viernes, 30 de diciembre de 2011

capitulo 15

Capítulo 15

Llegué  a mi casa exhausta y con un gran suspiro me tiré en el sillón. Me permití descansar después de llevar toda la mañana recorriendo las infraestructuras más importantes de Seattle con unos inversionistas alemanes. Hilary, una de mis compañeras no había podido ir a trabajar y esta mañana Ángela me había llamado desesperada para que cubriera la visita junto a ella. Eran finales de Enero y me había pasado toda la mañana traduciendo a alemán cosas de arquitectos que no entendía casi nada si no fuese gracias a las explicaciones que me daba Edward cada vez que veía un monumento o estructura especial, y sin sentir los pies.
Inevitablemente pasamos por el rascacielos en el cual trabajaba Edward. Recé para que no entrásemos, de ser así no abría forma de no verle a él, a Jasper o a Alice. Pero simplemente nos limitamos a entrar al vestíbulo y comentar como se construyó.


En ese momento me lucí. Sabía más de lo que el propio guía contó. Sabía hasta el nombre del decorador de las oficinas.

Estuve nerviosa durante toda la visita pero cuando me entraron ganas de salir corriendo fue cuando vi salir a un gran grupo de personas del ascensor y dirigirse a la puerta principal. No conocía a ninguno y respiré aliviada en cuanto terminé de inspeccionar todos los rostros.

Me levanté para ponerme el pijama y hacer el almuerzo cuando sonó el timbre. Fui a abrir distraída y me llevé una gran sorpresa cuando miré a la persona que estaba al otro lado.

-Alice…- dije sorprendida.

-Hola Bella- dijo en tono suave pero impersonal- ¿puedo pasar?- preguntó mirando detrás de mi hombro

No la contesté y simplemente me aparté de la puerta. Ella entró al pequeño hall y dio una vuelta sobre si misma observando el piso mientras se quitaba los guantes.

-¡Valla! es muy… acogedor- dijo mientras caminaba tras de mi hasta el salón.

-Y muy pequeño, pero para mí sola me sobra.

-Oh, ¿eso es un klimt?- dijo en referencia al cuadro que colgaba de una de las paredes.

-Lo dudo ya que solo me costó 30 dólares.

-Ahhh de todas formas… ¿no te parece impactante los colores, el contraste…?

-Alice no has venido aquí para hablar de los cuadros que hay en mi casa, ¿verdad?- la pregunté directamente. Me miró y suspirando se sentó en el sofá junto a mí.

-La verdad es que no. Hoy te he visto en las oficinas.

-Estaba trabajando.- aclaré.

-Lo sé y cuando te he visto solo quería ir y hablar contigo. Siento mucho todo lo que pasó en casa de Rose. No te voy a negar que lo piense o lo pensé pero no debí decirlo en público. Perdóname Bella.

-No pasa nada Alice, al fin y al cabo solo pronunciaste en voz alta verdades. Yo soy la culpable de que mi familia se haya roto, de que mi hijo tenga que viajar de casa en casa como un jodido paquete- dije restregándome las lágrimas.

Alice se quedó callada dándome la razón.

-Me dolió tanto… tanto como si me hubieras engañado a mí. Bella eras mi amiga, lo más cercano a una hermana que tenía y de un día para otro la familia feliz que formábamos se rompió. Mi cuñado, al cual quiero como un hermano, se pasó una tarde entera con la mirada perdida y derramando lágrimas en casa de Esme. Solo nos dijo un ‘’nos separamos’’. Y no solo vosotros os separasteis. Nos separamos Jasper, Esme, Carlisle, yo… y ahora Edward y Ethan.- las lágrimas corrían por mis mejillas hasta caer en caída libre al llegar a mi mandíbula y un dolor asfixiante  me cubrió el pecho.

-¿Cómo... cómo que Edward e Ethan?- pregunté a duras penas restregándome las lágrimas.

