Capítulo 26
Narrador
externo:
Las
siguientes semanas fueron todo felicidad y amor en la casa de los Cullen.
Bella
estaba algo más cansada de lo habitual pero muy feliz y se pasaba las horas
tocando su vientre.
Edward
no era muy diferente a ella, iba al trabajo por obligación y cada vez que tenía
un hueco se iba a casa con su mujer. Había reducido las horas de trabajo y
ahora volvía a casa a las dos para comer con Bella y con Ethan. Edward no cabía
en sí mismo de felicidad, adoraba a los niños y más aún si eran suyos. Se
volvía un blandengue cada vez que estaba cerca de su hijo o su mujer.
Ethan
aún no sabía nada pero no era tonto y sabía que algo pasaba. Su papá estaba en
casa mucho más tiempo que antes pero no para jugar más con él, estaba pendiente
de su madre todo el rato. Su mami también estaba rara, dormía mucho y ya no
jugaba con ella como antes.
El
resto de la familia, excepto Alice, tampoco sabían ni sospechaban nada pero
estaban contentos por ver a Edward y a Bella felices después de todo lo que habían
pasado.
Por
las noches solo importaban ellos dos y su bebé. A veces leían cosas sobre bebés
juntos, otras hablaban sobre planes para el futuro como dónde iban a poner la
habitación del bebé, y otras simplemente se metían en la cama y Edward apoyaba
su cabeza en el abdomen de Bella hasta que se quedaban dormidos.
Bella
PVO
Aquella
mañana como siempre me levanté a las nueve, me preparé un desayuno rico en
proteínas, con unos huevos revueltos riquísimos, desperté a Ethan y desayunamos
juntos antes de llevarle a la guardería. Ahora que yo no trabajaba podía
ocuparme perfectamente de él pero con el embarazo habíamos decidido seguir
llevándole a la guardería y de paso que se acostumbrase a no estar con sus
padres todo el rato ya que al año que viene sería un año de cambios para él.
Empezaría el colegio y tendría un hermanito pequeño con el que tendría que
compartir el cariño de toda la familia.
Cuando
volví a casa del mercado con el tiempo justo para hacer la comida antes de que
llegase Edward, sonó el teléfono. Era
mi ginecólogo, con las prisas no me había recetado las vitaminas ni me había
dicho si todo estaba bien en el embarazo. Acordamos una cita para pasado mañana
y así también podría hacerme la primera ecografía.
Estaba
perdida en mis pensamientos cuando Edward llegó a casa con Ethan. Le conté a
Edward la cita con el médico, la cual obviamente no iba a perderse, mientras él
sentaba a Ethan en la mesa para comer.
Llegó
el día de la tan esperada consulta y Edward no me soltó la mano desde que
bajamos del coche. Estábamos perdidos cada uno en nuestros pensamientos, aunque
apostaría lo que fuera a que eran los mismos, y envueltos en un cómodo silencio
el cual fue interrumpido por una enfermera diciendo mi nombre.
Pasamos
a la consulta y el doctor se alegró al verme con mi pareja y que hubiéramos
aceptado la noticia del embarazo con alegría.
Sacó la
primera fotografía de nuestro bebé y yo no pude evitar emocionarme mientras que
Edward me regaló una gran sonrisa y me guiño un ojo. El embarazo no tenía
ninguna complicación pero de todas formas programamos otra ecografía para
dentro de dos meses.
Al salir de
la consulta, salí con la foto en la mano y nos quedamos mirándola durante mucho
tiempo. Edward me besó con ansias y amor en medio de los pasillos del hospital.
-Es una
cosita preciosa- dijo señalando el puntito que era nuestro bebé en la foto. Me
besó la nariz y nos encaminamos hacia el parking donde teníamos el coche y
pasamos a recoger a Ethan a la guardería, había llegado el día de dar la
noticia a la familia.
