Capítulo 29, parte 2
Bella PVO
Cerré los ojos y sentí a cámara lenta como mi cabeza golpeaba la luna del
coche. Los cristales me estaban produciendo cortes en toda mi cara y en el
cuero cabelludo. Sentía dolor, pero no pude gritar porque estaba concentrada
sintiendo como mi cuerpo salía despedido del coche, pasando por la luna del
mismo. Más cortes, ahora en mis brazos, en mis manos, en mi vientre… MI BEBÉ…
pensé alarmada. Antes de sentir que estaba completamente fuera del coche sentí
un fuerte golpe contra mi cara. Sentía calor, el material sobre el que estaba,
estaba caliente, bastante, y duro. En ese momento me atreví a abrir los ojos,
los pequeños cristales continuaban cayendo a alrededor y sobre mí,
incrustándose en mis brazos algunos de ellos.
Desde mi periferia pude ver que estaba sobre el capó del coche, sobre la
chapa gris oscuro del volvo de Edward. Sentí como mis tobillos se trababan en
el salpicadero del coche y mis rodillas caían justo en el espacio de la luna,
todos los cristales puntiagudos que estaban sobre la base de la luna se
incrustaron como un afilado cuchillo sobre el espacio de debajo de mis
rodillas. Finalmente el momento a cámara
lenta terminó y fui consciente de todo el dolor que mi cuerpo registraba. Mi
cabeza ardía, la chapa del coche estaba caliente pero este calor provenía del
interior de mi cabeza. También sentí como algo me recorría desde el oído hasta
mis labios, cayendo sobre el coche. El reguero era cálido al principio y a
medida que se acercaba a mis labios se hacía cada vez más frio, por lo que
deduje que era sangre.
Vi como todos los coches paraban en el lado izquierdo de la autovía para
observar el accidente. Una señora se acercó a donde yo estaba y me tocó la
espalda para ver si reaccionaba, vi como movía los labios pero no era capaz de
escuchar nada. Con todo el ruido que tiene que haber fuera y yo no oía nada,
eso tenía que ser mala señal. No pude responder a la señora, no pude mover ni
una parte de mi cuerpo. El dolor me consumía y si hace unos minutos sentía
calor, ahora comenzaba a sentir frío. Hacía casi 30 grados, era la 1 de la
tarde, ¿cómo podía tener frío a pleno sol? Eso tampoco podía ser buena señal.
Intenté mover mi mano y colocarla en mi vientre, mi bebé no se movía, de
hecho estaba tumbada boca abajo así que le estaba aplastando. Quería moverme y
dejar de aplastar al bebé pero no podía. La desesperación comenzó a apoderarse
de mí, por no poder reaccionar en este momento de vida o muerte.
¿Y Edward? ¿Dónde está mi marido? ¿Estará bien? Ojalá que sí, ojalá que
venga pronto y me ayude a moverme, al bebé no le gusta cuando estoy en esta
posición.
Vi como alguien con un traje de un color chillón se situaba frente a mí,
era un paramédico, podía ver la cruz en su chaqueta. Sentía sus manos en mis
piernas, intentaba quitarme los cristales incrustados en ellas. Después sentí
como muchas manos hacían presión contra diferentes partes de mi cuerpo,
deteniendo el flujo de sangre que salía sin parar.
Seguía sin poder oír nada. Mi visión poco a poco se volvió más borrosa y
finalmente se volvió negra.
.
.
No sentía nada, no oía nada, todo estaba negro. Era una sensación sumamente
agobiante. No podía hacer nada, quería tocar mi vientre, quería ver que mi hijo
seguía vivo dentro de mí. Oh dios… mi bebé…. Si le he perdido….
Quería ver a Edward, necesitaba saber que mi marido estaba bien. Quería que
me dijera que íbamos a superar esto y que pronto estaríamos con Ethan en
nuestra casa. Ethan…. Pobrecillo, doy gracias a que estaba con Alice y Jasper y
no ha tenido que vivir el accidente en primera persona.
De un momento a otro, dejé de no sentir nada, para sentir todo el dolor de
golpe. Abrí los ojos desesperadamente para ver un techo blanco y numerosas
personas rodeándome, estaba en un hospital. Una de ellas me hablaba, pero
seguía sin escuchar lo que decían. Quería gritar de dolor pero la mandíbula me
dolía horrores.
Intenté reconocer alguna cara, pero ninguna me era familiar, no estaba
Edward. Estaba sola. Observé mis brazos, estaban llenos de cortes y moratones,
quise levantar la cabeza para poder ver mi vientre, pero una cinta sobre mi
frente me lo impedía.
Olía a alcohol, era lo único que percibía. Mi piel escocía y mi cabeza
parecía a punto de estallar. No iba a soportar este dolor mucho más tiempo.
Justo cuando estaba a punto de rendirme al dolor, volví a esa bruma negra que
me impedía ver nada pero en la que no había sitio para el dolor.
De vuelta a la paz negra, intenté concentrarme en sentir algo dentro de mí,
quería sentir el movimiento del bebé dentro de mí. Pero no sentía nada, eso o
que el bebé no se movía.
Comencé a alterarme ante la perspectiva de que el bebé no se moviera, eso
no era bueno, era malo muy malo.
Aun no logro comprender qué nos ha pasado, y ¿por qué nos ha pasado esto a
nosotros? Veníamos del médico, de ver a
nuestro bebé, que es un niño. Estábamos plenos de felicidad y ahora esto… esta
situación de mierda.
¿Edward dónde estás cariño? No puedo ni imaginar que te haya pasado algo
malo, porque entonces no seré capaz de sobrevivir al dolor físico y emocional
que siento en estos momentos. Te necesito aquí a mi lado, tienes que velar por
que el bebé esté bien. Tú mantienes a la
familia unida.
Notaba como mi cuerpo cada vez estaba más cansado, hasta que terminé
perdiendo la consciencia del todo. No sabía qué iba a pasar así que me deje
llevar por la inconsciencia no sin antes desear volver a ver a mi marido y a mi
hijo aunque fuera una última vez.
.
Carlisle PVO
¿Qué clase de mal de ojo les habían echado a mi hijo y a Bella?
Primero se divorcian, ahora que vuelven a estar juntos y deciden tener otro
hijo, les ocurre esto.
Estoy conduciendo excediendo los límites de velocidad, pero me da igual.
Estoy ansioso por saber si la mujer que la enfermera me ha dicho es Bella o no.
Una parte de mí desea encontrarla ya, darle paz a mi hijo diciéndole que su
mujer está bien, que la madre de su hijo está viva. Y otra parte de mí no
quiere que encontremos a Bella en ese hospital.
La imagen de la enfermera diciéndome que la mujer que quizás sea mi nuera,
pasa por mi cabeza junto a sus palabras. Cuando
he llamado al hospital, me han pedido que si sabía quién era esa mujer que
localizase a su familia cuanto antes, porque está en estado crítico. Quieren
que la familia esté con ella ya, porque en su estado cualquier cosa puede
pasar.
