miércoles, 26 de octubre de 2016

Capítulo 26

Capítulo 26
Narrador externo:

Las siguientes semanas fueron todo felicidad y amor en la casa de los Cullen.
Bella estaba algo más cansada de lo habitual pero muy feliz y se pasaba las horas tocando su vientre.

Edward no era muy diferente a ella, iba al trabajo por obligación y cada vez que tenía un hueco se iba a casa con su mujer. Había reducido las horas de trabajo y ahora volvía a casa a las dos para comer con Bella y con Ethan. Edward no cabía en sí mismo de felicidad, adoraba a los niños y más aún si eran suyos. Se volvía un blandengue cada vez que estaba cerca de su hijo o su mujer.

Ethan aún no sabía nada pero no era tonto y sabía que algo pasaba. Su papá estaba en casa mucho más tiempo que antes pero no para jugar más con él, estaba pendiente de su madre todo el rato. Su mami también estaba rara, dormía mucho y ya no jugaba con ella como antes.

El resto de la familia, excepto Alice, tampoco sabían ni sospechaban nada pero estaban contentos por ver a Edward y a Bella felices después de todo lo que habían pasado.

Por las noches solo importaban ellos dos y su bebé. A veces leían cosas sobre bebés juntos, otras hablaban sobre planes para el futuro como dónde iban a poner la habitación del bebé, y otras simplemente se metían en la cama y Edward apoyaba su cabeza en el abdomen de Bella hasta que se quedaban dormidos.

Bella PVO

Aquella mañana como siempre me levanté a las nueve, me preparé un desayuno rico en proteínas, con unos huevos revueltos riquísimos, desperté a Ethan y desayunamos juntos antes de llevarle a la guardería. Ahora que yo no trabajaba podía ocuparme perfectamente de él pero con el embarazo habíamos decidido seguir llevándole a la guardería y de paso que se acostumbrase a no estar con sus padres todo el rato ya que al año que viene sería un año de cambios para él. Empezaría el colegio y tendría un hermanito pequeño con el que tendría que compartir el cariño de toda la familia.

Cuando volví a casa del mercado con el tiempo justo para hacer la comida antes de que llegase Edward, sonó el teléfono. Era mi ginecólogo, con las prisas no me había recetado las vitaminas ni me había dicho si todo estaba bien en el embarazo. Acordamos una cita para pasado mañana y así también podría hacerme la primera ecografía.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando Edward llegó a casa con Ethan. Le conté a Edward la cita con el médico, la cual obviamente no iba a perderse, mientras él sentaba a Ethan en la mesa para comer.

Llegó el día de la tan esperada consulta y Edward no me soltó la mano desde que bajamos del coche. Estábamos perdidos cada uno en nuestros pensamientos, aunque apostaría lo que fuera a que eran los mismos, y envueltos en un cómodo silencio el cual fue interrumpido por una enfermera diciendo mi nombre.
Pasamos a la consulta y el doctor se alegró al verme con mi pareja y que hubiéramos aceptado la noticia del embarazo con alegría.

Sacó la primera fotografía de nuestro bebé y yo no pude evitar emocionarme mientras que Edward me regaló una gran sonrisa y me guiño un ojo. El embarazo no tenía ninguna complicación pero de todas formas programamos otra ecografía para dentro de dos meses.
Al salir de la consulta, salí con la foto en la mano y nos quedamos mirándola durante mucho tiempo. Edward me besó con ansias y amor en medio de los pasillos del hospital.

-Es una cosita preciosa- dijo señalando el puntito que era nuestro bebé en la foto. Me besó la nariz y nos encaminamos hacia el parking donde teníamos el coche y pasamos a recoger a Ethan a la guardería, había llegado el día de dar la noticia a la familia.
Edward llamó a su madre y a Jasper y los invitó a cenar este sábado a nuestra casa mientras que yo invité a Rose a cenar y la noticia del embarazo se la di a mi familia por teléfono.

Mi padre se alegró muchísimo y me felicitó varias veces, mi madre no pudo aceptarlo al principio y Bree solo podía pensar en que durante unos meses compartiríamos la maravillosa experiencia de estar embarazadas.

Cuando llegamos a casa pensamos en que el mejor momento para hablar con Ethan sería durante la comida, así que ahora estaba preparando la comida mientras que ellos dos veían la tele.