Edward llamó
a su madre y a Jasper y los invitó a cenar este sábado a nuestra casa mientras
que yo invité a Rose a cenar y la noticia del embarazo se la di a mi familia
por teléfono.
Mi padre se
alegró muchísimo y me felicitó varias veces, mi madre no pudo aceptarlo al
principio y Bree solo podía pensar en que durante unos meses compartiríamos la
maravillosa experiencia de estar embarazadas.
Cuando
llegamos a casa pensamos en que el mejor momento para hablar con Ethan sería
durante la comida, así que ahora estaba preparando la comida mientras que ellos
dos veían la tele.
Nos sentamos
a comer en un silencio bastante denso al principio en el que Edward y yo compartíamos miradas para ver quién
sería el primero en romper el hielo.
-Ethan- le
llamé en voz baja y cariñosa. Él levantó la mirada y me regaló una gran
sonrisa, la sonrisa de Edward- papá y yo tenemos que decirte algo muy
importante- ahora la sonrisa había desaparecido totalmente y en su lugar había
fruncido el ceño.
-¿Vas a
vover a vivir en ota casa ota vez?- preguntó. De repente mis ánimos
descendieron considerablemente y Edward al darse cuenta me cogió la mano por
encima de la mesa.
-No campeón,
mami ya no se va a ir a otra casa nunca más- le explicó Edward con una sonrisa.
Poco a poco me sentí capaz de hablar con Ethan de nuevo.
-Es algo que
espero que te guste…- le dije.
-¿Es un regalo?-
preguntó intrigado.
-Más o
menos- le explicó Edward mientras me miraba sonriente.
-¿Te
gustaría tener… un hermanito cariño?- le pregunté.
-¿Un
hermanito?- preguntó como si no supiera lo que es.
-Sí, un
hermanito o hermanita pequeña.
-¿Cómo la prima
Hayden?- me preguntó.
-Así de
pequeñita o pequeñito será al principio pero luego crecerá- le explicó Edward-
y se hará grande como tú para que podáis jugar juntos.- ante la idea de tener
un compañero de juegos Ethan asintió pero ninguno de los dos estábamos preparados
para su siguiente reacción.
-No sé…-
dijo removiendo su comida.
-¿Qué no
sabes mi amor?- le pregunté.
-Si quero un
hermanito- dijo con un suspiro fuerte y dejando caer los cubiertos en el plato
se paso ambas manos por su pelo, claro gesto de Edward aunque este lo hacía con
una única mano- ¿puedo hablalo eta noche con mi cama y mañana te lo digo?-
preguntó.
Edward y yo
nos miramos sin saber que hacer pero finalmente asentimos y dejamos que Ethan
se fuera al salón a jugar. Nosotros continuamos comiendo y luego Edward me
ayudó a recoger la mesa y poner el lavavajillas. Cuando terminamos subimos a
acostar a Ethan y nosotros nos quedamos
en el salón. Yo sentada leyendo un libro y Edward tumbado dejando descansar su
cabeza en mi regazo.
Mientras yo
leía un libro él veía en la tele un capítulo de esa serie que tanto le gustaba.
Estábamos cada uno en nuestro mundo hasta que noté como una de sus manos se
metía por debajo de mi camiseta y me acariciaba la tripa.
Dejé el
libro en la mesilla de al lado y le miré mientras pasaba mis dedos por su pelo.
Poco a poco comenzamos a acercarnos hasta que nuestros labios de juntaron, y
luego una cosa llevó a la otra hasta que terminamos totalmente desnudos, Edward
sentado en el sofá y yo a horcajadas sobre él.
Sin perder
el contacto visual comenzó a introducirse en mí hasta que me llenó por
completo, cuando eso pasó nos besamos y yo comencé a moverme en círculos sobre
él. Pero Edward tenía otros planes, me agarró la cadera marcando él el ritmo
hacia adelante y hacia atrás.