Así que no quiero que sea esa mujer que está más muerta que viva. Quiero
encontrar a mi nuera, que esté bien, que mi nieto no nacido continúe creciendo
en su interior y que siga siendo ella misma. No quiero tener que darle la
noticia a mi hijo de que su mujer está entre la vida y la muerte y por
consiguiente su hijo también.
La noticia de que Bella está en un estado tan crítico afectaría a mi hijo
para mal. No iba a quedarse en esa cama de hospital a kilómetros de su familia
cuando existía el riesgo de perderlos.
Perdido en mis angustiosos pensamientos llegué al hospital, había casi una
hora y media de viaje, esperaba poder llegar, ver a esa mujer e irme sabiendo
que no es mi nuera.
Entré en el hospital y me dirigí a recepción.
-Buenas tardes, soy familiar de una joven que ha ingresado esta tarde. Ha
sufrido un accidente de tráfico y está embarazada. Su nombre es Isabella
Cullen- le digo.
-Mmmm sí, la paciente sin identificar. Es bueno que haya llegado su
familia, ella ahora mismo está en quirófano. Sígame le indicaré donde puede
esperar hasta que la operación termine.
Camino detrás de la recepcionista y me guía hasta una sala con sillas de
plástico, donde hay más personas esperando.
Me siento y al cabo de media hora veo como dos doctores se acercan hasta mi
posición.
¿Familiares de Isabella Cullen?- pregunta la mujer.
-Yo- digo levantándome- pero no sé si es Isabella Cullen- les aclaró-
existe la posibilidad pero hasta que no la vea no podré confirmar si es o no es
ella.
-Bueno en este momento no puede verla. Ella está en reanimación y su estado
es muy delicado. Estará en la UVI en una hora aproximadamente y entonces podrá
pasar unos minutos a verla.
Asiento con la cabeza.
-Aun no sabiendo si se trata de ella o no, ¿puede decirme cómo ha ido la
operación?- pregunto.
-La señora ingresó en estado muy grave esta mañana en torno a las 2 de la
tarde. En un breve examen primario, vimos que tenía numerosas hemorragias
externas a lo largo de sus extremidades producidas por los cristales del coche
que tenía clavados en su piel. Estas hemorragias no nos preocupaban tanto como
la hemorragia interna que tenía en la cabeza. Al parecer al salir despedida del
coche su cabeza chocó brutalmente contra el capó produciéndole un traumatismo
craneoencefálico grave que provocó una hemorragia intracraneal. Afortunadamente
esta se corrigió por sí sola, aunque la tenemos constantemente vigilada por si
la hemorragia vuelve. Por otro lado el ritmo cardiaco del feto, con una
gestación de 27 semanas, comenzó a desestabilizarse. La paciente ha registrado
contracciones que podrían hacer que el momento del parto se adelantase
precipitadamente, hemos conseguido ralentizar las contracciones y hemos
suministrado esteroides al feto para que sus pulmones maduren, en el caso de
que se ponga de parto.
-¿Quieres decir que el bebé podría nacer hoy?- digo asustado. Era un poco
pronto, solo estaba de 7 meses. A lo que cabía añadir que el cuerpo de Bella no
estaba en condiciones de sufrir un parto.
-Es una posibilidad sí, sin embargo confiamos en que las contracciones
finalmente remitan. En el caso de que se pusiera de parto, contamos con los
mejores especialistas de Seattle en tratamiento neonatal. Está en buenas manos-
me dijo intentando darme confianza.
-¿Y si se pusiera de parto… su vida correría peligro?- pregunto angustiado.
-No es el mejor momento para un parto, pero si la señora lograse
estabilizarse, las posibilidades de realizar una cesárea sin complicaciones
aumentarían. Si no tiene más preguntas, le ruego que espere aquí hasta que la
señora esté en la UVI.
Vuelvo a los asientos. Mientras la doctora hablaba una parte de mí
tristemente había aceptado que la mujer sí era Bella. Algo dentro de mí me
decía que mi nuera se encontraba luchando entre la vida y la muerte a unos
metros de aquí. Madre mía… me siento impotente estando aquí sin poder hacer
nada. Debería poder ayudar de alguna manera. Ojalá pudiese volver el tiempo
atrás, desee para mí mismo.
La media hora de espera fue una tortura, se me hizo larguísima pensando en
que el tiempo se escurría entre mis manos. En que sí Bella no lograba
sobrevivir, a mi hijo no le daría tiempo ni a despedirse de ella. Edward no iba
a soportar estar sin Bella, menos perdiéndola de esta manera, sin poder
despedirse, sin poder conocer a su hijo, sin tener una razón, tan de repente…
Tampoco iba a ser capaz de vivir sin ella. Los meses que habían estado
separados Edward cambió, se volvió otra persona, sobrevivía por su hijo y más
tarde también por Nicole, pero no vivía. Edward perdió toda la ilusión que
tenía por vivir cuando se divorció de Bella. Notaba como su interés en el
trabajo era plano, como actuaba como un robot todos los días, iba, venía,
trabajaba, comía, estaba con su hijo… pero todo lo hacía porque tenía que
hacerlo, no porque tuviese ganas de hacerlo.
Yo nunca he sido muy creyente en cuestiones religiosas, pero ahora mismo me
encontraba ante una situación en la que todos teníamos las manos atadas y no
podíamos hacer nada salvo esperar. Así que levanté la mirada hacia el techo y
recé por mi familia, por Bella para que se recuperase, por mi hijo para que
pudiera volver a abrazar a su mujer, por mi nieto para que pudiera criarse con
sus dos padres y por mi nieto no nacido para que pudiera nacer dentro de dos
meses como estaba previsto, sin correr ningún riesgo.
Una doctora, distinta a las de antes, se acercó a mí para llevarme a una
sala donde tuve que cubrirme con ropas estériles y lavarme las manos para poder
pasar a la UVI. Cuando entré en la sala, varios pitidos me anunciaban la
cantidad de personas que estaban en esta sala entre la vida y la muerte. Un
escalofrío me recorrió cuando empecé a ver a personas conectadas a máquinas,
intubadas…
Caminé un par de pasos más y la doctora paró frente a una camilla donde
había un cuerpo cubierto de tubos y vendajes.
-Ahora mismo tiene puesta respiración artificial, cuando despierte si puede
respirar por sí misma se lo quitaremos- me informó. Mi mirada de angustia debió
de darla la impresión de que estaba consternado.
-¿Es ella la señora Cullen?- me preguntó.
Me acerqué hasta el lado izquierdo de la cama y la miré por unos segundos.
-Sí, es ella- dije tragando en seco.
-Bien le dejaré unos minutos, no más de 5- dijo mientras corría las cortinas
y me dejaba a solas con ella.