Nos sentamos a comer en un silencio bastante denso al principio en el que Edward  y yo compartíamos miradas para ver quién sería el primero en romper el hielo.

-Ethan- le llamé en voz baja y cariñosa. Él levantó la mirada y me regaló una gran sonrisa, la sonrisa de Edward- papá y yo tenemos que decirte algo muy importante- ahora la sonrisa había desaparecido totalmente y en su lugar había fruncido el ceño.

-¿Vas a vover a vivir en ota casa ota vez?- preguntó. De repente mis ánimos descendieron considerablemente y Edward al darse cuenta me cogió la mano por encima de la mesa.

-No campeón, mami ya no se va a ir a otra casa nunca más- le explicó Edward con una sonrisa. Poco a poco me sentí capaz de hablar con Ethan de nuevo.

-Es algo que espero que te guste…- le dije.

-¿Es un regalo?- preguntó intrigado.

-Más o menos- le explicó Edward mientras me miraba sonriente.

-¿Te gustaría tener… un hermanito cariño?- le pregunté.

-¿Un hermanito?- preguntó como si no supiera lo que es.

-Sí, un hermanito o hermanita pequeña.

-¿Cómo la prima Hayden?- me preguntó.

-Así de pequeñita o pequeñito será al principio pero luego crecerá- le explicó Edward- y se hará grande como tú para que podáis jugar juntos.- ante la idea de tener un compañero de juegos Ethan asintió pero ninguno de los dos estábamos preparados para su siguiente reacción.

-No sé…- dijo removiendo su comida.

-¿Qué no sabes mi amor?- le pregunté.

-Si quero un hermanito- dijo con un suspiro fuerte y dejando caer los cubiertos en el plato se paso ambas manos por su pelo, claro gesto de Edward aunque este lo hacía con una única mano- ¿puedo hablalo eta noche con mi cama y mañana te lo digo?- preguntó.

Edward y yo nos miramos sin saber que hacer pero finalmente asentimos y dejamos que Ethan se fuera al salón a jugar. Nosotros continuamos comiendo y luego Edward me ayudó a recoger la mesa y poner el lavavajillas. Cuando terminamos subimos a acostar  a Ethan y nosotros nos quedamos en el salón. Yo sentada leyendo un libro y Edward tumbado dejando descansar su cabeza en mi regazo.

Mientras yo leía un libro él veía en la tele un capítulo de esa serie que tanto le gustaba. Estábamos cada uno en nuestro mundo hasta que noté como una de sus manos se metía por debajo de mi camiseta y me acariciaba la tripa.

Dejé el libro en la mesilla de al lado y le miré mientras pasaba mis dedos por su pelo. Poco a poco comenzamos a acercarnos hasta que nuestros labios de juntaron, y luego una cosa llevó a la otra hasta que terminamos totalmente desnudos, Edward sentado en el sofá y yo a horcajadas sobre él.

Sin perder el contacto visual comenzó a introducirse en mí hasta que me llenó por completo, cuando eso pasó nos besamos y yo comencé a moverme en círculos sobre él. Pero Edward tenía otros planes, me agarró la cadera marcando él el ritmo hacia adelante y hacia atrás.

Después sus manos pasaron a mis pechos dándoles generosas caricias y después lamiéndolos con mucha delicadeza. Si algo tenía el embarazo, es que volvía mis pechos extremadamente sensibles.


Poco a poco comenzamos a entre cerrar los ojos debido al placer y no podíamos darnos besos continuados debido a los gemidos. Sus manos cogieron las mías y las levantaron hacía arriba todo lo que las suyas le permitían lo cual dio como resultados el que por la posición de mis brazos pareciese que eran las alas de un pájaro en pleno vuelo.

Sus manos apretaban con fuerza las mías y yo retorcía sus largos dedos con los míos debido al placer. Aunque el placer no anuló completamente mis sentidos y mientras retorcía sus dedos y él levantaba cada vez más su pelvis noté que sus manos no estaban desnudas. Había un anillo rodeando el dedo anular de su mano izquierda, nuestro anillo de boda.

Este descubrimiento aumentó el placer que ya sentía y me hizo explotar. Mientras yo intentaba recuperarme del asalto Edward continuó moviéndose en mi interior hasta que segundos después se corrió en mí.