Después sus
manos pasaron a mis pechos dándoles generosas caricias y después lamiéndolos con
mucha delicadeza. Si algo tenía el embarazo, es que volvía mis pechos
extremadamente sensibles.
Poco a poco
comenzamos a entre cerrar los ojos debido al placer y no podíamos darnos besos
continuados debido a los gemidos. Sus manos cogieron las mías y las levantaron
hacía arriba todo lo que las suyas le permitían lo cual dio como resultados el
que por la posición de mis brazos pareciese que eran las alas de un pájaro en
pleno vuelo.
Sus manos
apretaban con fuerza las mías y yo retorcía sus largos dedos con los míos
debido al placer. Aunque el placer no anuló completamente mis sentidos y
mientras retorcía sus dedos y él levantaba cada vez más su pelvis noté que sus
manos no estaban desnudas. Había un anillo rodeando el dedo anular de su mano
izquierda, nuestro anillo de boda.
Este
descubrimiento aumentó el placer que ya sentía y me hizo explotar. Mientras yo
intentaba recuperarme del asalto Edward continuó moviéndose en mi interior
hasta que segundos después se corrió en mí.
Agotada
descansé mi cabeza en su pecho aún con él dentro de mí. Aun no se había
normalizado nuestra respiración cuando recordé algo. Con cuidado me levanté del
regazo de Edward mientras sentía como vaciaba mi interior y con una mirada le
dije a Edward que me esperase.
Subí desnuda
por las escaleras hasta nuestra habitación y fui directamente al mueble que
estaba a la izquierda de la puerta del baño donde guardaba las joyas que más me
ponía.
Abrí el
primer cajón y saqué un pequeño estuche azul marino de terciopelo donde se
encontraba mi anillo de casada. Lo saqué con sumo cuidado y sin ponérmelo en el
dedo bajé hasta el salón donde Edward seguía en la misma posición pero con sus
bóxers puestos.
-¿A dónde
has ido?- me preguntó mientras me sentaba en su regazo.
-A por una
cosa importante- le dije con un suave roce de labios- por cierto te amo- le
declaré con una sonrisa mientras me ponía el anillo.
-Y yo a ti-
me dijo mientras me devolvía el beso de vuelta y me apretaba más contra él.
Uní
nuestras manos al igual que nuestras frentes y noté como él fue entrelazando
sus dedos con los míos hasta que llegó al penúltimo. Ahí se detuvo tocando el
mismo anillo que llevaba él.
Apartó nuestras
manos dejando una cierta distancia y se quedó observando el anillo.
-Me encanta
verte con nuestro anillo puesto- me dijo con una sonrisa y volviéndome a besar.
-Cuando
llevo este anillo, todos los meses que hemos estado separados desaparecen. Es
como si con él solo permanecieran las cosas buenas- dije mirando fijamente el
anillo.
Él me sujetó
el mentón haciendo un poco de fuerza hasta que nuestras miradas se cruzaron.
-Lo que te
dije anoche era en serio… cásate conmigo… de nuevo- me pidió con una mirada
llena de esperanza y una gran sonrisa.
-Sí-
contesté rebosante de felicidad.
-¿Sí?-
volvió a preguntar como si hubiese otra opción para esa pregunta.
-Por
supuesto- le aseguré mientras la besaba.
-Mañana- me
dijo entre besos- casémonos mañana.
-Yo ya me
siento casada y creo que tú también, pero si no es mucho pedir esta vez me
gustaría hacerlo de forma correcta. Con nuestra familia y amigos más cercanos-
Edward se limitó a asentir con una
sonrisa feliz en su rostro y a volverme a besar.
La burbuja
de felicidad continuó hasta el sábado que venía toda la familia que vivía en
Seattle a cenar a casa. Ahora estábamos en el súper comprando la cena. La
lubina al horno con patatas baby y verduras sería el plato principal pero luego
lo acompañaríamos con una ensalada turca, la favorita de Esme, un buen vino
blanco, del cual se encargaba Edward, y el postre habíamos decidido comprarlo
en la pastelería, unos pasteles de diferentes sabores.
