a Bella?

Primero se divorcian, ahora que vuelven a estar juntos y deciden tener otro hijo, les ocurre esto.

Estoy conduciendo excediendo los límites de velocidad, pero me da igual. Estoy ansioso por saber si la mujer que la enfermera me ha dicho es Bella o no. Una parte de mí desea encontrarla ya, darle paz a mi hijo diciéndole que su mujer está bien, que la madre de su hijo está viva. Y otra parte de mí no quiere que encontremos a Bella en ese hospital.

La imagen de la enfermera diciéndome que la mujer que quizás sea mi nuera, pasa por mi cabeza junto a sus palabras. Cuando he llamado al hospital, me han pedido que si sabía quién era esa mujer que localizase a su familia cuanto antes, porque está en estado crítico. Quieren que la familia esté con ella ya, porque en su estado cualquier cosa puede pasar.

Así que no quiero que sea esa mujer que está más muerta que viva. Quiero encontrar a mi nuera, que esté bien, que mi nieto no nacido continúe creciendo en su interior y que siga siendo ella misma. No quiero tener que darle la noticia a mi hijo de que su mujer está entre la vida y la muerte y por consiguiente su hijo también.

La noticia de que Bella está en un estado tan crítico afectaría a mi hijo para mal. No iba a quedarse en esa cama de hospital a kilómetros de su familia cuando existía el riesgo de perderlos.

Perdido en mis angustiosos pensamientos llegué al hospital, había casi una hora y media de viaje, esperaba poder llegar, ver a esa mujer e irme sabiendo que no es mi nuera.
Entré en el hospital y me dirigí a recepción.

-Buenas tardes, soy familiar de una joven que ha ingresado esta tarde. Ha sufrido un accidente de tráfico y está embarazada. Su nombre es Isabella Cullen- le digo.

-Mmmm sí, la paciente sin identificar. Es bueno que haya llegado su familia, ella ahora mismo está en quirófano. Sígame le indicaré donde puede esperar hasta que la operación termine.
Camino detrás de la recepcionista y me guía hasta una sala con sillas de plástico, donde hay más personas esperando.

Me siento y al cabo de media hora veo como dos doctores se acercan hasta mi posición. 


¿Familiares de Isabella Cullen?- pregunta la mujer.

-Yo- digo levantándome- pero no sé si es Isabella Cullen- les aclaró- existe la posibilidad pero hasta que no la vea no podré confirmar si es o no es ella.

-Bueno en este momento no puede verla. Ella está en reanimación y su estado es muy delicado. Estará en la UVI en una hora aproximadamente y entonces podrá pasar unos minutos a verla.

Asiento con la cabeza.

-Aun no sabiendo si se trata de ella o no, ¿puede decirme cómo ha ido la operación?- pregunto.

-La señora ingresó en estado muy grave esta mañana en torno a las 2 de la tarde. En un breve examen primario, vimos que tenía numerosas hemorragias externas a lo largo de sus extremidades producidas por los cristales del coche que tenía clavados en su piel. Estas hemorragias no nos preocupaban tanto como la hemorragia interna que tenía en la cabeza. Al parecer al salir despedida del coche su cabeza chocó brutalmente contra el capó produciéndole un traumatismo craneoencefálico grave que provocó una hemorragia intracraneal. Afortunadamente esta se corrigió por sí sola, aunque la tenemos constantemente vigilada por si la hemorragia vuelve. Por otro lado el ritmo cardiaco del feto, con una gestación de 27 semanas, comenzó a desestabilizarse. La paciente ha registrado contracciones que podrían hacer que el momento del parto se adelantase precipitadamente, hemos conseguido ralentizar las contracciones y hemos suministrado esteroides al feto para que sus pulmones maduren, en el caso de que se ponga de parto.

-¿Quieres decir que el bebé podría nacer hoy?- digo asustado. Era un poco pronto, solo estaba de 7 meses. A lo que cabía añadir que el cuerpo de Bella no estaba en condiciones de sufrir un parto.

-Es una posibilidad sí, sin embargo confiamos en que las contracciones finalmente remitan. En el caso de que se pusiera de parto, contamos con los mejores especialistas de Seattle en tratamiento neonatal. Está en buenas manos- me dijo intentando darme confianza.

-¿Y si se pusiera de parto… su vida correría peligro?- pregunto angustiado.

-No es el mejor momento para un parto, pero si la señora lograse estabilizarse, las posibilidades de realizar una cesárea sin complicaciones aumentarían. Si no tiene más preguntas, le ruego que espere aquí hasta que la señora esté en la UVI.

Vuelvo a los asientos. Mientras la doctora hablaba una parte de mí tristemente había aceptado que la mujer sí era Bella. Algo dentro de mí me decía que mi nuera se encontraba luchando entre la vida y la muerte a unos metros de aquí. Madre mía… me siento impotente estando aquí sin poder hacer nada. Debería poder ayudar de alguna manera. Ojalá pudiese volver el tiempo atrás, desee para mí mismo.

La media hora de espera fue una tortura, se me hizo larguísima pensando en que el tiempo se escurría entre mis manos. En que sí Bella no lograba sobrevivir, a mi hijo no le daría tiempo ni a despedirse de ella. Edward no iba a soportar estar sin Bella, menos perdiéndola de esta manera, sin poder despedirse, sin poder conocer a su hijo, sin tener una razón, tan de repente…


Tampoco iba a ser capaz de vivir sin ella. Los meses que habían estado separados Edward cambió, se volvió otra persona, sobrevivía por su hijo y más tarde también por Nicole, pero no vivía. Edward perdió toda la ilusión que tenía por vivir cuando se divorció de Bella. Notaba como su interés en el trabajo era plano, como actuaba como un robot todos los días, iba, venía, trabajaba, comía, estaba con su hijo… pero todo lo hacía porque tenía que hacerlo, no porque tuviese ganas de hacerlo.