-Hace un mes más o menos, tuvimos la peor discusión con Edward. Él te defendía a capa y espada mientras nosotros le hacíamos ver que había más vida tras de ti. Se enfadó con todos pero en especial conmigo tras el episodio en casa de Rose. Dijo que quería mantener alejado a Ethan de mi veneno. Solo le he visto en noche buena desde entonces. Con Edward la relación es nula, y sabes lo importante que es Ethan para Jasper y para mí. Es como el hijo que nunca vamos a tener- asentí dándola confianza a continuar- eres mi única esperanza Bella. Intenta hablar con Edward por favor…- podía notarla desesperada.

-Lo haré Alice. Haré todo lo posible pero no confíes mucho en mi palabra. Edward ha estado esquivándome desde que volví de Minneapolis sabiendo que quería hablar con él- dije frustrada. Había intentado mantener una conversación con Edward desde que pisé Seattle pero no me cogía el teléfono y no quería montar una escena en la oficina. Además debía respetar si no quería hablar conmigo.

-¿Sabes? Desde esa discusión he crecido como persona. Edward me llamó ‘’niñata consentida’’ y tenía razón. He tenido todo lo que he querido y como he querido toda la vida. Y eso me ha hecho reflexionar y darme cuenta que si Edward solo puede ser feliz contigo, da igual mis prejuicios, no le forzaré a estar con otra persona si te quiere a ti. Y sabemos que solo te quiere a ti.- terminó con una sonrisa. Suspiré y me tapé la cara con ambas manos mientras me echaba hacia atrás en el sillón.

-No Al- ella me regaló una tímida sonrisa por el diminutivo cariñoso de su nombre que solía utilizar siempre con ella- él tiene a su lado a una persona que le quiere y le da lo que yo no pude ofrecerle, amor.

-¿Amor? ¿Nunca has amado a Edward, Bella?- dijo impresionada y sorprendida.

-Alice no digas estupideces, claro que lo hice. Lo hago, con toda mi alma.- una sonrisa volvió a su rostro.

-¿Y porque no luchas por él?

-Alice estoy segura que conoces  a Nicole. Ella es tan perfecta para Edward… como yo nunca lo he sido. Y yo le he hecho tantísimo daño que no me sentiría bien si le vuelvo a arrebatar la felicidad al retenerlo conmigo. Además ¿qué puedo ofrecerle Alice? Conmigo será una vida llena de inseguridades, de falta de confianza… y Edward no se lo merece. Porque lo amo tantísimo es que le dejo la vía libre para que rehaga su vida con quien considere adecuado.

-Bella eres tonta. De verdad es que nunca me voy a cansar de decírtelo. ¿Quieres a Edward?- asentí- Olvidando las tonterías que me acabas de decir ¿no te gustaría volver a estar con él como antes? ¿Saber que siempre hay alguien esperándote en casa, alguien con el que siempre puedas contar, alguien que te proteja o en el caso de Edward te sobreproteja?- terminó riendo.

-Me muero por eso. Es mi mayor deseo y pido por él a diario, pero mis ‘’tonterías’’ tienen mayor peso.- dije resignada.

-Mira te voy a decir una cosa y espero que la aproveches. Chez Shea, reservado para las 2.- me miró esperando algo de mí hasta que gritó- ¡vete ya!- me sacó del sillón con un empujón no tan suave.


Al salir al pasillo la oí decir algo en plan ‘’es la única forma de volver a ser felices todos’’

Me vestí de manera formal, me maquillé rápidamente y salí volando hacia en garaje. Por el camino iba pensando que le diría; primero le explicaría las razones y luego le suplicaría si era necesario para que nos diera otra oportunidad. Incluso me preparé un discurso.

Entré al restaurante y al ver al recepcionista me quedé helada.

-¿Señorita tiene una mesa reservada?- me preguntó con educación. –Alice podrías haberme avisado de esto dios, pensé. Me quedé en blanco y solo pude soltar mi apellido- Cullen- o bueno mi apellido de casada.