Cuando
llegamos a casa Ethan tenía uno de esos días pesados en los que no se despegaba
ni de Edward ni de mí intentando llamar la atención y como teníamos cosas que
hacer terminó llorando ya que no pudimos prestarle la atención que él quería.
Por suerte se durmió cuando le senté en mi regazo en el sofá para que dejase de
llorar y eso nos permitió preparar las cosas de forma más relajada.
Estaba todo
prácticamente listo. Al pescado le faltaban pocos minutos en el horno, la
ensalada estaba preparada y los pasteles en una bandeja en el frigorífico.
Edward bajó vestido y arreglado con Ethan en sus brazos gozando de toda la
atención que quería. Yo subí a vestirme justo antes de que sonara el timbre.
Cuando bajé
estaban todos en el salón pendientes de los dos reyes de la casa, Ethan y
Hayden. Tuvimos una pequeña conversación común y luego nos sentamos a cenar.
Cuando
comenzamos a cenar los nervios me volvieron a invadir cerrándome el estómago. Y
para colmo Emmet encendió la mecha.
-¿Y bueno…
para que queríais invitarnos a cenar? Tranquila que no me quejo, cocinas
divinamente pero… algún motivo habrá ¿no?- preguntó mientras desmenuzaba el
pescado.
-Claro que
lo hay Emmet, ¿acaso no has visto sus manos?- le dijo Jasper- tienen las
alianzas de casados. Los muy cabrones se han vuelto a casar y tampoco nos han
avisado.
Este
comentario de mi cuñado levantó un gran revuelo en la mesa. Unos nos reclamaban
el no habérselo dicho y otros aunque estaban contentos con la noticia les
hubiera gustado estar en nuestra… ¿tercera boda? Solo Alice continuaba comiendo
como si nada.
Me estaba
empezando a desesperar debido a las voces. Edward intentaba hacerles callar
pero le hacían caso omiso, así que me levanté con decisión de la silla y me
puse en pie mandándoles calla con un grito.
Todos se
quedaron callados y Edward se colocó detrás de mí poniendo sus manos en mi
abdomen junto a las mías.
-Efectivamente
Emmet esta cena es por un motivo muy especial- dije girándome para ver a Edward
con una sonrisa- pero no nos hemos casado otra vez- aclaré.
-Y si no os
habéis casado de nuevo, ¿cuál es la maravillosa noticia Bella?- preguntó Alice
con sarcasmo dedicándome una mirada traviesa y riéndose a lo grande.
-Estamos
esperando nuestro segundo hijo- dijo Edward desde detrás de mí acariciando con
mucho cariño mi tripa.
De nuevo
hubo multitud de voces pero ahora todas eran de alegría. Las que más se
emocionaron fueron Esme y Rose. La primera porque iba a ser abuela de nuevo
cuando pensaba que nunca tendría más nietos y la segunda porque había estado en
los peores momentos de nuestro matrimonio y para ella esta noticia significaba
que mi vida estaba encarrilada de nuevo.
La noche
pasó bastante amena entre bromas y comentarios cariñosos hacia el nuevo bebé.
El momento más entrañable lo protagonizó nuestro hijo cuando todos estábamos
comiendo el postre junto al café y nos informó de que había pensado lo de tener
un hermanito y que sí que quería, pero con condiciones.
Dijo que
quería un hermanito y no una hermanita, lo que nos hizo reír a todos, que cuando
fuera mayor jugara al baloncesto pero al fútbol no porque ya teníamos un
futbolista en la familia y ese era él. Que Edward siguiera llevándole a los
partidos de beisbol de los Mariners y que yo siguiese leyéndole cuentos por las
noches.
Me saltaron
algunas lágrimas de felicidad y besé a Edward delante de toda la familia y con
Ethan sentado en mi regazo.