Yo nunca he sido muy creyente en cuestiones religiosas, pero ahora mismo me encontraba ante una situación en la que todos teníamos las manos atadas y no podíamos hacer nada salvo esperar. Así que levanté la mirada hacia el techo y recé por mi familia, por Bella para que se recuperase, por mi hijo para que pudiera volver a abrazar a su mujer, por mi nieto para que pudiera criarse con sus dos padres y por mi nieto no nacido para que pudiera nacer dentro de dos meses como estaba previsto, sin correr ningún riesgo.

Una doctora, distinta a las de antes, se acercó a mí para llevarme a una sala donde tuve que cubrirme con ropas estériles y lavarme las manos para poder pasar a la UVI. Cuando entré en la sala, varios pitidos me anunciaban la cantidad de personas que estaban en esta sala entre la vida y la muerte. Un escalofrío me recorrió cuando empecé a ver a personas conectadas a máquinas, intubadas…

Caminé un par de pasos más y la doctora paró frente a una camilla donde había un cuerpo cubierto de tubos y vendajes.

-Ahora mismo tiene puesta respiración artificial, cuando despierte si puede respirar por sí misma se lo quitaremos- me informó. Mi mirada de angustia debió de darla la impresión de que estaba consternado.

-¿Es ella la señora Cullen?- me preguntó.

Me acerqué hasta el lado izquierdo de la cama y la miré por unos segundos.

-Sí, es ella- dije tragando en seco.

-Bien le dejaré unos minutos, no más de 5- dijo mientras corría las cortinas y me dejaba a solas con ella.

Las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Era Bella pero no era ella, estaba hecha una pena. Tenía cortes por todos lados, incluido en los párpados. La cabeza estaba vendada al igual que sus piernas de rodillas para abajo. Tenía un tuvo en la garganta y en su cara comenzaban a salir manchas violetas, producto de los golpes. Estaba con los ojos cerrados, pero aun así podía percibir sufrimiento en su rostro. Debía estar muriéndose de dolor.

Vi su vientre, seguía teniendo el mismo tamaño que ayer cuando vinieron a cenar a casa. No pude evitar poner mi mano sobre él- esperé cerca de un minuto esperando esperanzado, Bella había dicho en numerosas ocasiones que el bebé se movía mucho. Estaba a punto de apartar mi mano cuando sentí un leve movimiento a través de la piel. Sonreí, ese era el movimiento de la esperanza, aun había esperanza para que todo esto solo quedase en un mal episodio de nuestras vidas.

-Bella soy Carlisle, ya sabemos dónde estás, no estás sola cielo. Todos estamos contigo, no me voy a apartar de tu lado ni del de mi nieto. Edward está en el hospital, está bien, pero no podrá venir hasta dentro de un par de días. Necesito que aguantes por él, necesito que le esperes, está desesperado por ti. Ethan también te necesita, vendrá mañana y estará deseando de ver a su mamá. Y mi otro nieto o nieta, necesita que su madre esté fuerte para traerle al mundo dentro de unos meses, no ahora Bella. Tienes que aguantar, ¿me entiendes? Yo sé que me escuchas, tengo el sentimiento de que estás consciente en tu interior…

-Señor Cullen, la visita a terminado- me informa. Yo asiento con la cabeza y salgo del cubículo, no sin antes dar un beso a Bella en el vientre.

En cuanto salgo de la UVI me quito toda la ropa esterilizada y salgo fuera del hospital. Inmediatamente llamo a Esme, quien me responde al segundo pitido.

-Carlisle- me dice en tono serio.

-Sí es ella- digo con un suspiro.

-¡Oh qué bien! Al menos ya sabemos dónde está. ¿Sabes cómo está?- pese a la alegría y a la esperanza de Esme, yo no veía nada positivo en esta situación.

-He entrado a verla, está en la UVI. Está muy mal Esme- digo suspirando hondamente- Sé que Edward no está recuperado del todo pero debes ser sincera con él, tiene que prepararse para cualquier cosa que pueda pasar- escuché como sollozaba contra el teléfono- está grave. 

Tiene el cuerpo lleno de cortes por los cristales, ha sufrido una hemorragia intracraneal por el golpe que se ha llevado, ha perdido mucha sangre y está teniendo contracciones.

-¿Cómo?- dice espantada.

-Al parecer el accidente ha provocado las contracciones. Los médicos han conseguido ralentizárselas pero no pararlas del todo. Están dando esteroides al feto para que le maduren los pulmones, están cubriendo todas las posibles posibilidades que pueden ocurrir a partir de ahora. Puede volver la hemorragia, puede ponerse de parto… en fin. Creo que Edward debería estar aquí, hablar con la enfermera esa a ver qué puede hacer para trasladarle a este hospital. Si algo le pasa a Bella y él no está con ella, eso va a poder con él. Avisar también a Charlie, Renee y Bree, deben venir por si sucede lo que sea- digo nervioso.

-Está bien- dice llorando- voy a colgar- acto seguido escucho los pitidos del teléfono y me guardo el móvil en el bolsillo. Vuelvo dentro del hospital para que Bella sea identificada y pregunto sobre si Edward puede venir a este hospital. Me dicen que en principio no habría ningún problema porque hay camas libres pero todo depende del otro hospital si da su consentimiento o no.

Mi cabeza es un caos, la imagen de Bella no sale de mi mente y cada vez me afecta más. No logro entender que la risueña chica que ayer estuvo cenando en mi casa, embarazada de mi hijo, y sonriendo al lado de Edward, hoy esté en una camilla de hospital en un estado tan grave. Las cosas cambian en un solo momento.

Acordé quedarme aquí hasta que Bella despertase. Era casi la hora de cenar y bajé a la cafetería para intentar comer algo, aun que mi estómago estaba revuelto.
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Edward PVO                       

-Mamá- lloré abrazado a ella como cuando era un niño. No puedo creer que esté pasando esto, no puedo creer que Bella haya muerto- dime… que…ella… no… se…ha…ido- la pedí entre el llanto.

-No se ha ido- dijo acariciándome el pelo- no se ha ido, aun está con nosotros. Tu padre ha estado con ella.