Las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Era Bella pero no era ella, estaba
hecha una pena. Tenía cortes por todos lados, incluido en los párpados. La
cabeza estaba vendada al igual que sus piernas de rodillas para abajo. Tenía un
tuvo en la garganta y en su cara comenzaban a salir manchas violetas, producto
de los golpes. Estaba con los ojos cerrados, pero aun así podía percibir
sufrimiento en su rostro. Debía estar muriéndose de dolor.
Vi su vientre, seguía teniendo el mismo tamaño que ayer cuando vinieron a
cenar a casa. No pude evitar poner mi mano sobre él- esperé cerca de un minuto
esperando esperanzado, Bella había dicho en numerosas ocasiones que el bebé se
movía mucho. Estaba a punto de apartar mi mano cuando sentí un leve movimiento
a través de la piel. Sonreí, ese era el movimiento de la esperanza, aun había
esperanza para que todo esto solo quedase en un mal episodio de nuestras vidas.
-Bella soy Carlisle, ya sabemos dónde estás, no estás sola cielo. Todos estamos
contigo, no me voy a apartar de tu lado ni del de mi nieto. Edward está en el
hospital, está bien, pero no podrá venir hasta dentro de un par de días.
Necesito que aguantes por él, necesito que le esperes, está desesperado por ti.
Ethan también te necesita, vendrá mañana y estará deseando de ver a su mamá. Y
mi otro nieto o nieta, necesita que su madre esté fuerte para traerle al mundo
dentro de unos meses, no ahora Bella. Tienes que aguantar, ¿me entiendes? Yo sé
que me escuchas, tengo el sentimiento de que estás consciente en tu interior…
-Señor Cullen, la visita a terminado- me informa. Yo asiento con la cabeza
y salgo del cubículo, no sin antes dar un beso a Bella en el vientre.
En cuanto salgo de la UVI me quito toda la ropa esterilizada y salgo fuera
del hospital. Inmediatamente llamo a Esme, quien me responde al segundo pitido.
-Carlisle- me dice en tono serio.
-Sí es ella- digo con un suspiro.
-¡Oh qué bien! Al menos ya sabemos dónde está. ¿Sabes cómo está?- pese a la
alegría y a la esperanza de Esme, yo no veía nada positivo en esta situación.
-He entrado a verla, está en la UVI. Está muy mal Esme- digo suspirando
hondamente- Sé que Edward no está recuperado del todo pero debes ser sincera
con él, tiene que prepararse para cualquier cosa que pueda pasar- escuché como
sollozaba contra el teléfono- está grave.
Tiene el cuerpo lleno de cortes por
los cristales, ha sufrido una hemorragia intracraneal por el golpe que se ha
llevado, ha perdido mucha sangre y está teniendo contracciones.
-¿Cómo?- dice espantada.
-Al parecer el accidente ha provocado las contracciones. Los médicos han
conseguido ralentizárselas pero no pararlas del todo. Están dando esteroides al
feto para que le maduren los pulmones, están cubriendo todas las posibles
posibilidades que pueden ocurrir a partir de ahora. Puede volver la hemorragia,
puede ponerse de parto… en fin. Creo que Edward debería estar aquí, hablar con
la enfermera esa a ver qué puede hacer para trasladarle a este hospital. Si
algo le pasa a Bella y él no está con ella, eso va a poder con él. Avisar
también a Charlie, Renee y Bree, deben venir por si sucede lo que sea- digo
nervioso.
-Está bien- dice llorando- voy a colgar- acto seguido escucho los pitidos
del teléfono y me guardo el móvil en el bolsillo. Vuelvo dentro del hospital
para que Bella sea identificada y pregunto sobre si Edward puede venir a este
hospital. Me dicen que en principio no habría ningún problema porque hay camas
libres pero todo depende del otro hospital si da su consentimiento o no.
Mi cabeza es un caos, la imagen de Bella no sale de mi mente y cada vez me
afecta más. No logro entender que la risueña chica que ayer estuvo cenando en
mi casa, embarazada de mi hijo, y sonriendo al lado de Edward, hoy esté en una
camilla de hospital en un estado tan grave. Las cosas cambian en un solo
momento.
Acordé quedarme aquí hasta que Bella despertase. Era casi la hora de cenar
y bajé a la cafetería para intentar comer algo, aun que mi estómago estaba
revuelto.
.
Edward
PVO
-Mamá- lloré abrazado a ella como cuando
era un niño. No puedo creer que esté pasando esto, no puedo creer que Bella
haya muerto- dime… que…ella… no… se…ha…ido- la pedí entre el llanto.
-No se ha ido- dijo acariciándome el
pelo- no se ha ido, aun está con nosotros. Tu padre ha estado con ella.
-¿Entonces por qué te has puesto así? Me
has asustado, he pensado en lo peor- la digo enfadado. De verdad que pensaba
que Bella había muerto. Llevaba sopesando esa posibilidad todo el día desde que
me metieron en la ambulancia, pero quería creer que el sentimiento de esperanza
dentro de mí era por algo, era porque ella estaba viva. Pero luego al ver la
reacción de mi madre, de verdad pensé que la había perdido. Inexplicablemente
una calma se apoderó de mi cuerpo que llevaba horas en tensión. Ella estaba
bien, íbamos a volver a casa los 4.
-Lo siento hijo, pero me ha impresionado
demasiado el estado de Bella. Siento haberte asustado.
-¿Y el bebé?- pregunté a mi madre que se
secaba las lágrimas.
-Edward, déjame contarte todo lo que me
ha dicho tu padre. Pero prométeme que no vas a levantarte de la cama- yo fruncí
el ceño, porque eso quería decir que sí iba a alterarme lo que fuera que me
tuviera que decir.
-Bella está viva, pero está muy…
delicada. Su estado es muy grave- comenzó a decirme mi madre. Cada
característica fatídica que mi madre me decía, me provocaba más dolor, como si
fuera mi cuerpo el que estuviera padeciéndolo- y en cuanto al bebé, Bella está
teniendo contracciones por el accidente, tu hijo puede nacer ya si no logran
pararlas.
-¡Es muy pronto!- grito a la nada- el
bebé aun no puede nacer, solo está de 27 semanas mamá…- le digo desesperado.
-Lo sé cariño- me dice tocándome el
brazo.
-Tengo que estar con ella mamá. Tengo
que estar con ella cuanto antes, nadie me garantiza que Bella pase de esta
noche, o que mi hijo no nazca hoy mismo. No puedo dejarla sola con esto, he de
ir a ese hospital- le informo y le pido que me deje moverme.
-Pero tú no puedes moverte. Tu padre también
piensa que sería conveniente que los dos estuvierais en el mismo hospital,
preguntaré si pueden trasladarte con Bella- me dice dándome un beso en la
frente mientras se levanta.
Antes de que saliera por la puerta, me
acuerdo de la felicidad de esta mañana y llamo a mi madre.