Miró las listas y cuando iba por la tercera me empecé a desesperar.

-Oh sí, aquí está- miró hacia atrás, hacia el comedor- es la mesa del rincón de la derecha.- asentí como muestra de agradecimiento y camine hacia el interior del comedor.

Me fui acercando con pasos tímidos hacia la mesa y vi que no estaba solo. En ese momento paré de caminar. Era de esperar que si venía  a un restaurante como este, no iba a venir solo para empacharse a marisco, aunque nunca esperé que estuviera con ella. Nunca se me pasó por la cabeza, Alice me había ilusionado demasiado como para poder apreciar todas las posibilidades.

Tampoco esperaba ver que se comportaba con ella como conmigo. Le tenía la mano cogida por encima de la mesa y la miraba con cariño a la vez que la daba a probar un mejillón en su boca.

A ella se le escurrió un poco de salsa por la barbilla y ambos comenzaron a reír soltándose la mano y Edward volvió la cabeza hacia donde me encontraba, riendo. En cuanto me vio cambió de actitud y se puso serio, me miró de forma fría y calculadora como si fuera a hacerle daño. Como una leona defiende a sus crías.

Fue en ese momento cuando comprendí que la conversación a la que había venido no tenía sentido y que nada de lo que le dijera serviría para traerlo de vuelta.

Me acerqué más a la mesa y conseguí que Nicole fijara la vista en mí. Ella se sorprendió y comenzó a retirar la mesa hacia atrás.

-Iré al baño.- dijo mientras escapaba de la guerra de miradas que estábamos teniendo Edward y yo.

-¿Qué haces aquí?- me preguntó de forma fría y cortante. Me dejó tan helada que tardé varios segundos en contestar.

-Te dije que tenía que hablar contigo y me llevas esquivando desde que te lo dije. No me has dejado más opción.

-Lo siento Bella, pero es que mis prioridades han cambiado- dijo mirando hacia la puerta del baño por la que se acababa de ir Nicole.

-Espero que nuestro hijo siga entre ellas.- le reproché. Me había dolido hasta un punto inimaginable el que me hubiese dicho que sus prioridades habían cambiado. Es lo más lógico y natural pero que te lo confirmen es lo más doloroso y desgarrador que te puede decir el hombre que amas.

La cara de Edward cambió rápidamente convirtiéndose en una de enfado y decepción.

-Mi hijo siempre va a ser lo primero para mí- dijo mirándome fijamente para que viera la sinceridad de sus palabras.

-Entonces deberías dejar que siguiera viendo a su tía y a su abuela con la regularidad que lo hacía antes. Tú fuiste el primero en querer que la normalidad siguiera en su vida.

-La normalidad de nuestras vidas la rompiste tú, no yo. No trates de culparme por tus errores- dijo impasible- además lo que haga o deje de hacer con mi hijo en el tiempo que me corresponde con él no es asunto tuyo.- y un nuevo golpe me dio en el corazón. Ahora mismo solo sabía una cosa y es que de aquí iba a salir con el corazón más roto de lo que estaba.

-Te equivocas. También es mi hijo, fui yo la que lo tuvo dentro durante 9 meses, la que le trajo a este mundo, soy su madre.

-Y no sabes lo que me costó. Ahora mismo no sabes lo que me arrepiento de haber estado implicado contigo íntimamente, me das asco.- las lágrimas comenzaron a salir disparadas por mi cara y con la poca cordura que tenía solo pensé en dejar el restaurante y no montar más revuelo.



Cuando me levanté di una bofetada a Edward y salí andando rápido del restaurante, casi corriendo. Cuando la calle me volvió a dar la bienvenida y pude ver los borrosos coches producto de las lágrimas. Comencé a correr sin una dirección en concreto, pero en sentido contrario a donde estaba el coche.