-¿Entonces por qué te has puesto así? Me has asustado, he pensado en lo peor- la digo enfadado. De verdad que pensaba que Bella había muerto. Llevaba sopesando esa posibilidad todo el día desde que me metieron en la ambulancia, pero quería creer que el sentimiento de esperanza dentro de mí era por algo, era porque ella estaba viva. Pero luego al ver la reacción de mi madre, de verdad pensé que la había perdido. Inexplicablemente una calma se apoderó de mi cuerpo que llevaba horas en tensión. Ella estaba bien, íbamos a volver a casa los 4.

-Lo siento hijo, pero me ha impresionado demasiado el estado de Bella. Siento haberte asustado.

-¿Y el bebé?- pregunté a mi madre que se secaba las lágrimas.

-Edward, déjame contarte todo lo que me ha dicho tu padre. Pero prométeme que no vas a levantarte de la cama- yo fruncí el ceño, porque eso quería decir que sí iba a alterarme lo que fuera que me tuviera que decir.

-Bella está viva, pero está muy… delicada. Su estado es muy grave- comenzó a decirme mi madre. Cada característica fatídica que mi madre me decía, me provocaba más dolor, como si fuera mi cuerpo el que estuviera padeciéndolo- y en cuanto al bebé, Bella está teniendo contracciones por el accidente, tu hijo puede nacer ya si no logran pararlas.

-¡Es muy pronto!- grito a la nada- el bebé aun no puede nacer, solo está de 27 semanas mamá…- le digo desesperado.

-Lo sé cariño- me dice tocándome el brazo.

-Tengo que estar con ella mamá. Tengo que estar con ella cuanto antes, nadie me garantiza que Bella pase de esta noche, o que mi hijo no nazca hoy mismo. No puedo dejarla sola con esto, he de ir a ese hospital- le informo y le pido que me deje moverme.

-Pero tú no puedes moverte. Tu padre también piensa que sería conveniente que los dos estuvierais en el mismo hospital, preguntaré si pueden trasladarte con Bella- me dice dándome un beso en la frente mientras se levanta.

Antes de que saliera por la puerta, me acuerdo de la felicidad de esta mañana y llamo a mi madre.

-Es un niño, mamá. Voy a tener otro niño- le digo con voz triste. Esta no era ni de lejos la situación que había esperado para decirle a mi familia la buena noticia. Mi madre comprende cómo me siento en este momento y baja la cabeza.

-Lo siento Edward, siento que os esté pasando todo esto, no os lo merecéis, ni tu ni Bella, ni mis nietos- mi madre salió de la habitación dejándome solo con mis pensamientos.

Lloré un poco cuando comprendí que no todo estaba ganado, pero no estaba perdido tampoco. Estaba en un punto muerto, en el que solo Bella podía dar un paso adelante o un paso hacia atrás. En estos momentos solo quería estar con ella, abrazarla y decirla que tenga fuerzas para sobrevivir y que vuelva con nosotros a casa. Ni si quiera podía pensar en la opción de que mi hijo naciera hoy.

Nos habíamos tomado el embarazo con calma. Como la cuna, el porta bebés, el cuco y demás cosas necesarias para un bebé ya las teníamos de cuando nació Ethan, estábamos bastante despreocupados. Así que la verdad no habíamos pensado nombres, supongo que usaríamos uno de los que pensamos para Ethan, tampoco habíamos preparado su habitación, ni la bolsita para llevar al hospital con ropa, pañales y demás. Confiaba de verdad en que de la manera que fuese, el niño no naciera hoy, porque además Bella no creo que soportase una operación en su estado.

Cada vez me impacientaba más, no podía estar aquí sentado en esta cama más tiempo. Mi mujer me necesitaba y yo no podía estar a kilómetros de ella, si algo la pasaba en el tiempo que tardaba en llegar hasta ella me iba a morir. Mi madre había sido clara, Bella está grave, estable pero grave, y esa situación se puede revertir en cualquier momento. No puedo desaprovechar ni un solo minuto con ella. Ahora mismo todos los meses que pasamos separados, me parecían una absoluta pérdida de tiempo. Habíamos desaprovechado casi un año sin estar juntos, casi un año cuando ahora no sabía cuánto tiempo nos quedaba.

-Agg- grité desesperado mientras me tapaba la cara con las manos.


-Edward- dijo mi madre entrando en la habitación con la enfermera Evans y con un doctor que no había visto antes.

-Soy el doctor Miller. Su madre me ha comentado su situación personal y su petición de trasladarse de hospital- asentí.

-Mi esposa me necesita, y yo a ella. Ella está en otro hospital, en el Swedish.

-Lo sé, por mí no hay problema en cuanto las traslado. Puesto que la señorita Evans es la que más le ha tratado será ella quien decida si es conveniente moverle o no.
La enfermera Evans se acercó a mí y me habló mirándome a los ojos.

-Quiero que se recupere, y sé que para eso necesita estar cerca de su familia. Sin embargo tiende a no hacer lo que le dicen, así que solo podrá abandonar el hospital si firma su traslado voluntario y procura no moverse más que lo estrictamente necesario. Una ambulancia le llevará a usted y a su madre al Swedish en una hora, arreglaré tu historial para que lo lleves allí- me dijo.
Agradecido, la apreté la mano que me ofrecía y le agradecí haber encontrado a mi esposa también.

Una hora más tarde dos enfermeros me estaban colocando en la camilla de la ambulancia. Preferiría ir sentado, pero con tal de no perder el tiempo no protesté. Mi madre agradeció a los médicos su apoyo y subió a la ambulancia junto a mí.

-¿Has avisado a los padres de Bella?- me preguntó mi madre.

-Sí, la enfermera Evans llamó a Bree. La dijo que cogerían el primer vuelo.

Nos quedamos un momento en silencio perdido cada uno en sus pensamientos, pero que eran los mismos.