-Es un niño, mamá. Voy a tener otro
niño- le digo con voz triste. Esta no era ni de lejos la situación que había
esperado para decirle a mi familia la buena noticia. Mi madre comprende cómo me
siento en este momento y baja la cabeza.
-Lo siento Edward, siento que os esté
pasando todo esto, no os lo merecéis, ni tu ni Bella, ni mis nietos- mi madre
salió de la habitación dejándome solo con mis pensamientos.
Lloré un poco cuando comprendí que no
todo estaba ganado, pero no estaba perdido tampoco. Estaba en un punto muerto,
en el que solo Bella podía dar un paso adelante o un paso hacia atrás. En estos
momentos solo quería estar con ella, abrazarla y decirla que tenga fuerzas para
sobrevivir y que vuelva con nosotros a casa. Ni si quiera podía pensar en la
opción de que mi hijo naciera hoy.
Nos habíamos tomado el embarazo con
calma. Como la cuna, el porta bebés, el cuco y demás cosas necesarias para un
bebé ya las teníamos de cuando nació Ethan, estábamos bastante despreocupados.
Así que la verdad no habíamos pensado nombres, supongo que usaríamos uno de los
que pensamos para Ethan, tampoco habíamos preparado su habitación, ni la
bolsita para llevar al hospital con ropa, pañales y demás. Confiaba de verdad
en que de la manera que fuese, el niño no naciera hoy, porque además Bella no
creo que soportase una operación en su estado.
Cada vez me impacientaba más, no podía
estar aquí sentado en esta cama más tiempo. Mi mujer me necesitaba y yo no
podía estar a kilómetros de ella, si algo la pasaba en el tiempo que tardaba en
llegar hasta ella me iba a morir. Mi madre había sido clara, Bella está grave,
estable pero grave, y esa situación se puede revertir en cualquier momento. No
puedo desaprovechar ni un solo minuto con ella. Ahora mismo todos los meses que
pasamos separados, me parecían una absoluta pérdida de tiempo. Habíamos
desaprovechado casi un año sin estar juntos, casi un año cuando ahora no sabía
cuánto tiempo nos quedaba.
-Agg- grité desesperado mientras me
tapaba la cara con las manos.
-Edward- dijo mi madre entrando en la
habitación con la enfermera Evans y con un doctor que no había visto antes.
-Soy el doctor Miller. Su madre me ha
comentado su situación personal y su petición de trasladarse de hospital-
asentí.
-Mi esposa me necesita, y yo a ella.
Ella está en otro hospital, en el Swedish.
-Lo sé, por mí no hay problema en cuanto
las traslado. Puesto que la señorita Evans es la que más le ha tratado será
ella quien decida si es conveniente moverle o no.
La enfermera Evans se acercó a mí y me
habló mirándome a los ojos.
-Quiero que se recupere, y sé que para
eso necesita estar cerca de su familia. Sin embargo tiende a no hacer lo que le
dicen, así que solo podrá abandonar el hospital si firma su traslado voluntario
y procura no moverse más que lo estrictamente necesario. Una ambulancia le llevará
a usted y a su madre al Swedish en una hora, arreglaré tu historial para que lo
lleves allí- me dijo.
Agradecido, la apreté la mano que me
ofrecía y le agradecí haber encontrado a mi esposa también.
Una hora más tarde dos enfermeros me
estaban colocando en la camilla de la ambulancia. Preferiría ir sentado, pero
con tal de no perder el tiempo no protesté. Mi madre agradeció a los médicos su
apoyo y subió a la ambulancia junto a mí.
-¿Has avisado a los padres de Bella?- me
preguntó mi madre.
-Sí, la enfermera Evans llamó a Bree. La
dijo que cogerían el primer vuelo.
Nos quedamos un momento en silencio
perdido cada uno en sus pensamientos, pero que eran los mismos.
-¿Crees que superaremos esto?- la
pregunté. Sé que mi madre no sabe más que yo de la situación, pero siempre que
dudaba de algo se lo preguntaba. Lo hacía desde que tenía 4 años, la misma edad
que mi hijo.
-Creo que mañana podré responderte mejor
a esa pregunta cariño- yo cerré los ojos y asentí más o menos, todo lo que
podía dejarme el collarín.
-¿Cómo voy a explicarle a Ethan lo que
pasa?- le volví a preguntar. Ella era madre, tenía 35 años de experiencia, así
que sabía mucho más que yo sin duda.
-Le dirás la verdad. Le dirás que mamá
ha tenido un accidente y que está en el hospital hasta que pueda volver a jugar
con él. Los niños entienden las cosas, perciben a las personas, va a saber que
pasa algo malo en cuanto nos vea mañana en el hospital a todos. Además no
sabemos cómo va a resultar todo esto, no sabemos qué posibles secuelas puede tener
Bella, así que no es justo que mientas a Ethan diciéndole que todo va a estar
bien si existe la posibilidad de que su mundo cambie para siempre.
-Gracias mamá- la digo mirándola
fijamente.
-De nada hijo, sigo siendo madre aunque
tú ya seas padre- me dice sonriendo levemente.
Una vez llegamos al hospital me
asignaron una habitación sin hacer caso a mis peticiones de dejarme ver a
Bella. Los doctores me decían que me comunicarían cuando pudiera verla.
Justo
en ese momento llegó mi padre y de manera ansiosa le pregunté por Bella. Pude
ver en sus ojos el miedo, la angustia y la tristeza que hicieron que mi cuerpo
se congelara. Mi padre era una persona muy tenaz, no se ponía nervioso por
nada, nada le alteraba, para alguien que no le conociera pensaría que es una
persona fría, pero tan solo es una persona que sabe mantener el control de la
situación en todo momento.
Las enfermas pidieron a mis padres que
abandonaran la habitación mientras me hacían una revisión. Vi como una de ellas
intentaba meter algo en el gotero y me negué.
-Son calmantes simplemente- me dijo.
-No los quiero, no quiero dormir- le
expliqué.
-Señor esto no es sobre lo que quiera,
si no sobre lo que necesita, y necesita descansar está muy alterado.
La agarre del brazo suavemente para que
me mirase.
-Necesito que me lleve con mi mujer- la
pedí.
-Estoy al tanto de su situación personal
pero la señora Cullen no puede recibir visitas ahora mismo y usted no puede
levantarse de la cama. Quizás mañana….
-¡Quizás mañana ella ya no esté!-me
sentía frustrado, ¿por qué nadie en este hospital entendía mi necesidad de ver
a Bella? ¿no tenían corazón?
-Ella está muy delicada, restringimos
las visitas porque queremos minimizar al máximo las posibles infecciones que la
puedan afectar- me explicó.
-¿Eso debería calmarme?-le preguntó
enfadado.