Cuando iba a cruzar un paso de peatones mi abrigo se trabó con algo y me di la vuelta para desengancharme pero me encontré con una mirada verde, intensa y arrepentida.

-Bella…- salí de su agarré de forma brusca.

-No vuelvas a tocarme, ¿te doy asco, no?- dije de forma sarcástica y con la voz debilitada por las lágrimas. No sé qué pasó después porque volví a correr pero esta vez hacia mi coche para ir a mi piso y refugiarme. Donde podía dejar que el dolor hiciera de las suyas conmigo sin preocuparme por lo que la gente pensaría al verme de ese modo.

No sé como llegué a mi casa si no veía claramente por las lágrimas. Subí en el ascensor tras convencer al portero que no me pasaba nada y cuando entré en mi casa me llevé otra sorpresa. Alice seguía sentada en el sofá viendo la tele y cuando se dio cuenta de que había vuelto  se volvió  a mirarme con esperanzas renovadas las cuales murieron en cuando me miró bien.

-¿Bella que ha pasado?- dijo acercándose a mí y rodeándome con un brazo.

-Me odia, le doy…asco- grité entre lágrimas.

Dos horas después Alice había conseguido calmarme a mí y a la velocidad de mis lágrimas. Pero estas seguían saliendo sigilosamente de mis ojos cada pocos minutos. Ahora que estaba apoyada en su hombro no podía evitar pensar en cuanta falta me había hecho.