-¿Crees que superaremos esto?- la pregunté. Sé que mi madre no sabe más que yo de la situación, pero siempre que dudaba de algo se lo preguntaba. Lo hacía desde que tenía 4 años, la misma edad que mi hijo.

-Creo que mañana podré responderte mejor a esa pregunta cariño- yo cerré los ojos y asentí más o menos, todo lo que podía dejarme el collarín.

-¿Cómo voy a explicarle a Ethan lo que pasa?- le volví a preguntar. Ella era madre, tenía 35 años de experiencia, así que sabía mucho más que yo sin duda.

-Le dirás la verdad. Le dirás que mamá ha tenido un accidente y que está en el hospital hasta que pueda volver a jugar con él. Los niños entienden las cosas, perciben a las personas, va a saber que pasa algo malo en cuanto nos vea mañana en el hospital a todos. Además no sabemos cómo va a resultar todo esto, no sabemos qué posibles secuelas puede tener Bella, así que no es justo que mientas a Ethan diciéndole que todo va a estar bien si existe la posibilidad de que su mundo cambie para siempre.

-Gracias mamá- la digo mirándola fijamente.

-De nada hijo, sigo siendo madre aunque tú ya seas padre- me dice sonriendo levemente.
Una vez llegamos al hospital me asignaron una habitación sin hacer caso a mis peticiones de dejarme ver a Bella. Los doctores me decían que me comunicarían cuando pudiera verla. 

Justo en ese momento llegó mi padre y de manera ansiosa le pregunté por Bella. Pude ver en sus ojos el miedo, la angustia y la tristeza que hicieron que mi cuerpo se congelara. Mi padre era una persona muy tenaz, no se ponía nervioso por nada, nada le alteraba, para alguien que no le conociera pensaría que es una persona fría, pero tan solo es una persona que sabe mantener el control de la situación en todo momento.

Las enfermas pidieron a mis padres que abandonaran la habitación mientras me hacían una revisión. Vi como una de ellas intentaba meter algo en el gotero y me negué.

-Son calmantes simplemente- me dijo.

-No los quiero, no quiero dormir- le expliqué.

-Señor esto no es sobre lo que quiera, si no sobre lo que necesita, y necesita descansar está muy alterado.

La agarre del brazo suavemente para que me mirase.

-Necesito que me lleve con mi mujer- la pedí.

-Estoy al tanto de su situación personal pero la señora Cullen no puede recibir visitas ahora mismo y usted no puede levantarse de la cama. Quizás mañana….

-¡Quizás mañana ella ya no esté!-me sentía frustrado, ¿por qué nadie en este hospital entendía mi necesidad de ver a Bella? ¿no tenían corazón?

-Ella está muy delicada, restringimos las visitas porque queremos minimizar al máximo las posibles infecciones que la puedan afectar- me explicó.

-¿Eso debería calmarme?-le preguntó enfadado.

-No estoy intentando calmarle, tan solo intentando explicarle porque no puede ver a su mujer aun- mi cara de preocupación no cambió pese a sus palabras- No debería darle esta información, pero su mujer lleva varias horas estable dentro de la gravedad, eso aunque parezca que no es una buena noticia. No es un avance pero tampoco es un retroceso, que esté estable significa que aumentan las posibilidades de que pase esta noche y sus posibilidades de recuperación aumenten de igual forma. Si mañana sigue estable podrá verla- me dijo. Antes de que pudiera negarme o dar una respuesta ella inyecto un líquido en el gotero, el sedante, pensé.

Poco a poco mis ojos se fueron cerrando, sin poder remediarlo.

A la mañana siguiente desperté respirando profundamente, intenté girarme y noté como una presión en mi cuello me lo impedía. El collarín, recordé, y con ese recuerdo llegaron todos los demás, el accidente, Bella…

Abrí los ojos y percibí la claridad entrar por las ventanas, ya era de día, por la luz del sol calcularía que son las 10 de la mañana aproximadamente.

-Edward- era mi padre, que se acababa de levantar del sofá y caminaba hacia mí.

-¿Y Bella?- pregunté inmediatamente.

-Está igual que anoche. Ha pasado buena noche dada su situación.

-¿Podré verla hoy?-

-No lo sé, cuando venga la  enfermera podrás preguntárselo.

-¿Y mamá?- pregunté tras unos minutos en silencio.

-Ha ido a casa. La familia de Bella llegará en poco tiempo y ha pensado en que sería bueno que se quedaran en una casa y no en un hotel dada la situación, así que está preparando las habitaciones para que puedan dormir- me explica. Yo me limitó a asentir con la cabeza.
Nos quedamos en silencio hasta que entra una enfermera, distinta a la de ayer, viene a revisarme.

-¿Cómo se encuentra hoy señor?- me pregunta.

-Mejor- digo sin pensar. Realmente no me encuentro mal, tan solo siento un pinzamiento en la parte posterior del cuello cuando hago algún movimiento brusco.

-Eso es buena señal, aun así deberá estar aquí hoy ingresado y llevará el collarín durante varias semanas.

-Sin problema- prefiero tomarme mi recuperación de forma sosegada, sin prisas, además mi cuello era la menor de mis preocupaciones- quisiera saber si podre ver hoy a mi mujer.

-¿Por qué no va a poder verla señor?- me dijo confundida. Claramente no estaba al tanto de la situación.

-Ella está ingresada aquí, en la UCI. Se llama Isabella Cullen, por favor necesito verla, me dijeron que hoy sería posible- le suplico.

-Iré a preguntar a su doctor- dijo saliendo de la habitación.

Media hora después volvió a entrar en mi habitación con buenas noticias.

-Según me han informado, la señora Cullen ha pasado buena noche y aunque su estado aun es grave podrá recibir alguna visita breve- me informo.

-Muchas gracias. ¿Cuándo podrá recibir visitas?- pregunto esperanzado, al fin una buena noticia.

-En un par de horas cuando su médico haga sus rondas, le avisaré no se preocupe- dijo antes de volver a dejarnos solos.