-No estoy intentando calmarle, tan solo
intentando explicarle porque no puede ver a su mujer aun- mi cara de
preocupación no cambió pese a sus palabras- No debería darle esta información,
pero su mujer lleva varias horas estable dentro de la gravedad, eso aunque
parezca que no es una buena noticia. No es un avance pero tampoco es un
retroceso, que esté estable significa que aumentan las posibilidades de que
pase esta noche y sus posibilidades de recuperación aumenten de igual forma. Si
mañana sigue estable podrá verla- me dijo. Antes de que pudiera negarme o dar
una respuesta ella inyecto un líquido en el gotero, el sedante, pensé.
Poco a poco mis ojos se fueron cerrando,
sin poder remediarlo.
A la mañana siguiente desperté
respirando profundamente, intenté girarme y noté como una presión en mi cuello
me lo impedía. El collarín, recordé, y con ese recuerdo llegaron todos los
demás, el accidente, Bella…
Abrí los ojos y percibí la claridad
entrar por las ventanas, ya era de día, por la luz del sol calcularía que son
las 10 de la mañana aproximadamente.
-Edward- era mi padre, que se acababa de
levantar del sofá y caminaba hacia mí.
-¿Y Bella?- pregunté inmediatamente.
-Está igual que anoche. Ha pasado buena
noche dada su situación.
-¿Podré verla hoy?-
-No lo sé, cuando venga la enfermera podrás preguntárselo.
-¿Y mamá?- pregunté tras unos minutos en
silencio.
-Ha ido a casa. La familia de Bella
llegará en poco tiempo y ha pensado en que sería bueno que se quedaran en una
casa y no en un hotel dada la situación, así que está preparando las
habitaciones para que puedan dormir- me explica. Yo me limitó a asentir con la
cabeza.
Nos quedamos en silencio hasta que entra
una enfermera, distinta a la de ayer, viene a revisarme.
-¿Cómo se encuentra hoy señor?- me
pregunta.
-Mejor- digo sin pensar. Realmente no me
encuentro mal, tan solo siento un pinzamiento en la parte posterior del cuello
cuando hago algún movimiento brusco.
-Eso es buena señal, aun así deberá
estar aquí hoy ingresado y llevará el collarín durante varias semanas.
-Sin problema- prefiero tomarme mi
recuperación de forma sosegada, sin prisas, además mi cuello era la menor de
mis preocupaciones- quisiera saber si podre ver hoy a mi mujer.
-¿Por qué no va a poder verla señor?- me
dijo confundida. Claramente no estaba al tanto de la situación.
-Ella está ingresada aquí, en la UCI. Se
llama Isabella Cullen, por favor necesito verla, me dijeron que hoy sería
posible- le suplico.
-Iré a preguntar a su doctor- dijo
saliendo de la habitación.
Media hora después volvió a entrar en mi
habitación con buenas noticias.
-Según me han informado, la señora
Cullen ha pasado buena noche y aunque su estado aun es grave podrá recibir
alguna visita breve- me informo.
-Muchas gracias. ¿Cuándo podrá recibir
visitas?- pregunto esperanzado, al fin una buena noticia.
-En un par de horas cuando su médico
haga sus rondas, le avisaré no se preocupe- dijo antes de volver a dejarnos
solos.
Yo me sumí en un estado de felicidad e
impaciencia. Sabía que Bella no estaba en su mejor momento, pero al fin podría
evaluar con mis propios ojos los daños del accidente. Accidente provocado por
Nicole, recordé. En ese momento una persona y un nombre se me pasó por la
cabeza.
-¿Papá me traes mi móvil?- le pedí
mientras él leía el periódico.
Se levantó del sofá y hurgó en una bolsa
de plástico con la marca de una tienda dibujada en el exterior.
-Aquí tienes- dijo extendiéndomelo.
Vi que tenía numerosos whatsapps, pero
los ignore todos. Fui hasta la agenda de contactos y busque la R, de Rosalie.
Rosalie era la mejor amiga de Bella, la madrina de su hija, así que consideré
que era necesario contárselo a la vez que necesitaba sus servicios de abogada.
-Rose- dije al notar como descolgó.
-Edward, ¿qué tal?- preguntó extrañada
mientras oía al fondo los gorjeos de Hayden.
-Creo que deberías venir al hospital
Swedish. Ayer Bella y yo sufrimos un accidente de coche y…- me paré para
respirar hondo y coger fuerzas- y Bella está mal. Eres su mejor amiga-
-¿Qué? ¿Cómo ha pasado algo así?- dice
exaltada.
-Por favor, ven. Necesito hablar
contigo. Bella está en la UCI, pero yo estoy en la habitación 402, necesito tu
ayuda por favor- la suplico.
-Claro, claro. Me visto y voy
para allá, madre mía…- dice incrédula antes de colgar.
Durante casi una hora estoy solo
porque mi padre se ha ido a buscar a mi madre a casa, y aprovecho ese momento
para pensar. Estoy 100% seguro de que la mujer que vi por el retrovisor justo
después del primer choque fue Nicole, además tenemos que añadir el episodio de
las escaleras en mi casa y el del supermercado.
En ambos casos estaban solo
Bella e Ethan, es decir que no tenía interés en verme a mí. Cuando hace meses
leí la carpeta que Bella me llevó a casa el día que se llevó a Ethan con ella,
la descaré y la exigí una explicación a sus mentiras, sin embargo ella no dijo
nada. Se limitó a recoger sus cosas y salir de casa sin decir una palabra por
más que la insistí. Asumí que esa actitud era fruto de la vergüenza de haber
sido descubierta y no le di más importancia.
Ahora veo que tan solo se alejó
de mí pero su interés en mi familia continuó. No logro entender qué intereses
puede tener en Bella, en Ethan o en mí. Sabe que he vuelto a tener una relación
con Bella porque estaba en nuestra casa el día en que Nicole se metió en ella,
y según me dijo Bella, ella misma la había confirmado ese día en el
supermercado que el bebé que esperaba era mío. Dejé de darle vueltas a las
cosas cuando escuché como se abría la puerta y esperando a una enfermera o a mi
padre no intenté ni levantarme de la cama.
-Edward- dijo Rosalie acercándose
a abrazarme. Emmet venía detrás de ella con cara de preocupación- ¿qué tal
estás?
-Estoy bien dentro de lo que
cabe, apenas he sufrido daños. Es Bella la que se ha llevado la peor parte.
-¿Dónde está? ¿Cuándo puedo
verla?- dice impaciente.
-Está en la UVI, aun no me han
dejado entrar a verla- la digo lleno de tristeza- se supone que podré verla en
unas horas, pero me está carcomiendo por dentro el saber que ella está en ese
estado y no puedo estar a su lado dándola fuerzas. Ayer creí que la había
perdido, no sabía nada de ella, llegó al hospital sin identificación… Fueron
las peores horas de mi vida. Así que quiero estar con ella todo el tiempo
posible por lo que pueda pasar…- digo mientras mis ojos se aguan producto de
las lágrimas.
-¿Y el bebé? ¿Ha sobrevivido al
accidente?- mi cuerpo da un respingo ante el modo en el que Emmet dice
sobrevivir.