-Alice, le pedí que te volviera a dejar ver a Ethan pero no pareció muy de acuerdo- levanté la mirada para ver su reacción. Alice se entristeció y miró hacia abajo. Si había una persona que sabía cómo se sentía Alice respecto al tema de tener hijos esa era yo.- Alice lo que más me duele es que no le conozco. Llevaba muchos años con él, no solo de matrimonio, si no como amigo, novio… y hoy no le he reconocido. Parecía un animal salvaje, además de un hombre huraño, serio… mi Edward era sensible dentro de casa, sobreprotector, nunca faltaba el respeto a ninguna persona aunque tuviese los mayores defectos del mundo, cariñoso, apasionado… y hoy… hoy no era él. Me siento responsable de su cambio.
-Es muy posible que hayas tenido algo que ver pero te aseguro que no es por ti.- dijo con ese tono de voz que dejaba ver que sabía más información. Levanté la cabeza y la miré fijamente.
-¿Qué?-
-Nicole, no  me… gusta. Y encima se la recomendé yo. Siento que intenta alejar a Edward y a Ethan de la familia. El otro día fue a comer a casa de Esme, no deja respirar a Edward y este la sigue embobado como si fuese su satélite. Además de que pidió información que no debería.
-Lo siento.- nada de esto hubiera pasado si yo hubiese sido más madura y si hubiese sido consciente de las consecuencias.
-El que Nicole intente alejar a Edward y a Ethan de la familia no es tu culpa. Es mía. Por haberle incitado a estar con ella, pero yo lo único que quería era volver a verle completo. No sabes hasta qué punto esta deshecho.
Nos quedamos calladas todo el resto de la tarde hasta que sonó el timbre. Yo sabía quién era y por eso no permití que Alice se levantara.
-Mamá- grito mi hijo en cuanto abrí la puerta.
-Hola cielo- le contesté bajando a su altura y dándole un beso. Me despedí de la señora de los servicios sociales y llevé a Ethan hasta el salón donde estaba Alice.
-Tía Ally- gritó en cuanto la vio.
-Oh Ethan.- dijo abrazándole- llevaba mucho tiempo sin verte pequeñín.
-¿Te quedas?- le preguntó mi hijo con entusiasmo.
-Sí se quedará hasta que te vayas si quiere claro- dije mirando a Alice.
-Gracias Bella, muchas gracias.- me dijo emocionada.
-Puedes venir siempre que quieras. Ethan llega a las 5 todas las tardes.- ella asintió con la cabeza y comenzamos a jugar con Ethan.
Cenamos los tres y Alice se fue cuando bañé a Ethan y la señora de los servicios sociales se lo llevó. Durante toda la tarde no me había permitido pensar en lo que pasó con Edward porque había estado ocupada pero ahora, en la soledad de mi apartamento era imposible sacar sus palabras de mi cabeza y de mi corazón.
Todo lo que me había dicho Edward, su indiferencia, todo. ¿Significó que nunca me amó? No imposible él me lo había demostrado pero los últimos acontecimientos me hacían poner en cuestión sus sentimientos. A parte no podía quitarme de la cabeza la imagen con Nicole en el restaurante dándola de comer.
Y las suposiciones de Alice me hacían estremecer. No podía ser posible que Edward se alejase de su familia, era su pilar, su ancla.
Al día siguiente me levanté temprano porque tenía una reunión en el trabajo, las oficinas centrales se encontraban en pleno centro de la ciudad y llegar hasta allí era bastante difícil y más en hora punta. Aparcar desde luego era imposible así que tomé un taxi.
Llegué puntual y con algo de tiempo de sobra que aproveché para tomar un café con Ángela. Cuando entramos en la sala de conferencias en la cual había una gran mesa redonda me di cuenta de que todos los que estábamos allí éramos intérpretes con experiencia. No había ninguno nuevo.
El principio de la reunión se basó en decirnos cuales eran nuestras funciones, como si no lo supiéramos ya. Y a medida que avanzaba nos empezaron a  hablar de los nuevos idiomas. Estos nuevos idiomas procedían de países asiáticos o de Europa del este y comenzaban a estar presentes en muchas reuniones pero pocas personas los conocían como para saber traducirlos.
-Por eso el motivo de esta reunión. Comenzarán unos cursos intensivos dentro de tres semanas en Nueva York. Duraran seis meses y os aportarán los conocimientos necesarios para poder traducir no así como para interpretar. Cuando el curso termine podréis continuar con los estudios en ese país o aquí en Seattle.
-¿Este curso es opcional?- preguntó una de mis compañeras.
-No, siento deciros que al trabajar para una agencia tendréis que tener los conocimientos que esta os exige.
-¿Vamos que el curso es opcional pero si no lo hacemos perdemos nuestro puesto en esta agencia?- preguntó otro compañero.
-Eso es simplificar las cosas pero más  o menos sí.
-¿Pero y los que tenemos hijos?- pregunté- para mí no había ningún impedimento para ir a Nueva York salvo el que no pudiese estar con Ethan todo el tiempo que pueda.