Cuando todos
terminamos de cenar y las cosas quedaron más o menso recogidas los hombres
salieron al jardín a fumar mientras que
las mujeres me hacían un interrogatorio sobre el embarazo, cómo lo había tomado
Edward, de cuánto estaba… y las enseñe
la foto que me habían sacado el miércoles.
Ethan se
quedó dormido en el sofá a eso de las doce de la noche y nuestros invitados se
fueron sobre la una y media.
Subimos
juntos a la habitación de Ethan donde le acostamos y luego nos dormimos
abrazados en nuestra cama. No podía estar más feliz.
.
.
.
2 meses más tarde
Bella PVO
-¿Bella has
visto mis llaves de casa?- me preguntó Edward. Yo estaba tumbada en el sofá
descansando después de comer.
-Las has
dejado en la cocina- respondí elevando la voz para que me oyera.
-No ahí no
están, ya he mirado- dijo entrando al salón- dios…voy a llegar tarde a la
reunión, que vergüenza- me informó negando con la cabeza.
-Vete ya, yo
voy a estar en casa toda la tarde.
-¿No vas a
salir con Ethan al parque?- me preguntó acuclillándose frente a mí, así
nuestras caras quedaban a la misma altura.
-Tu bebé
lleva dándome patadas en la parte de arriba del abdomen desde que me he
despertado, estoy un poco incómoda así que le pediré a Rose o a Alice que
vengan a por él- expliqué.
Edward
sonrió y puso su mano sobre mi tripa en la parte superior, justo donde el bebé
daba patadas.
-Nos van a
tener entretenidos durante los próximos 10 años sin duda- me dijo mientras me
besaba en los labios- me voy. Si te encuentras mal me llamas, ¿quieres que
traiga la cena?- preguntó desde el recibidor.
-No gracias
cariño, puedo cocinar. Que te vaya bien- le despedí con la mano y un guiño de
ojo.
Estos
últimos meses el bebé no me ha dejado dormir bien, se movía mucho y como estaba
colocado con la cabeza hacia abajo sus pequeñas piernas me oprimían las
costillas. Le gustaba mucho moverse, se pasaba toda la noche dando patadas lo
que me hacía difícil poder conciliar el sueño. Había invertido mis horas de
descanso, ahora dormía por las tardes y por las noches entre las 2 y las 5 de
la mañana hacía otras cosas…
Al quedarme
embarazada aplacé mis planes de buscar un trabajo así que contaba con muchas
horas libres. Por la noche lo que más hacía era ver la tele, jugar con el móvil
o leer un libro. Habíamos descubierto que al bebé le relajaba el agua, así que
todos los jueves por la tarde íbamos a la piscina cubierta a darnos un baño los
tres. En casa las noches de los viernes Edward y yo solíamos darnos largos
baños de espuma en la bañera, era uno de los pocos momentos que teníamos para
estar a solas ya que Ethan ya estaba desarrollando celos por su hermano no
nacido.
Ethan
intentaba acaparar toda nuestra atención usando todas las armas que tenía en su
mano. Todos los días hacía alguna trastada, desde tirar sus juguetes por las
escaleras a pintar las paredes, gracias a dios había elegido las paredes que
estaban detrás de los sofás del salón y sus ‘’obras de arte’’ quedaban ocultas
a las visitas. Le comenté este cambio a Esme quien me aconsejó dedicar todo el
tiempo posible a Ethan antes de que naciera su hermano y una vez naciera
involucrarle lo máximo posible en la rutina del bebé.
Dormí
durante una hora y media antes de subir a por Ethan a su habitación. Me
sorprendí cuando le encontré jugando, sentado en la alfombra y rodeado de
juguetes tirados por el suelo.
-¿Pero qué
haces aquí?- le pregunté acercándome a él.
-Mami, estoy
jugando- me dijo como si no fuera obvio.