Agotada descansé mi cabeza en su pecho aún con él dentro de mí. Aun no se había normalizado nuestra respiración cuando recordé algo. Con cuidado me levanté del regazo de Edward mientras sentía como vaciaba mi interior y con una mirada le dije a Edward que me esperase.

Subí desnuda por las escaleras hasta nuestra habitación y fui directamente al mueble que estaba a la izquierda de la puerta del baño donde guardaba las joyas que más me ponía.

Abrí el primer cajón y saqué un pequeño estuche azul marino de terciopelo donde se encontraba mi anillo de casada. Lo saqué con sumo cuidado y sin ponérmelo en el dedo bajé hasta el salón donde Edward seguía en la misma posición pero con sus bóxers puestos.

-¿A dónde has ido?- me preguntó mientras me sentaba en su regazo.

-A por una cosa importante- le dije con un suave roce de labios- por cierto te amo- le declaré con una sonrisa mientras me ponía el anillo.

-Y yo a ti- me dijo mientras me devolvía el beso de vuelta y me apretaba más contra él. 

Uní nuestras manos al igual que nuestras frentes y noté como él fue entrelazando sus dedos con los míos hasta que llegó al penúltimo. Ahí se detuvo tocando el mismo anillo que llevaba él.

Apartó nuestras manos dejando una cierta distancia y se quedó observando el anillo.

-Me encanta verte con nuestro anillo puesto- me dijo con una sonrisa y volviéndome a besar.

-Cuando llevo este anillo, todos los meses que hemos estado separados desaparecen. Es como si con él solo permanecieran las cosas buenas- dije mirando fijamente el anillo.

Él me sujetó el mentón haciendo un poco de fuerza hasta que nuestras miradas se cruzaron.

-Lo que te dije anoche era en serio… cásate conmigo… de nuevo- me pidió con una mirada llena de esperanza y una gran sonrisa.

-Sí- contesté rebosante de felicidad.

-¿Sí?- volvió a preguntar como si hubiese otra opción para esa pregunta.

-Por supuesto- le aseguré mientras la besaba.

-Mañana- me dijo entre besos- casémonos mañana.

-Yo ya me siento casada y creo que tú también, pero si no es mucho pedir esta vez me gustaría hacerlo de forma correcta. Con nuestra familia y amigos más cercanos- Edward se limitó  a asentir con una sonrisa feliz en su rostro y a volverme a besar.

La burbuja de felicidad continuó hasta el sábado que venía toda la familia que vivía en Seattle a cenar a casa. Ahora estábamos en el súper comprando la cena. La lubina al horno con patatas baby y verduras sería el plato principal pero luego lo acompañaríamos con una ensalada turca, la favorita de Esme, un buen vino blanco, del cual se encargaba Edward, y el postre habíamos decidido comprarlo en la pastelería, unos pasteles de diferentes sabores.

Cuando llegamos a casa Ethan tenía uno de esos días pesados en los que no se despegaba ni de Edward ni de mí intentando llamar la atención y como teníamos cosas que hacer terminó llorando ya que no pudimos prestarle la atención que él quería. Por suerte se durmió cuando le senté en mi regazo en el sofá para que dejase de llorar y eso nos permitió preparar las cosas de forma más relajada.

Estaba todo prácticamente listo. Al pescado le faltaban pocos minutos en el horno, la ensalada estaba preparada y los pasteles en una bandeja en el frigorífico. Edward bajó vestido y arreglado con Ethan en sus brazos gozando de toda la atención que quería. Yo subí a vestirme justo antes de que sonara el timbre.

Cuando bajé estaban todos en el salón pendientes de los dos reyes de la casa, Ethan y Hayden. Tuvimos una pequeña conversación común y luego nos sentamos a cenar.
Cuando comenzamos a cenar los nervios me volvieron a invadir cerrándome el estómago. Y para colmo Emmet encendió la mecha.

-¿Y bueno… para que queríais invitarnos a cenar? Tranquila que no me quejo, cocinas divinamente pero… algún motivo habrá ¿no?- preguntó mientras desmenuzaba el pescado.

-Claro que lo hay Emmet, ¿acaso no has visto sus manos?- le dijo Jasper- tienen las alianzas de casados. Los muy cabrones se han vuelto a casar y tampoco nos han avisado.