Yo me sumí en un estado de felicidad e impaciencia. Sabía que Bella no estaba en su mejor momento, pero al fin podría evaluar con mis propios ojos los daños del accidente. Accidente provocado por Nicole, recordé. En ese momento una persona y un nombre se me pasó por la cabeza.

-¿Papá me traes mi móvil?- le pedí mientras él leía el periódico.

Se levantó del sofá y hurgó en una bolsa de plástico con la marca de una tienda dibujada en el exterior.

-Aquí tienes- dijo extendiéndomelo.

Vi que tenía numerosos whatsapps, pero los ignore todos. Fui hasta la agenda de contactos y busque la R, de Rosalie. Rosalie era la mejor amiga de Bella, la madrina de su hija, así que consideré que era necesario contárselo a la vez que necesitaba sus servicios de abogada.

-Rose- dije al notar como descolgó.


-Edward, ¿qué tal?- preguntó extrañada mientras oía al fondo los gorjeos de Hayden.

-Creo que deberías venir al hospital Swedish. Ayer Bella y yo sufrimos un accidente de coche y…- me paré para respirar hondo y coger fuerzas- y Bella está mal. Eres su mejor amiga-

-¿Qué? ¿Cómo ha pasado algo así?- dice exaltada.

-Por favor, ven. Necesito hablar contigo. Bella está en la UCI, pero yo estoy en la habitación 402, necesito tu ayuda por favor- la suplico.

-Claro, claro. Me visto y voy para allá, madre mía…- dice incrédula antes de colgar.

Durante casi una hora estoy solo porque mi padre se ha ido a buscar a mi madre a casa, y aprovecho ese momento para pensar. Estoy 100% seguro de que la mujer que vi por el retrovisor justo después del primer choque fue Nicole, además tenemos que añadir el episodio de las escaleras en mi casa y el del supermercado. 
En ambos casos estaban solo Bella e Ethan, es decir que no tenía interés en verme a mí. Cuando hace meses leí la carpeta que Bella me llevó a casa el día que se llevó a Ethan con ella, la descaré y la exigí una explicación a sus mentiras, sin embargo ella no dijo nada. Se limitó a recoger sus cosas y salir de casa sin decir una palabra por más que la insistí. Asumí que esa actitud era fruto de la vergüenza de haber sido descubierta y no le di más importancia.

Ahora veo que tan solo se alejó de mí pero su interés en mi familia continuó. No logro entender qué intereses puede tener en Bella, en Ethan o en mí. Sabe que he vuelto a tener una relación con Bella porque estaba en nuestra casa el día en que Nicole se metió en ella, y según me dijo Bella, ella misma la había confirmado ese día en el supermercado que el bebé que esperaba era mío. Dejé de darle vueltas a las cosas cuando escuché como se abría la puerta y esperando a una enfermera o a mi padre no intenté ni levantarme de la cama.

-Edward- dijo Rosalie acercándose a abrazarme. Emmet venía detrás de ella con cara de preocupación- ¿qué tal estás?

-Estoy bien dentro de lo que cabe, apenas he sufrido daños. Es Bella la que se ha llevado la peor parte.

-¿Dónde está? ¿Cuándo puedo verla?- dice impaciente.

-Está en la UVI, aun no me han dejado entrar a verla- la digo lleno de tristeza- se supone que podré verla en unas horas, pero me está carcomiendo por dentro el saber que ella está en ese estado y no puedo estar a su lado dándola fuerzas. Ayer creí que la había perdido, no sabía nada de ella, llegó al hospital sin identificación… Fueron las peores horas de mi vida. Así que quiero estar con ella todo el tiempo posible por lo que pueda pasar…- digo mientras mis ojos se aguan producto de las lágrimas.

-¿Y el bebé? ¿Ha sobrevivido al accidente?- mi cuerpo da un respingo ante el modo en el que Emmet dice sobrevivir.

-Sí, sé que ayer estaba teniendo contracciones…

-Oh dios- dice Rose horrorizada.

-Pero no sé si ya los médicos habrán logrado pararlas.

-No os merecéis esto… os merecéis ser felices juntos de una vez por todas. La vida es muy injusta- dice Rosalie enfadada y quitándose una lágrima de la mejilla. Emmet la abraza reconfortándola y no puedo evitar tener celos al ver que él sí puede apoyar a su mujer y yo no, él está a su lado, su mujer está viva, su hija está a salvo… yo tenía todas esas cosas hace un día y no supe apreciarlas lo suficiente.

Una enfermera entra en ese momento interrumpiendo nuestra conversación.

-Es la hora- dice mirándome.

Inmediatamente me pongo nervioso, al fin voy a ver a Bella.

-Estoy listo- digo- Rose, Emmet, voy a ver a Bella, no os vayáis por favor tengo que deciros algo importante.

-Por supuesto, cuenta con nosotros para lo que necesites. Dila a Bella que la quiero y que la necesito en mi vida- me pide.

-Sí, yo también- digo antes de que la enfermera me ponga sobre una silla de ruedas.

Atravesamos varios pasillos y nos subimos al ascensor, veo que marca el número de la planta baja. Una vez allí el clima ha cambiado, los doctores ya no usan batas blancas, usan batas verdes estériles, gorros y mascarillas.

-Tienes que ponerte esto para poder pasar- me indica- debido al collarín te ayudaré a ponértelo- seguidamente comienza a cubrir mi cabeza con un gorro de una tela fina, mi mano cubierta con mascarilla, mis manos con guantes, una bata sobre puesta ya que al estar sentado en la silla de ruedas no puede atármela en la espalda y finalmente unos cubre zapatos.

Cuando ella termina de cubrirse también, entramos a una sala llena de camillas separadas por cortinas. Me voy fijando en todas las personas que hay en las camillas, ninguna es Bella. De repente oigo un pitido incesante que inmediatamente activa una alarma en mi interior, a la sala entran entre 5 o 6 personas que se dirigen a una camilla que está al final de la habitación a la derecha. La enfermera que guía mi silla también se dirige hacia allí y veo como intentan reanimar a la persona que está allí tendida, al cabo de 5 minutos dejan de intentarlo y derrotados certifican la hora de la muerte. Yo aun no salgo de mi asombro por lo que acabo de ver, una persona acaba de morir ante mis ojos, cuando soy consciente de que mi mujer puede ser esa persona.