-Ya ya lo
veo. ¿No deberías estar dormido?- le pregunté mientras veía la cama casi sin
deshacer.
-No tengo
sueño. Ya no me gusta la siesta- me replicó serio poniéndose de pie.
Yo reí por
su actitud pero en el fondo estaba triste. Estaba dejando de ser mi bebé para
convertirse en un niño más independiente que no necesitaba a su mamá a cada
momento. Uno de los miedos que me albergaba con la llegada del nuevo bebé era
que Ethan se sintiera desplazado, que dejara de ser el pequeño de la casa y que
eso le hiciera crecer antes de tiempo. Solo tenía 4 años y quería que siguiera
siendo un niño pequeño, no quería hacerle crecer apresuradamente.
-¿Vamos a ir
al parque?- me dijo esperanzado. Por si me había olvidado de él, el bebé volvió
a patear con fuerza recordándome quien mandaba en mi cuerpo.
-No cariño,
iremos a hacer la compra al supermercado que está aquí cerquita y luego podrás
ayudarme a hacer la cena, ¿quieres? Así papi va a estar muy contento cuando
vuelva de trabajar.
-No, no
quiero- me gritó a la vez que daba una patada en el suelo y se cruzaba de
brazos. Su ceño fruncido me indicaba que iba a tener una rabieta de las suyas
en cualquier momento.
-Ven aquí
Ethan, mira- le atraje hacía mí a la vez
que me sentaba en su cama. Cogí su mano y la puse sobre mi tripa de 5 meses,
justo donde el bebé daba patadas feliz –esos golpecitos los da el bebé y a mamá
la cansan- Ethan volvió la cabeza hacia un lado y me miró ceñudo.
-¿Y te hace
pupa?-
-No mi amor,
no me hace pupa. Es como cuando papi o el abuelo te abrazan fuerte fuerte
fuerte, ellos no te hacen daño pero tampoco te gusta que te aprieten tanto,
¿no?- le pregunté. Él negó dándome la razón- pues por eso mamá hoy no puede
llevarte al parque, pero la tía Rose o la tía Alice pueden llevarte si quieres-
le dije.
-No, yo
quiero ir contigo mami- me dijo pegándose a mi pecho.
-Entonces
tendrás que esperar a mañana, hoy mami no puede- le expliqué mientras le
acariciaba el pelo. Oh dios que bien olía mi niño, aun olía a bebé y a colonia
nenuco- ¿me acompañas a hacer la compra?- le pregunté mirándole a los ojos. Y
con una sonrisa me asintió con la cabeza.
Bajamos las
escaleras y nos dirigimos a la cocina donde le preparé su merienda como todos
los días. Mientras se comía su sándwich subí a cambiarme de ropa para salir.
Otro dilema
era a la hora de vestirme, las camisetas me quedaban super ajustadas, por un
lado me encantaba presumir de embarazo, con 5 meses mi tripita era una monada,
en dos meses sé que no pensaré igual. Y los pantalones… en fin usaba unos
vaqueros que no eran de maternidad y me los ‘’abrochaba’’ con el truco de la gomilla.
El problema es que la gomilla ya no daba para más así que seguramente tuviera
que subir al desván a recuperar mis pantalones vaqueros de maternidad que usé
cuando estaba embarazada de Ethan.
Salí del
vestidor echando una mirada nostálgica mis zapatos de tacón, ya no veía ocasión
para ponérmelos y les aguantaba bastante menos que hace unos meses. Ahora la
ocasión perfecta para ponerme tacones era… cuando iba a estar sentada todo el
tiempo.
Me puse mis
zapatillas de correr y bajé rápidamente las escaleras. El bebé pateó más fuerte
provocando que cogiera aire profundamente y lo soltara. También le gustaba
mucho el ‘’ajetreo’’ y bajar las escaleras corriendo le producía ese ajetreo
que tanto le gustaba.