-Sí, sé que ayer estaba teniendo
contracciones…
-Oh dios- dice Rose horrorizada.
-Pero no sé si ya los médicos
habrán logrado pararlas.
-No os merecéis esto… os merecéis
ser felices juntos de una vez por todas. La vida es muy injusta- dice Rosalie
enfadada y quitándose una lágrima de la mejilla. Emmet la abraza
reconfortándola y no puedo evitar tener celos al ver que él sí puede apoyar a
su mujer y yo no, él está a su lado, su mujer está viva, su hija está a salvo…
yo tenía todas esas cosas hace un día y no supe apreciarlas lo suficiente.
Una enfermera entra en ese
momento interrumpiendo nuestra conversación.
-Es la hora- dice mirándome.
Inmediatamente me pongo nervioso,
al fin voy a ver a Bella.
-Estoy listo- digo- Rose, Emmet,
voy a ver a Bella, no os vayáis por favor tengo que deciros algo importante.
-Por supuesto, cuenta con
nosotros para lo que necesites. Dila a Bella que la quiero y que la necesito en
mi vida- me pide.
-Sí, yo también- digo antes de
que la enfermera me ponga sobre una silla de ruedas.
Atravesamos varios pasillos y nos
subimos al ascensor, veo que marca el número de la planta baja. Una vez allí el
clima ha cambiado, los doctores ya no usan batas blancas, usan batas verdes
estériles, gorros y mascarillas.
-Tienes que ponerte esto para poder
pasar- me indica- debido al collarín te ayudaré a ponértelo- seguidamente
comienza a cubrir mi cabeza con un gorro de una tela fina, mi mano cubierta con
mascarilla, mis manos con guantes, una bata sobre puesta ya que al estar
sentado en la silla de ruedas no puede atármela en la espalda y finalmente unos
cubre zapatos.
Cuando ella termina de cubrirse
también, entramos a una sala llena de camillas separadas por cortinas. Me voy
fijando en todas las personas que hay en las camillas, ninguna es Bella. De repente
oigo un pitido incesante que inmediatamente activa una alarma en mi interior, a
la sala entran entre 5 o 6 personas que se dirigen a una camilla que está al
final de la habitación a la derecha. La enfermera que guía mi silla también se
dirige hacia allí y veo como intentan reanimar a la persona que está allí
tendida, al cabo de 5 minutos dejan de intentarlo y derrotados certifican la
hora de la muerte. Yo aun no salgo de mi asombro por lo que acabo de ver, una
persona acaba de morir ante mis ojos, cuando soy consciente de que mi mujer
puede ser esa persona.
-¿Es mi mujer?- pregunto a la
enfermera.
-No señor, es un varón. Su mujer
está en la camilla siguiente- respiro con normalidad de nuevo y seguidamente
respiro hondo para prepararme ante lo que voy a ver.
-Aquí está- dice dejándome a los
pies de la cama- tiene solo 10 minutos con ella- yo no la respondo porque estoy
ensimismado mirando el vientre de mi mujer donde nuestro hijo sigue creciendo.
Desde donde estoy no puedo verla la cara entre los tubos y la barriga, así que
muevo la silla hasta quedar a su lado.
-Oh Bella-sollozó al verla- lo
siento cariño, lo siento- la digo mientras una de mis manos cubierta por el
guante coge una de las suyas- siento que estés así por mi culpa, siento que
nuestro bebé haya sufrido, siento no haber podido estar contigo hasta
ahora…-las lágrimas comienzan a mojar la mascarilla que cubre mi boca.
-Vas a ponerte bien- la digo mientras la toco el
pelo que sale del vendaje de su cabeza-
vas a ponerte bien te lo prometo, y yo voy a estar contigo en todo
momento. Nunca más voy a dejarte sola cariño- me fijo en su rostro, además de
tener un tubo saliéndole de la garganta, su cara está llena de moratones y sus
brazos están llenos de cortes. No puedo evitar que el nudo que he estado
soportando en mi garganta desde ayer salga, el llanto comienza a ser
incontrolable y apoyo mi cabeza entre su pecho y la cama.
Lloro por la situación, lloro por
Bella, por no saber qué va a pasar ahora, no sé cómo va a despertar o si lo
hará, no sé si nuestro bebé va a nacer o no. Ahora mismo veo muy lejana la
imagen de entrar en nuestra casa los 4 juntos, Ethan feliz, yo al lado de Bella
y nuestro otro hijo en sus brazos. Así es como deberían ser las cosas, no con
Ethan en casa solo, yo pudiendo ver a Bella tan solo 10 minutos y ella en este
estado.
-Te necesito Bella, necesito que
vuelvas conmigo, con Ethan. Por favor… necesito que estés conmigo, era el plan
¿recuerdas? Dijimos que íbamos a estar juntos toda nuestra vida, y yo quiero
tener una larga vida contigo y nuestros hijos- digo mientras pongo una mano en
su vientre- quédate conmigo amor mío- le suplico mientras me levanto de la
silla, incumpliendo las normas de la enfermera sobre no levantarme, y me
levanto la mascarilla lo suficiente como para besar la piel de sus mejillas. El
roce sigue siendo el mismo, pese a los cortes y los moratones, la sensación de
su piel contra la mía me sigue produciendo la misma energía en mi interior.
Me quedo unos segundos con la
nariz pegada en el hueco entre su cuello y su oreja, en el que pese a llevar un
día en el hospital, aun guarda su olor. No es un olor que pueda describir
porque es único de Bella, pero si cierro los ojos y dejo de escuchar los
pitidos del hotler puedo trasladarme a uno de nuestros amaneceres juntos en
nuestra cama, con ella entre mis brazos, sonriente y perezosa por levantarse.
Su olor me transporta a otro momento, hace mucho tiempo…
Flash
Back
Un
rallo de sol me despertó al darme de lleno en la cara. Me giré para que dejara
de molestarme y entonces percibí un olor que se me había hecho familiar en tan
solo dos días. Entreabrí mis ojos lo justo como para observar como una chica
morena dormía a mi lado en la cama, en mi cama. Sonreí recordando lo que había
pasado ayer y sin querer ni poder evitarlo me acerqué a ella abrazándola.
La
había conocido hace casi dos meses, me había traducido una conferencia alemana
al inglés y después había resultado ser amiga de Emmet y Rose. Emmet y yo
habíamos compartido piso en la universidad, solo que él estudiaba marketing y
yo arquitectura. Rosalie ya era su novia cuando yo le conocí, comenzaron su
relación siendo unos críos. Bella era la mejor amiga de Rosalie y me la
presentó, yo me quedé fascinado con ella, era guapa, divertida y lista. Además
tenía un interés cultural impresionante por infinidad de cosas, lo que me
atraía de sobremanera al ver que compartíamos esa pasión por querer saber
siempre más sobre todo, por ser unas mentes inquietas.