-¿Es mi mujer?- pregunto a la enfermera.

-No señor, es un varón. Su mujer está en la camilla siguiente- respiro con normalidad de nuevo y seguidamente respiro hondo para prepararme ante lo que voy a ver.



-Aquí está- dice dejándome a los pies de la cama- tiene solo 10 minutos con ella- yo no la respondo porque estoy ensimismado mirando el vientre de mi mujer donde nuestro hijo sigue creciendo. Desde donde estoy no puedo verla la cara entre los tubos y la barriga, así que muevo la silla hasta quedar a su lado.


-Oh Bella-sollozó al verla- lo siento cariño, lo siento- la digo mientras una de mis manos cubierta por el guante coge una de las suyas- siento que estés así por mi culpa, siento que nuestro bebé haya sufrido, siento no haber podido estar contigo hasta ahora…-las lágrimas comienzan a mojar la mascarilla que cubre mi boca.

-Vas  a ponerte bien- la digo mientras la toco el pelo que sale del vendaje de su cabeza-  vas a ponerte bien te lo prometo, y yo voy a estar contigo en todo momento. Nunca más voy a dejarte sola cariño- me fijo en su rostro, además de tener un tubo saliéndole de la garganta, su cara está llena de moratones y sus brazos están llenos de cortes. No puedo evitar que el nudo que he estado soportando en mi garganta desde ayer salga, el llanto comienza a ser incontrolable y apoyo mi cabeza entre su pecho y la cama.

Lloro por la situación, lloro por Bella, por no saber qué va a pasar ahora, no sé cómo va a despertar o si lo hará, no sé si nuestro bebé va a nacer o no. Ahora mismo veo muy lejana la imagen de entrar en nuestra casa los 4 juntos, Ethan feliz, yo al lado de Bella y nuestro otro hijo en sus brazos. Así es como deberían ser las cosas, no con Ethan en casa solo, yo pudiendo ver a Bella tan solo 10 minutos y ella en este estado.

-Te necesito Bella, necesito que vuelvas conmigo, con Ethan. Por favor… necesito que estés conmigo, era el plan ¿recuerdas? Dijimos que íbamos a estar juntos toda nuestra vida, y yo quiero tener una larga vida contigo y nuestros hijos- digo mientras pongo una mano en su vientre- quédate conmigo amor mío- le suplico mientras me levanto de la silla, incumpliendo las normas de la enfermera sobre no levantarme, y me levanto la mascarilla lo suficiente como para besar la piel de sus mejillas. El roce sigue siendo el mismo, pese a los cortes y los moratones, la sensación de su piel contra la mía me sigue produciendo la misma energía en mi interior.

Me quedo unos segundos con la nariz pegada en el hueco entre su cuello y su oreja, en el que pese a llevar un día en el hospital, aun guarda su olor. No es un olor que pueda describir porque es único de Bella, pero si cierro los ojos y dejo de escuchar los pitidos del hotler puedo trasladarme a uno de nuestros amaneceres juntos en nuestra cama, con ella entre mis brazos, sonriente y perezosa por levantarse. Su olor me transporta a otro momento, hace mucho tiempo…

Flash Back

Un rallo de sol me despertó al darme de lleno en la cara. Me giré para que dejara de molestarme y entonces percibí un olor que se me había hecho familiar en tan solo dos días. Entreabrí mis ojos lo justo como para observar como una chica morena dormía a mi lado en la cama, en mi cama. Sonreí recordando lo que había pasado ayer y sin querer ni poder evitarlo me acerqué a ella abrazándola.

La había conocido hace casi dos meses, me había traducido una conferencia alemana al inglés y después había resultado ser amiga de Emmet y Rose. Emmet y yo habíamos compartido piso en la universidad, solo que él estudiaba marketing y yo arquitectura. Rosalie ya era su novia cuando yo le conocí, comenzaron su relación siendo unos críos. Bella era la mejor amiga de Rosalie y me la presentó, yo me quedé fascinado con ella, era guapa, divertida y lista. Además tenía un interés cultural impresionante por infinidad de cosas, lo que me atraía de sobremanera al ver que compartíamos esa pasión por querer saber siempre más sobre todo, por ser unas mentes inquietas.

La pedí su número y no me lo dio, me dijo que no teníamos una relación tan estrecha como para darnos nuestros números y yo me quedé contrariado y sorprendido. Todas las chicas a las que había pedido su número me lo habían dado, aunque luego resultase ser falso o no mi hicieran ni caso cuando las llamaba, pero al menos no se negaban de primeras a darme su número. En ese momento me dije ‘’bueno no importa, hay chicas a montones en esta ciudad que sí te darán su número’’.

Las semanas siguientes Emmet y Rose solo hacían que meter a Bella en la conversación, haciendo que recordase una y otra vez como me había rechazado. Viajé a Canadá a otra conferencia y al terminar me encontré con Bella durante el refresco que se solía dar a la salida de este tipo de eventos. Hablé con ella y aceptó mi invitación de ir a comer. Ese día ya sí me dio su número y al volver a Nueva York la llamé, quedamos para cenar ese día y al día siguiente, en el cual dejé que la pasión se apoderara de mí y terminé haciendo el amor a Bella.


Me encantó el sexo con ella, es creativa y sus movimientos son sexis y excitantes.
Ayer volvimos a quedar para cenar y habíamos vuelto a acostarnos, de hecho ahora ella dormía a mi lado, con su precioso rostro a escasos centímetros del mío. Respiré hondo y aprecié su aroma, me encantaba, era único. No llegaba a ser dulce, ni ácido, ni frutal… era una mezcla extraña pero que me tenía encantado.

Al respirar hondo Bella se había despertado y ahora me miraba con los ojos entrecerrados. Sonreí ante su cara tan graciosa con los ojos así.