-Ethan
cariño apaga la tele y vamos- le dije mientras cogía las llaves del coche. Una
vez dentro aseguré a Ethan en su silla y salí del garaje en dirección al
supermercado.
Me encantaba
hacer la compra, me relajaba y me inspiraba a la hora de hacer comidas. Ethan
iba unos metros por delante de mí agarrando todo lo que pillaba a su paso e
intentando meterlo al carro de la compra.
-Ethan sabes
que eso no- le dije cuando metía varias bolsas de chocolatinas.
-Mami por
fi…- me pidió haciéndome ojitos.
-No, eso
luego te hace daño en la tripita. ¿Quieres estar malito otra vez?- le pregunté
agachándome a su altura. Negó con la cabeza. Le devolví 4 de las 5 bolsas que
había metido al carro- ve a ponerlas donde estaban por favor.
Continué
comprando en el pasillo de los cereales cuando vi que Ethan tardaba demasiado e
volver, el pasillo de las chucherías estaba a la vuelta. No debería tomarle más
de 5 minutos ir, dejar las cosas y venir.
Me acerqué
preocupada al pasillo contiguo y le vi hablando con una chica que estaba
agachada a su altura. Llevaba unos vaqueros, tacones y una americana gris, su
pelo era caoba y largo, recogido en una coleta alta y despeinada.
-¡Mamá!-
gritó Ethan al verme y corrió hacia mí. Extrañada por su actitud me agaché a su
altura y vi el miedo en sus ojos. Levante la mirada para ver qué había causado
que se espantara tanto mi hijo cuando quedé petrificada ante la persona que
estaba frente a mí.
-Nicole…-pronuncié
quedamente. No salía de mi incertidumbre ni de mi espanto. Habíamos llegado a
pensar que ya no vivía en Seattle, no habíamos vuelto a escuchar nada suyo y
Alice varias veces había ido y llamado a su consulta hasta que un día se
encontró con el cartel de se alquila en la puerta. Nicole había pasado a ser un
mal recuerdo en nuestras vidas.
-Isabella-
dijo levantando la barbilla con gesto altanero. Me puse erguida para tener una
conversación frente a frente- veo que dejas a tu hijo solo por un sitio tan
grande como un supermercado. Le podría pasar…. Ya sabes, cualquier cosa- me
dijo entrecerrando los ojos.
-No te
atrevas a volver a acercarte a mi familia- le dije ocultando a Ethan con mi
cuerpo.
-Sé que eres
una mala madre, Edward lo sabe y acabará quitándote a Ethan. Nadie va a darte
la custodia, eres una madre dejada, divorciada y además una puta, no te mereces
tener un hijo y mucho menos haber estado con Edward alguna vez en tu vida- la
rabia me consumía, me rechinaban los dientes y tenía los puños cerrados con
fuerza. Estaba a punto de avanzar sobre ella cuando noté que Ethan estaba
pegado a mis piernas por atrás. Respira Bella, no puedes dejar desprotegido a
Ethan y no puedes pegarla un puñetazo con él pegado a ti, le harías daño sin
querer. Me dije a mí misma para autocontrolarme.
-¡Fuera!- la
grité importándome poco la gente que se quedó mirándome. Ella reaccionó con
naturalidad y ni se inmutó por mis palabras ni por mi rabia contenida que era
palpable en el ambiente.
-Vaya…como
te pones Isa. No he dicho ninguna mentira, eres una puta, me alegro de que
también fueras idiota, engañaras a Edward y te dejase. Nadie en su sano juicio
dejaría a un tío que tiene tanto dinero y folla tan bien. Porque sí Isabella,
me follé al que fue tu marido incontables veces, en la que fue tu casa, en los
sofás del salón, en el patio, en la que fue vuestra cama…- dijo cerrando los
ojos, mordiéndose el labio y emitiendo un leve gemido perdida en sus recuerdos.