La
pedí su número y no me lo dio, me dijo que no teníamos una relación tan
estrecha como para darnos nuestros números y yo me quedé contrariado y
sorprendido. Todas las chicas a las que había pedido su número me lo habían
dado, aunque luego resultase ser falso o no mi hicieran ni caso cuando las
llamaba, pero al menos no se negaban de primeras a darme su número. En ese
momento me dije ‘’bueno no importa, hay chicas a montones en esta ciudad que sí
te darán su número’’.
Las
semanas siguientes Emmet y Rose solo hacían que meter a Bella en la
conversación, haciendo que recordase una y otra vez como me había rechazado.
Viajé a Canadá a otra conferencia y al terminar me encontré con Bella durante
el refresco que se solía dar a la salida de este tipo de eventos. Hablé con
ella y aceptó mi invitación de ir a comer. Ese día ya sí me dio su número y al
volver a Nueva York la llamé, quedamos para cenar ese día y al día siguiente,
en el cual dejé que la pasión se apoderara de mí y terminé haciendo el amor a
Bella.
Me
encantó el sexo con ella, es creativa y sus movimientos son sexis y excitantes.
Ayer
volvimos a quedar para cenar y habíamos vuelto a acostarnos, de hecho ahora
ella dormía a mi lado, con su precioso rostro a escasos centímetros del mío.
Respiré hondo y aprecié su aroma, me encantaba, era único. No llegaba a ser
dulce, ni ácido, ni frutal… era una mezcla extraña pero que me tenía encantado.
Al
respirar hondo Bella se había despertado y ahora me miraba con los ojos
entrecerrados. Sonreí ante su cara tan graciosa con los ojos así.
-Buenos
días preciosa- digo antes de darla un suave beso sobre sus labios.
-Mmm,
buenos días- dice sonriendo y besándome de vuelta. El beso es interrumpido por
el sonido de sus tripas.
-Veo
que tienes hambre- la digo.
-Mucha-
me dice pícara, y sé que no se refiere solo a la comida.
Bajamos
a la cafetería de debajo de mi piso a desayunar. Ella se pide un café cortado
con un bretzel de crema y yo un café solo con tostadas.
-¿Quieres
quedar esta noche?- me pregunta sonriente mientras agarra mi mano por encima de
la mesa.
-Esta
noche no puedo- digo cerrando los ojos y bajando la mirada en modo rendición.
-¿Por
qué?- pregunta de repente. Yo la miro sonriente, me gusta que se interese por
mí- perdón es tu vida, no tienes porque rendirme cuentas- dice irguiéndose en
la silla y rompiendo el ambiente de complicidad que se había creado entre los
dos. También aparta su mano de la mía y se concentra en remover el café.
-No
pasa nada Bella, puedes preguntar. Yo también me intereso por tu vida- la
explico. Ella asiente- esta noche tengo una cena familiar con mis padres, mi
hermano y unos amigos de mis padres. Pero podemos quedar mañana por la noche-
la digo esperanzado.
-Mañana
no puedo- me dice mirándome de nuevo.
-Pues
pasado- digo con una sonrisa. No me importa cuando verla, tan solo verla es lo
que quiero.
-Tampoco-
me dice removiendo de nuevo el café.
-¿Por
qué?- digo con tono de enfado, tengo la sensación de que me está evitando, de
que este puede ser el fin de una serie de citas inolvidables. No quería dejar
de ver a Bella estaba muy a gusto con ella.
-Viajo
a Budapest mañana por la mañana. Estaré allí dos semanas- me informa-
-¿Quieres
decir que no nos veremos en dos semanas?- pregunto un poco más dolido de lo que
debería.
-Me
temo que sí- dice suspirando y bajando la mirada de nuevo.
Esas
son las últimas palabras que compartimos antes de pagar y salir de la
cafetería. Al llegar a la calle ella se me queda mirando y yo no puedo quitar
la mirada de sus ojos marrones y profundos.
Finalmente
suspira y se acerca al bordillo de la acera, donde un taxi vacío está
esperando.
-Edward-
dice a modo de despedida mientras se baja las gafas de sol y se monta en el
taxi.
-Bella-
digo despidiéndome de ella y viendo como el taxi arranca y comienza a alejarse
calle abajo.
Durante
las dos semanas siguientes no tuve noticias suyas, ni un sms, ni una llamada…
nada. Así que en mi interior me hice a la idea de que Bella había sido una
chica con la que había compartido momentos increíbles e inolvidables pero que
nuestra historia había acabado y no daba para más. Sin embargo, a una parte de
mí le estaba costando aceptar que lo de Bella se había acabado así sin más.
Estábamos bien esa mañana, no logro entender la frialdad de nuestra despedida
final.
Me
estuve comiendo la cabeza durante esas dos semanas pensando en Bella. No quería
reconocerlo pero echaba de menos recibir algún sms suyo alegrándome la mañana o
saber que por la noche iba a tener una cita. Aunque no se lo reconocería a
nadie, a mí mismo tenía que reconocerme que me había encaprichado con Bella. Es
que, ¿cómo no hacerlo si Bella es perfecta para mí?
Era
jueves y había tenido que estar todo el día viajando de obra en obra viendo los
avances de las mismas, había pasado un montón de horas en el coche y estaba
harto y cansado. Tan solo quería llegar a casa, ducharme, ponerme el pijama,
cenar y tirarme a ver la tele. Mentiría si dijera que no me apetecía compartir
la cena con una chica morena que sabía hablar 4 idiomas, pero desterré ese
pensamiento de mi cabeza.
Dos
horas después estaba quedándome dormido viendo una serie mala en la tele,
cuando llamaron a la puerta. Miré la hora, casi las 11 de la noche, que raro
pensé, algo malo ha debido de pasar. Alarmado corrí hacia la puerta y al
abrirla me encontré precisamente a esa chica que era capaz de hablar 4 idiomas
sonriéndome nerviosa.
-Hola
Edward, perdón por la hora pero acabo de llegar de Budapest- comenzó.
-¡Bella!-
dije asombrado y algún algo adormilado- ¿qué haces aquí? Pasa, no te quedes en
la puerta- la invité a entrar abriendo un poco más la puerta.
-Siento
venir tan tarde pero tenía que hablar contigo. Estas dos semanas he estado
pensando mucho sobre lo que pasó hace dos semanas al despedirnos…
-Sí
yo también- la dije.
-Y
bueno, me dolía saber que nuestra última conversación fuera a ser tan fría, así
que he pensado que lo que sea que hemos vivido necesitaba al menos una última
conversación en buenos términos- me explicó. Yo asentí, era lo mismo que había
estado pensando.
-Así
que he de suponer que esta es esa conversación- la digo.
-No-
dice acercándose un paso a mí- aun sabiendo que iba a volver a hablar contigo
una última vez, mi mente no me ha dejado olvidarme de ti y una parte de mí no
quería aceptar que lo nuestro- dijo haciendo comillas en el aire con los dedos-
se fuera a acabar así sin más- mi corazón literalmente bailó en mi pecho ante
sus palabras, ¿significaba que iba a tener más de Bella en mi vida?