Este comentario de mi cuñado levantó un gran revuelo en la mesa. Unos nos reclamaban el no habérselo dicho y otros aunque estaban contentos con la noticia les hubiera gustado estar en nuestra… ¿tercera boda? Solo Alice continuaba comiendo como si nada.

Me estaba empezando a desesperar debido a las voces. Edward intentaba hacerles callar pero le hacían caso omiso, así que me levanté con decisión de la silla y me puse en pie mandándoles calla con un grito.

Todos se quedaron callados y Edward se colocó detrás de mí poniendo sus manos en mi abdomen junto a las mías.

-Efectivamente Emmet esta cena es por un motivo muy especial- dije girándome para ver a Edward con una sonrisa- pero no nos hemos casado otra vez- aclaré.

-Y si no os habéis casado de nuevo, ¿cuál es la maravillosa noticia Bella?- preguntó Alice con sarcasmo dedicándome una mirada traviesa y riéndose a lo grande.

-Estamos esperando nuestro segundo hijo- dijo Edward desde detrás de mí acariciando con mucho cariño mi tripa.

De nuevo hubo multitud de voces pero ahora todas eran de alegría. Las que más se emocionaron fueron Esme y Rose. La primera porque iba a ser abuela de nuevo cuando pensaba que nunca tendría más nietos y la segunda porque había estado en los peores momentos de nuestro matrimonio y para ella esta noticia significaba que mi vida estaba encarrilada de nuevo.

La noche pasó bastante amena entre bromas y comentarios cariñosos hacia el nuevo bebé. El momento más entrañable lo protagonizó nuestro hijo cuando todos estábamos comiendo el postre junto al café y nos informó de que había pensado lo de tener un hermanito y que sí que quería, pero con condiciones.

Dijo que quería un hermanito y no una hermanita, lo que nos hizo reír a todos, que cuando fuera mayor jugara al baloncesto pero al fútbol no porque ya teníamos un futbolista en la familia y ese era él. Que Edward siguiera llevándole a los partidos de beisbol de los Mariners y que yo siguiese leyéndole cuentos por las noches.
Me saltaron algunas lágrimas de felicidad y besé a Edward delante de toda la familia y con Ethan sentado en mi regazo.

Cuando todos terminamos de cenar y las cosas quedaron más o menso recogidas los hombres salieron al jardín a fumar  mientras que las mujeres me hacían un interrogatorio sobre el embarazo, cómo lo había tomado Edward, de cuánto estaba… y las enseñe  la foto que me habían sacado el miércoles.

Ethan se quedó dormido en el sofá a eso de las doce de la noche y nuestros invitados se fueron sobre la una y media.

Subimos juntos a la habitación de Ethan donde le acostamos y luego nos dormimos abrazados en nuestra cama. No podía estar más feliz.
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2 meses más tarde

Bella PVO

-¿Bella has visto mis llaves de casa?- me preguntó Edward. Yo estaba tumbada en el sofá descansando después de comer.

-Las has dejado en la cocina- respondí elevando la voz para que me oyera.

-No ahí no están, ya he mirado- dijo entrando al salón- dios…voy a llegar tarde a la reunión, que vergüenza- me informó negando con la cabeza.

-Vete ya, yo voy a estar en casa toda la tarde.

-¿No vas a salir con Ethan al parque?- me preguntó acuclillándose frente a mí, así nuestras caras quedaban a la misma altura.

-Tu bebé lleva dándome patadas en la parte de arriba del abdomen desde que me he despertado, estoy un poco incómoda así que le pediré a Rose o a Alice que vengan a por él- expliqué.

Edward sonrió y puso su mano sobre mi tripa en la parte superior, justo donde el bebé daba patadas.

-Va a ser más inquieto que Ethan- le dije mientras ponía mi mano sobre la suya.


-Nos van a tener entretenidos durante los próximos 10 años sin duda- me dijo mientras me besaba en los labios- me voy. Si te encuentras mal me llamas, ¿quieres que traiga la cena?- preguntó desde el recibidor.

-No gracias cariño, puedo cocinar. Que te vaya bien- le despedí con la mano y un guiño de ojo.