-Buenos días preciosa- digo antes de darla un suave beso sobre sus labios.

-Mmm, buenos días- dice sonriendo y besándome de vuelta. El beso es interrumpido por el sonido de sus tripas.

-Veo que tienes hambre- la digo.

-Mucha- me dice pícara, y sé que no se refiere solo a la comida.

Bajamos a la cafetería de debajo de mi piso a desayunar. Ella se pide un café cortado con un bretzel de crema y yo un café solo con tostadas.

-¿Quieres quedar esta noche?- me pregunta sonriente mientras agarra mi mano por encima de la mesa.

-Esta noche no puedo- digo cerrando los ojos y bajando la mirada en modo rendición.

-¿Por qué?- pregunta de repente. Yo la miro sonriente, me gusta que se interese por mí- perdón es tu vida, no tienes porque rendirme cuentas- dice irguiéndose en la silla y rompiendo el ambiente de complicidad que se había creado entre los dos. También aparta su mano de la mía y se concentra en remover el café.

-No pasa nada Bella, puedes preguntar. Yo también me intereso por tu vida- la explico. Ella asiente- esta noche tengo una cena familiar con mis padres, mi hermano y unos amigos de mis padres. Pero podemos quedar mañana por la noche- la digo esperanzado.

-Mañana no puedo- me dice mirándome de nuevo.

-Pues pasado- digo con una sonrisa. No me importa cuando verla, tan solo verla es lo que quiero.

-Tampoco- me dice removiendo de nuevo el café.

-¿Por qué?- digo con tono de enfado, tengo la sensación de que me está evitando, de que este puede ser el fin de una serie de citas inolvidables. No quería dejar de ver a Bella estaba muy a gusto con ella.

-Viajo a Budapest mañana por la mañana. Estaré allí dos semanas- me informa-

-¿Quieres decir que no nos veremos en dos semanas?- pregunto un poco más dolido de lo que debería.

-Me temo que sí- dice suspirando y bajando la mirada de nuevo.

Esas son las últimas palabras que compartimos antes de pagar y salir de la cafetería. Al llegar a la calle ella se me queda mirando y yo no puedo quitar la mirada de sus ojos marrones y profundos.

Finalmente suspira y se acerca al bordillo de la acera, donde un taxi vacío está esperando.

-Edward- dice a modo de despedida mientras se baja las gafas de sol y se monta en el taxi.

-Bella- digo despidiéndome de ella y viendo como el taxi arranca y comienza a alejarse calle abajo.

Durante las dos semanas siguientes no tuve noticias suyas, ni un sms, ni una llamada… nada. Así que en mi interior me hice a la idea de que Bella había sido una chica con la que había compartido momentos increíbles e inolvidables pero que nuestra historia había acabado y no daba para más. Sin embargo, a una parte de mí le estaba costando aceptar que lo de Bella se había acabado así sin más. Estábamos bien esa mañana, no logro entender la frialdad de nuestra despedida final.

Me estuve comiendo la cabeza durante esas dos semanas pensando en Bella. No quería reconocerlo pero echaba de menos recibir algún sms suyo alegrándome la mañana o saber que por la noche iba a tener una cita. Aunque no se lo reconocería a nadie, a mí mismo tenía que reconocerme que me había encaprichado con Bella. Es que, ¿cómo no hacerlo si Bella es perfecta para mí?

Era jueves y había tenido que estar todo el día viajando de obra en obra viendo los avances de las mismas, había pasado un montón de horas en el coche y estaba harto y cansado. Tan solo quería llegar a casa, ducharme, ponerme el pijama, cenar y tirarme a ver la tele. Mentiría si dijera que no me apetecía compartir la cena con una chica morena que sabía hablar 4 idiomas, pero desterré ese pensamiento de mi cabeza.

Dos horas después estaba quedándome dormido viendo una serie mala en la tele, cuando llamaron a la puerta. Miré la hora, casi las 11 de la noche, que raro pensé, algo malo ha debido de pasar. Alarmado corrí hacia la puerta y al abrirla me encontré precisamente a esa chica que era capaz de hablar 4 idiomas sonriéndome nerviosa.

-Hola Edward, perdón por la hora pero acabo de llegar de Budapest- comenzó.

-¡Bella!- dije asombrado y algún algo adormilado- ¿qué haces aquí? Pasa, no te quedes en la puerta- la invité a entrar abriendo un poco más la puerta.

-Siento venir tan tarde pero tenía que hablar contigo. Estas dos semanas he estado pensando mucho sobre lo que pasó hace dos semanas al despedirnos…
-Sí yo también- la dije.

-Y bueno, me dolía saber que nuestra última conversación fuera a ser tan fría, así que he pensado que lo que sea que hemos vivido necesitaba al menos una última conversación en buenos términos- me explicó. Yo asentí, era lo mismo que había estado pensando.
-Así que he de suponer que esta es esa conversación- la digo.

-No- dice acercándose un paso a mí- aun sabiendo que iba a volver a hablar contigo una última vez, mi mente no me ha dejado olvidarme de ti y una parte de mí no quería aceptar que lo nuestro- dijo haciendo comillas en el aire con los dedos- se fuera a acabar así sin más- mi corazón literalmente bailó en mi pecho ante sus palabras, ¿significaba que iba a tener más de Bella en mi vida?

-Sé que mi trabajo complica mucho las cosas, el hecho de que yo esté viajando varias veces al mes, hace difícil poder vernos asiduamente. Pero creo que si queremos y ponemos ganas, esto- dice señalándonos a ambos- puede llegar a ser algo muy bueno. No sé qué me pasa contigo Edward, pero no puedo dejarte ir sin más pese a lo que eso conlleva- me dice mirándome fijamente- sé que quiero algo más contigo que un par de cenas, dos noches juntos y un montón de sms, pero no te condenaré a una relación a semi distancia y ese es el motivo de mi cambio de actitud del último día que nos vimos.