-Sé
que mi trabajo complica mucho las cosas, el hecho de que yo esté viajando
varias veces al mes, hace difícil poder vernos asiduamente. Pero creo que si
queremos y ponemos ganas, esto- dice señalándonos a ambos- puede llegar a ser
algo muy bueno. No sé qué me pasa contigo Edward, pero no puedo dejarte ir sin
más pese a lo que eso conlleva- me dice mirándome fijamente- sé que quiero algo
más contigo que un par de cenas, dos noches juntos y un montón de sms, pero no
te condenaré a una relación a semi distancia y ese es el motivo de mi cambio de
actitud del último día que nos vimos.
No
pude frenar mi impulso de ir contra ella y besarla hasta dejarla sin
respiración acorralándola contra la pared.
-Bella…
quiero lo que sea que me ofrezcas. Si solo nos podemos ver tres veces al mes,
lo prefiero antes de no verte ninguna. Tú también te has metido dentro de mí y
no he podido evitar echarte de menos estas semanas- confieso mientras la beso
suavemente en los labios- una parte de mí también se negaba a dejarte ir.
Intentémoslo Bella, tengamos una relación de pareja- la pido con mi cara a
escasos milímetros de la suya, rozando su nariz con la mía.
-Sí-
susurra contra mis labios- quiero estar contigo cariño- dice besándome
finalmente.
Sonreí
y la alcé en brazos para llevarla hasta mi dormitorio, el cual fue testigo una
vez más de cómo la hacía mía. Esa noche la abracé, a mi ya novia, antes de
dormirnos. Coloqué mi nariz contra su cuello oliendo de nuevo esa esencia
característica de ella que tanto había extrañado estas semanas.
Fin
flash back
-Estaré a tu lado hasta que
despiertes, hasta que vuelvas conmigo cariño. Intentémoslo Bella- dije
repitiendo la frase que la había dicho hace 7 años. Puse de nuevo mi mano en su
vientre y también di un beso a su piel, a nuestro bebé, que me respondió con una
breve patada. Sonreí, al fin después de tantas horas de angustia sonreí. –Tú me
ayudarás a cuidar de mami, ¿verdad?- pregunté al vientre justo antes de volver
a besarle.
La enfermera volvió y yo me
preparé para despedirme de mi mujer, cuando vi que la enfermera comenzaba a
desenchufarla de diferentes máquinas. Antes de que pudiera preguntar algo, más
médicos llegaron a su alrededor y en un pestañeo Bella estaba saliendo por la
puerta de la UCI, dejando un pitido acelerado a su paso.
En ese momento recordé al chico
que había fallecido hace unos minutos y el miedo se apoderó de mí.
-Bella…- dije impresionado
mientras veía a través de los cristales de las puertas, como se alejaba en una
camilla empujada por médicos hasta el ascensor donde finalmente la perdí de
vista.
Me levanté de la silla y salí de
la UCI como pude. Pregunté a los
doctores que estaban en la puerta.
-¿A dónde van los doctores que
acaban de salir? ¿sucede algo con la paciente?-
-¿Es familiar?- me pregunta un
doctor bastante joven.
-Soy su marido-
-La hemorragia intracraneal ha
vuelto- dijo. Y yo sentí como mi mundo volvía a hacerse pedazos. ¿Cómo era eso
posible si acababa de estar con ella? No formulé la pregunta pero el doctor al
parecer supo lo que pensé- la hemorragia solo se detecta con el monitor de
actividad cerebral- me aclara.
Seguidamente llama a una
enfermera para que me lleve de vuelta a mi habitación. Aun estoy en estado de
shock no logro comprender lo que ha pasado, o lo que pueda pasar ahora.
En mi habitación hay mucha gente.
Están Rose y Emmet, mis padres y los padres de Bella junto a Bree.
-Edward, ¿qué tal está Bella?- me
pregunta Bree llorando.
-Estaba bien… pero de
repente…-las lágrimas comienzan a caer de mis ojos sin control- se la han
llevado al quirófano, dicen que la hemorragia intracraneal ha vuelto- les digo
y finalmente dejo que mi llanto salga sin límites mientras me tapo la cara con
ambas manos.
Ante mis palabras la madre de
Bella, Bree y Rosalie lloran desconsoladas. Los demás comparten miradas de
tristeza y resignación, como si estuviesen aceptando que Bella va a morir.
Cuando mi llanto remite, han
podido pasar horas, me acercó a la ventana intentando buscar algo de luz en el
exterior que alumbre mi vida. Porque desde luego en este hospital no lo voy a
encontrar.
Nuevamente una enfermera entra
pasadas tres horas a mi habitación. Se para en la entrada sorprendida de ver a
tanta gente y todos tan rotos.
-Señor Cullen, tiene que
acompañarme por favor- lo dice en un tono que no me gusta nada y desconfío.
-¿Ha pasado algo malo? No puedo
enfrentarme a esto solo, no puedo…- digo teniendo en mi mente la peor opción
que ha podido suceder.
-Yo estaré contigo Edward- dijo
Bree acercándose a mí.
-Y yo hijo- dijo mi madre.
-Está bien, pueden venir 3
personas- dice la enfermera antes de traerme una silla de ruedas.
Salimos al pasillo y Bree me
agarra de la mano mientras que mi madre apoya una mano en mi hombro. Nuevamente
cogemos el ascensor y esta vez subimos dos plantas más arriba. Al abrirse las
puertas del ascensor, veo que aquí el clima también es distinto, hay dibujos en
las paredes y mucho más alboroto. Rápidamente caigo en la cuenta de que es la
planta de pediatría. Mi corazón se acelera mientras entiendo cual es la única
posibilidad para que esté aquí.
La enfermera me acerca al
ventanal del nido donde veo muchas cunas, en cada una de ellas hay un bebé.
-Durante la operación, el ritmo
cardiaco de su mujer bajó de manera alarmante y decidimos sacar al bebé para
que no haya más estrés fetal- me explica.
-¿Y mi esposa?- pregunto
preocupado.
-La están terminando de operar
pero finalmente han conseguido revertir la hemorragia y en ese aspecto al parecer
ya no hay de qué preocuparse- respiro aliviado, pero la tranquilidad solo me dura
dos segundos. Comienzo a ser consciente de que voy a conocer a mi hijo
sietemesino ya y dentro de mí hay una mezcla de euforia, tristeza y alegría.
Ella entra dentro del nido y
habla con otra enfermera que hay dentro, esta le señala una cuna y la enfermera
camina con ella hacia el ventanal. Cuando lo acerca, me levanto de la silla y
observo al pequeño bebé lleno de tubos que hay dentro de la incubadora. No
puedo evitar llorar, esta vez de alegría, al igual que Bree y mi madre.
Pongo mi mano en el cristal para
acercarme más a él.
-Hola, mi vida- susurro al bebé.