Estos últimos meses el bebé no me ha dejado dormir bien, se movía mucho y como estaba colocado con la cabeza hacia abajo sus pequeñas piernas me oprimían las costillas. Le gustaba mucho moverse, se pasaba toda la noche dando patadas lo que me hacía difícil poder conciliar el sueño. Había invertido mis horas de descanso, ahora dormía por las tardes y por las noches entre las 2 y las 5 de la mañana hacía otras cosas…

Al quedarme embarazada aplacé mis planes de buscar un trabajo así que contaba con muchas horas libres. Por la noche lo que más hacía era ver la tele, jugar con el móvil o leer un libro. Habíamos descubierto que al bebé le relajaba el agua, así que todos los jueves por la tarde íbamos a la piscina cubierta a darnos un baño los tres. En casa las noches de los viernes Edward y yo solíamos darnos largos baños de espuma en la bañera, era uno de los pocos momentos que teníamos para estar a solas ya que Ethan ya estaba desarrollando celos por su hermano no nacido.

Ethan intentaba acaparar toda nuestra atención usando todas las armas que tenía en su mano. Todos los días hacía alguna trastada, desde tirar sus juguetes por las escaleras a pintar las paredes, gracias a dios había elegido las paredes que estaban detrás de los sofás del salón y sus ‘’obras de arte’’ quedaban ocultas a las visitas. Le comenté este cambio a Esme quien me aconsejó dedicar todo el tiempo posible a Ethan antes de que naciera su hermano y una vez naciera involucrarle lo máximo posible en la rutina del bebé.

Dormí durante una hora y media antes de subir a por Ethan a su habitación. Me sorprendí cuando le encontré jugando, sentado en la alfombra y rodeado de juguetes tirados por el suelo.

-¿Pero qué haces aquí?- le pregunté acercándome a él.

-Mami, estoy jugando- me dijo como si no fuera obvio.

-Ya ya lo veo. ¿No deberías estar dormido?- le pregunté mientras veía la cama casi sin deshacer.

-No tengo sueño. Ya no me gusta la siesta- me replicó serio poniéndose de pie.

Yo reí por su actitud pero en el fondo estaba triste. Estaba dejando de ser mi bebé para convertirse en un niño más independiente que no necesitaba a su mamá a cada momento. Uno de los miedos que me albergaba con la llegada del nuevo bebé era que Ethan se sintiera desplazado, que dejara de ser el pequeño de la casa y que eso le hiciera crecer antes de tiempo. Solo tenía 4 años y quería que siguiera siendo un niño pequeño, no quería hacerle crecer apresuradamente.

-¿Vamos a ir al parque?- me dijo esperanzado. Por si me había olvidado de él, el bebé volvió a patear con fuerza recordándome quien mandaba en mi cuerpo.

-No cariño, iremos a hacer la compra al supermercado que está aquí cerquita y luego podrás ayudarme a hacer la cena, ¿quieres? Así papi va a estar muy contento cuando vuelva de trabajar.

-No, no quiero- me gritó a la vez que daba una patada en el suelo y se cruzaba de brazos. Su ceño fruncido me indicaba que iba a tener una rabieta de las suyas en cualquier momento.

-Ven aquí Ethan, mira- le atraje hacía mí  a la vez que me sentaba en su cama. Cogí su mano y la puse sobre mi tripa de 5 meses, justo donde el bebé daba patadas feliz –esos golpecitos los da el bebé y a mamá la cansan- Ethan volvió la cabeza hacia un lado y me miró ceñudo.

-¿Y te hace pupa?-

-No mi amor, no me hace pupa. Es como cuando papi o el abuelo te abrazan fuerte fuerte fuerte, ellos no te hacen daño pero tampoco te gusta que te aprieten tanto, ¿no?- le pregunté. Él negó dándome la razón- pues por eso mamá hoy no puede llevarte al parque, pero la tía Rose o la tía Alice pueden llevarte si quieres- le dije.
-No, yo quiero ir contigo mami- me dijo pegándose a mi pecho.

-Entonces tendrás que esperar a mañana, hoy mami no puede- le expliqué mientras le acariciaba el pelo. Oh dios que bien olía mi niño, aun olía a bebé y a colonia nenuco- ¿me acompañas a hacer la compra?- le pregunté mirándole a los ojos. Y con una sonrisa me asintió con la cabeza.

Bajamos las escaleras y nos dirigimos a la cocina donde le preparé su merienda como todos los días. Mientras se comía su sándwich subí a cambiarme de ropa para salir.