No pude frenar mi impulso de ir contra ella y besarla hasta dejarla sin respiración acorralándola contra la pared.

-Bella… quiero lo que sea que me ofrezcas. Si solo nos podemos ver tres veces al mes, lo prefiero antes de no verte ninguna. Tú también te has metido dentro de mí y no he podido evitar echarte de menos estas semanas- confieso mientras la beso suavemente en los labios- una parte de mí también se negaba a dejarte ir. Intentémoslo Bella, tengamos una relación de pareja- la pido con mi cara a escasos milímetros de la suya, rozando su nariz con la mía.

-Sí- susurra contra mis labios- quiero estar contigo cariño- dice besándome finalmente.

Sonreí y la alcé en brazos para llevarla hasta mi dormitorio, el cual fue testigo una vez más de cómo la hacía mía. Esa noche la abracé, a mi ya novia, antes de dormirnos. Coloqué mi nariz contra su cuello oliendo de nuevo esa esencia característica de ella que tanto había extrañado estas semanas.

Fin flash back

-Estaré a tu lado hasta que despiertes, hasta que vuelvas conmigo cariño. Intentémoslo Bella- dije repitiendo la frase que la había dicho hace 7 años. Puse de nuevo mi mano en su vientre y también di un beso a su piel, a nuestro bebé, que me respondió con una breve patada. Sonreí, al fin después de tantas horas de angustia sonreí. –Tú me ayudarás a cuidar de mami, ¿verdad?- pregunté al vientre justo antes de volver a besarle.

La enfermera volvió y yo me preparé para despedirme de mi mujer, cuando vi que la enfermera comenzaba a desenchufarla de diferentes máquinas. Antes de que pudiera preguntar algo, más médicos llegaron a su alrededor y en un pestañeo Bella estaba saliendo por la puerta de la UCI, dejando un pitido acelerado a su paso.

En ese momento recordé al chico que había fallecido hace unos minutos y el miedo se apoderó de mí.

-Bella…- dije impresionado mientras veía a través de los cristales de las puertas, como se alejaba en una camilla empujada por médicos hasta el ascensor donde finalmente la perdí de vista.

Me levanté de la silla y salí de la UCI  como pude. Pregunté a los doctores que estaban en la puerta.

-¿A dónde van los doctores que acaban de salir? ¿sucede algo con la paciente?-

-¿Es familiar?- me pregunta un doctor bastante joven.

-Soy su marido-

-La hemorragia intracraneal ha vuelto- dijo. Y yo sentí como mi mundo volvía a hacerse pedazos. ¿Cómo era eso posible si acababa de estar con ella? No formulé la pregunta pero el doctor al parecer supo lo que pensé- la hemorragia solo se detecta con el monitor de actividad cerebral- me aclara.

Seguidamente llama a una enfermera para que me lleve de vuelta a mi habitación. Aun estoy en estado de shock no logro comprender lo que ha pasado, o lo que pueda pasar ahora.
En mi habitación hay mucha gente. Están Rose y Emmet, mis padres y los padres de Bella junto a Bree.

-Edward, ¿qué tal está Bella?- me pregunta Bree llorando.

-Estaba bien… pero de repente…-las lágrimas comienzan a caer de mis ojos sin control- se la han llevado al quirófano, dicen que la hemorragia intracraneal ha vuelto- les digo y finalmente dejo que mi llanto salga sin límites mientras me tapo la cara con ambas manos.
Ante mis palabras la madre de Bella, Bree y Rosalie lloran desconsoladas. Los demás comparten miradas de tristeza y resignación, como si estuviesen aceptando que Bella va a morir.

Cuando mi llanto remite, han podido pasar horas, me acercó a la ventana intentando buscar algo de luz en el exterior que alumbre mi vida. Porque desde luego en este hospital no lo voy a encontrar.

Nuevamente una enfermera entra pasadas tres horas a mi habitación. Se para en la entrada sorprendida de ver a tanta gente y todos tan rotos.

-Señor Cullen, tiene que acompañarme por favor- lo dice en un tono que no me gusta nada y desconfío.

-¿Ha pasado algo malo? No puedo enfrentarme a esto solo, no puedo…- digo teniendo en mi mente la peor opción que ha podido suceder.

-Yo estaré contigo Edward- dijo Bree acercándose a mí.

-Y yo hijo- dijo mi madre.

-Está bien, pueden venir 3 personas- dice la enfermera antes de traerme una silla de ruedas.
Salimos al pasillo y Bree me agarra de la mano mientras que mi madre apoya una mano en mi hombro. Nuevamente cogemos el ascensor y esta vez subimos dos plantas más arriba. Al abrirse las puertas del ascensor, veo que aquí el clima también es distinto, hay dibujos en las paredes y mucho más alboroto. Rápidamente caigo en la cuenta de que es la planta de pediatría. Mi corazón se acelera mientras entiendo cual es la única posibilidad para que esté aquí.

La enfermera me acerca al ventanal del nido donde veo muchas cunas, en cada una de ellas hay un bebé.

-Durante la operación, el ritmo cardiaco de su mujer bajó de manera alarmante y decidimos sacar al bebé para que no haya más estrés fetal- me explica.

-¿Y mi esposa?- pregunto preocupado.

-La están terminando de operar pero finalmente han conseguido revertir la hemorragia y en ese aspecto al parecer ya no hay de qué preocuparse- respiro aliviado, pero la tranquilidad solo me dura dos segundos. Comienzo a ser consciente de que voy a conocer a mi hijo sietemesino ya y dentro de mí hay una mezcla de euforia, tristeza y alegría.

Ella entra dentro del nido y habla con otra enfermera que hay dentro, esta le señala una cuna y la enfermera camina con ella hacia el ventanal. Cuando lo acerca, me levanto de la silla y observo al pequeño bebé lleno de tubos que hay dentro de la incubadora. No puedo evitar llorar, esta vez de alegría, al igual que Bree y mi madre.

Pongo mi mano en el cristal para acercarme más a él.

-Hola, mi vida- susurro al bebé.