-La agencia os paga el viaje para trasladaros a Nueva York y luego os paga dos viajes a Seattle al  mes pero durante los fines de semana. Las clases son de lunes a viernes desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde.
-¿Y la estancia?
-Va por cuenta de la agencia. Viviréis en pisos compartidos entre vosotros que se encuentren cerca de la ‘’escuela’’ donde se impartan las clases.
-¿Cuándo deberíamos estar en Nueva York?
-Dentro de tres semanas.
La reunión terminó y al salir de formaron grupos comentando las ventajas y las desventajas de ir a Nueva York.
-¿Y tú, Bella?- me preguntó Seth que venía al lado de Ángela.
-Me encanta Nueva York ya lo sabéis, además de que estuve viviendo allí durante casi diez años. Pero no quiero separarme de mi niño. Mi vida está en Seattle.- dije resignada.
-Sí lo sabemos, pero no te queda de otra.
-Tendrás que decírselo a Edward.
Su nombre. Su nombre me produjo terror al pensar en ir a hablar con él de nuevo. No soportaría más insultos.
Pasaron varios días hasta que estuve preparada para volver a ver a Edward. Se lo conté a Alice y a Rose. Ahora solían venir a tomar un café por las tardes a mi casa. A Rosalie no le pareció justo que nos obligaran a ir a la otra punta del país y que nos separasen de la vida que teníamos en Seattle. A Alice no la hizo ninguna gracia que me fuera y mucho menos ahora que habíamos vuelto a retomar nuestra amistad y que yo era su único lazo de unión con Ethan.
Ahora estaba en el ascensor subiendo a las oficinas de Edward para decirle que dentro de dos semanas me iba a Nueva York y que los dos fines de semana que estuviera en Seattle me gustaría pasarlos por completo con Ethan.
Alice me anunció en tono serio y formal. Muy diferente a como me había saludado y lo tomé de ejemplo para hablar con Edward.
Cuando entré al despacho él estaba mirando la ciudad por la ventana con las manos en los bolsillos dándome la espalda.
-Hola Edward- dije dejando el abrigo en el respaldo de la silla pero sin sentarme.
-Hola- aún no se giró.
-Tengo que hablar contigo sobre Ethan.- ahora sí se giró y me miró no de forma fría como la última vez pero tampoco de forma cariñosa. No había ni un ápice de aprecio en su mirada.
-Te escucho.- dijo sentándose en el sillón de piel detrás de su escritorio y haciendo un gesto con la mano invitándome a sentarme en frente del escritorio.
-Me voy.- solté simplemente.
-¿A dónde?- me preguntó como si fuese algo corriente.
-A Nueva York. A un curso para aprender nuevas lenguas.- le expliqué.
-Pues… que te vaya bien. No tienes que informarme de cada paso que haces, ya no estamos casados por si no lo sabes- dijo levantando su mano izquierda en la cual ya no estaba la alianza de matrimonio.
Bajé la mirada mortificada para recuperarme y mentalmente me repetía que estaba aquí por Ethan.
-Solo quería decirte que vendré dos fines de semana al mes y me gustaría pasarlos con Ethan al completo. Me importa poco que tú sepas o no de mi vida. Ya no somos nada- le dije. Intenté mostrarme fría y hacer parecer que a mí me importaba tan poco como yo a él.
-Exacto. Lo de los fines de semana ya lo veremos. ¿No puedes conformarte con el tiempo que pasas con Ethan? El fin de semana es el único momento donde puedo compartir más con él.
-Edward por favor no seas egoísta. Te lo suplico. Tú le tienes todos los días y vas a tenerle otros dos fines de semana enteros para ti solo. Yo solo voy a verle 4 días al mes durante seis meses. Por favor.- supliqué. No importaba arrastrarme detrás de Edward si era para conseguir más tiempo con mi hijo.
-¡¿Seis meses?!- me gritó levantándose de la silla.
-Es la duración de las clases.
-Vamos Bella ya no soy tan tonto como hace unos meses. Sé que te vas por placer no por trabajo. ¿Qué pasa tu amante, bueno perdón tu pareja porque ya no tenéis que ocultaros, ha decidido cambiar de aires? - dijo en tono sarcástico.
-Edward sabes de sobra que no estoy con nadie…- le expliqué.
-Pues no. No lo sé porque no me importas tanto como para seguirte o enterarme de tu vida por medio de terceras personas.
-Mira Edward que te jodan. Ya no te pregunto si puedo tener a Ethan solo te lo informo.
-A mi no me hablas así- me dijo llegando hasta mí y zarandeándome de los hombros de forma brusca.
Estaba asustada Edward nunca había sido violento pero este no parecía Edward.

-No me toques.- grité
Alice y Jasper entraron inmediatamente a la oficina de Edward. Supongo que Alice había llamado a Jasper asustada por oír las voces.
-Edward, ¿qué estás haciendo?- dijo agarrándole de la chaqueta y separándole de mí. Alice me frotó con su brazo la espalda tranquilizándome.
-¡Lárgate! ¡No quiero verte! Fuera- me gritó.
Cogí mis cosas y me marché corriendo de la oficina. Nunca más volvería a venir. Las últimas veces que había venido las cosas habían terminado de la misma  forma.
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