Otro dilema era a la hora de vestirme, las camisetas me quedaban super ajustadas, por un lado me encantaba presumir de embarazo, con 5 meses mi tripita era una monada, en dos meses sé que no pensaré igual. Y los pantalones… en fin usaba unos vaqueros que no eran de maternidad y me los ‘’abrochaba’’ con el truco de la gomilla. El problema es que la gomilla ya no daba para más así que seguramente tuviera que subir al desván a recuperar mis pantalones vaqueros de maternidad que usé cuando estaba embarazada de Ethan.

Salí del vestidor echando una mirada nostálgica mis zapatos de tacón, ya no veía ocasión para ponérmelos y les aguantaba bastante menos que hace unos meses. Ahora la ocasión perfecta para ponerme tacones era… cuando iba a estar sentada todo el tiempo.

Me puse mis zapatillas de correr y bajé rápidamente las escaleras. El bebé pateó más fuerte provocando que cogiera aire profundamente y lo soltara. También le gustaba mucho el ‘’ajetreo’’ y bajar las escaleras corriendo le producía ese ajetreo que tanto le gustaba.

-Ethan cariño apaga la tele y vamos- le dije mientras cogía las llaves del coche. Una vez dentro aseguré a Ethan en su silla y salí del garaje en dirección al supermercado.
Me encantaba hacer la compra, me relajaba y me inspiraba a la hora de hacer comidas. Ethan iba unos metros por delante de mí agarrando todo lo que pillaba a su paso e intentando meterlo al carro de la compra.

-Ethan sabes que eso no- le dije cuando metía varias bolsas de chocolatinas.

-Mami por fi…- me pidió haciéndome ojitos.

-No, eso luego te hace daño en la tripita. ¿Quieres estar malito otra vez?- le pregunté agachándome a su altura. Negó con la cabeza. Le devolví 4 de las 5 bolsas que había metido al carro- ve a ponerlas donde estaban por favor.

Continué comprando en el pasillo de los cereales cuando vi que Ethan tardaba demasiado e volver, el pasillo de las chucherías estaba a la vuelta. No debería tomarle más de 5 minutos ir, dejar las cosas y venir.

Me acerqué preocupada al pasillo contiguo y le vi hablando con una chica que estaba agachada a su altura. Llevaba unos vaqueros, tacones y una americana gris, su pelo era caoba y largo, recogido en una coleta alta y despeinada.

-¡Mamá!- gritó Ethan al verme y corrió hacia mí. Extrañada por su actitud me agaché a su altura y vi el miedo en sus ojos. Levante la mirada para ver qué había causado que se espantara tanto mi hijo cuando quedé petrificada ante la persona que estaba frente a mí.

-Nicole…-pronuncié quedamente. No salía de mi incertidumbre ni de mi espanto. Habíamos llegado a pensar que ya no vivía en Seattle, no habíamos vuelto a escuchar nada suyo y Alice varias veces había ido y llamado a su consulta hasta que un día se encontró con el cartel de se alquila en la puerta. Nicole había pasado a ser un mal recuerdo en nuestras vidas.

-Isabella- dijo levantando la barbilla con gesto altanero. Me puse erguida para tener una conversación frente a frente- veo que dejas a tu hijo solo por un sitio tan grande como un supermercado. Le podría pasar…. Ya sabes, cualquier cosa- me dijo entrecerrando los ojos.

-No te atrevas a volver a acercarte a mi familia- le dije ocultando a Ethan con mi cuerpo.

-Sé que eres una mala madre, Edward lo sabe y acabará quitándote a Ethan. Nadie va a darte la custodia, eres una madre dejada, divorciada y además una puta, no te mereces tener un hijo y mucho menos haber estado con Edward alguna vez en tu vida- la rabia me consumía, me rechinaban los dientes y tenía los puños cerrados con fuerza. Estaba a punto de avanzar sobre ella cuando noté que Ethan estaba pegado a mis piernas por atrás. Respira Bella, no puedes dejar desprotegido a Ethan y no puedes pegarla un puñetazo con él pegado a ti, le harías daño sin querer. Me dije a mí misma para autocontrolarme.

-¡Fuera!- la grité importándome poco la gente que se quedó mirándome. Ella reaccionó con naturalidad y ni se inmutó por mis palabras ni por mi rabia contenida que era palpable en el ambiente.