Mis pulsaciones en este momento estaban descontroladas, mi cuerpo estaba tenso
de la furia que corría por mis venas. Pero me obligué a respirar- y volveré a
hacerlo-dijo mirándome convencida.
Bien se acabó
ser buena, aparté a Ethan gentilmente de mí y le advertí con la mirada que no
se moviera de ahí- cierra los ojos y tápate los oídos cariño- le dije.
Acto seguido
toda la furia creada anteriormente por Nicole volvió a golpearme el doble de
fuerte y con un graznido me abalancé sobre ella lanzándola sobre las
estanterías de los botes de conserva. Al choque, alguno cayó al suelo
rompiéndose en pedazos y derramando el líquido de su interior.
-No quiero
volver a verte cerca de mí, ni de Edward y mucho menos de mi hijo- la amenacé
pegada a su cuerpo agarrándola de los cuellos de la chaqueta. Nuestras
respiraciones se mezclaban en el pequeño espacio que había entre nuestras
cabezas. Ella me miraba asustada e impresionada por mi reacción, ‘’una dama
también sabe sacar sus armas cuando quiere, no te lo esperabas ehh zorra…’’
pensé para mí misma. La solté un poco de la chaqueta, lo justo para que tuviera
una buena visión de mi cara, era importante que me viese con atención para lo
que la iba a decir- Y no me cuentes lo bien que folla MI marido, no hace falta,
me folló esta mañana en NUESTRA cama, como cada día- la dije soltándola
completamente. Me alejé un metro de ella y un dolor punzante me atravesó a la
altura del esternón hasta la espalda.
-Ah- exclamé
con dolor mientras ambas manos abarcaban mi tripa. Me giré con cuidado para
recoger a Ethan y salir de aquí pitando, la gente empezaba a hablar de lo que
acababa de suceder y muchos curiosos se estaban acercando.
Desde está
posición Nicole podía percibir sin ninguna dificultad mi estado de buena
esperanza. Y si tenía dudas, mis dos manos acariciándome la tripa para calmar a
mi bebé, la respondían esas dudas.
-¡¿Estas
embarazada?!- dijo Nicole desde su posición justo donde la había arrinconado.
Su cara se retorció de una manera siniestra y su respiración se aceleró, era
perceptible desde donde me encontraba.
Recordé lo
que pasó la última vez que nos vimos y me entró el miedo. Agarré a Ethan del
brazo que seguía con las manos en los oídos pero con los ojos abiertos y
salimos corriendo del supermercado, ni si quiera volví a por el carro de la
compra.
Metí a Ethan
en el coche rápidamente y una vez estuve montada en el asiento del piloto eché
el seguro de todas las puertas. Intenté calmar mi respiración antes de meter la
llave en contacto, las manos me temblaban y un sudor frio me recorría la
columna vertebral de arriba abajo.
-¿Mami?-
preguntó Ethan asustado desde atrás.
-Ahora no
cariño, mami… mami está conduciendo cuando lleguemos a casa hablamos.
Arranqué el
motor y salí del parking del supermercado a lo fast and furious, con
chirrío de coche incluido.
*
Bueno han pasado 4 años desde que
escribí el último capítulo que está publicado. Las razones en un primer momento
fueron la falta de tiempo pero más tarde se me fue quitando ese ‘’enganche’’
que tenía con Crepúsculo. En estos 4 años ha habido etapas de no leer fanfics
durante meses, así que lo de terminar la historia ni se me pasaba por la cabeza
no tenía inspiración ninguna. Sin embargo llevo varios meses con remordimientos
por dejarla a medias, sé que muchas de las que me leíais ya no estaréis por
aquí, y que las que seguís habréis olvidado la historia. Lo siento mucho.
Pienso terminarla esta vez ya sí que
sí, en mi cabeza está pensado el final y no queda demasiado para llegar a él.
Agradeceros a todas las que lo habéis leído, incluso a las que lo habéis hecho
sabiendo que estaba sin terminar y que llevaba parado años.