-Vaya…como te pones Isa. No he dicho ninguna mentira, eres una puta, me alegro de que también fueras idiota, engañaras a Edward y te dejase. Nadie en su sano juicio dejaría a un tío que tiene tanto dinero y folla tan bien. Porque sí Isabella, me follé al que fue tu marido incontables veces, en la que fue tu casa, en los sofás del salón, en el patio, en la que fue vuestra cama…- dijo cerrando los ojos, mordiéndose el labio y emitiendo un leve gemido perdida en sus recuerdos. Mis pulsaciones en este momento estaban descontroladas, mi cuerpo estaba tenso de la furia que corría por mis venas. Pero me obligué a respirar- y volveré a hacerlo-dijo mirándome convencida.

Bien se acabó ser buena, aparté a Ethan gentilmente de mí y le advertí con la mirada que no se moviera de ahí- cierra los ojos y tápate los oídos cariño- le dije.
Acto seguido toda la furia creada anteriormente por Nicole volvió a golpearme el doble de fuerte y con un graznido me abalancé sobre ella lanzándola sobre las estanterías de los botes de conserva. Al choque, alguno cayó al suelo rompiéndose en pedazos y derramando el líquido de su interior.

-No quiero volver a verte cerca de mí, ni de Edward y mucho menos de mi hijo- la amenacé pegada a su cuerpo agarrándola de los cuellos de la chaqueta. Nuestras respiraciones se mezclaban en el pequeño espacio que había entre nuestras cabezas. Ella me miraba asustada e impresionada por mi reacción, ‘’una dama también sabe sacar sus armas cuando quiere, no te lo esperabas ehh zorra…’’ pensé para mí misma. La solté un poco de la chaqueta, lo justo para que tuviera una buena visión de mi cara, era importante que me viese con atención para lo que la iba a decir- Y no me cuentes lo bien que folla MI marido, no hace falta, me folló esta mañana en NUESTRA cama, como cada día- la dije soltándola completamente. Me alejé un metro de ella y un dolor punzante me atravesó a la altura del esternón hasta la espalda.

-Ah- exclamé con dolor mientras ambas manos abarcaban mi tripa. Me giré con cuidado para recoger a Ethan y salir de aquí pitando, la gente empezaba a hablar de lo que acababa de suceder y muchos curiosos se estaban acercando.

Desde está posición Nicole podía percibir sin ninguna dificultad mi estado de buena esperanza. Y si tenía dudas, mis dos manos acariciándome la tripa para calmar a mi bebé, la respondían esas dudas.

-¡¿Estas embarazada?!- dijo Nicole desde su posición justo donde la había arrinconado. Su cara se retorció de una manera siniestra y su respiración se aceleró, era perceptible desde donde me encontraba.

Recordé lo que pasó la última vez que nos vimos y me entró el miedo. Agarré a Ethan del brazo que seguía con las manos en los oídos pero con los ojos abiertos y salimos corriendo del supermercado, ni si quiera volví a por el carro de la compra.
Metí a Ethan en el coche rápidamente y una vez estuve montada en el asiento del piloto eché el seguro de todas las puertas. Intenté calmar mi respiración antes de meter la llave en contacto, las manos me temblaban y un sudor frio me recorría la columna vertebral de arriba abajo.

-¿Mami?- preguntó Ethan asustado desde atrás.

-Ahora no cariño, mami… mami está conduciendo cuando lleguemos a casa hablamos.

Arranqué el motor y salí del parking del supermercado a lo fast and furious, con chirrío de coche incluido.


*
Bueno han pasado 4 años desde que escribí el último capítulo que está publicado. Las razones en un primer momento fueron la falta de tiempo pero más tarde se me fue quitando ese ‘’enganche’’ que tenía con Crepúsculo. En estos 4 años ha habido etapas de no leer fanfics durante meses, así que lo de terminar la historia ni se me pasaba por la cabeza no tenía inspiración ninguna. Sin embargo llevo varios meses con remordimientos por dejarla a medias, sé que muchas de las que me leíais ya no estaréis por aquí, y que las que seguís habréis olvidado la historia. Lo siento mucho.

Pienso terminarla esta vez ya sí que sí, en mi cabeza está pensado el final y no queda demasiado para llegar a él. Agradeceros a todas las que lo habéis leído, incluso a las que lo habéis hecho sabiendo que estaba sin terminar y que llevaba parado años.